Socialismo o Barbarie, periódico Nº 160, 25/09/09
 

 

 

 

 

 

De caras y caretas:

El verdadero rostro de las autoridades
“de los DD.HH.”

Por M. Aranda

Luego de finalizada la marcha del 16 de septiembre, la columna del CENBA se dirigió hacia su colegio para realizar una asamblea y decidir sobre cómo continuar la situación, en vistas de que la rectora, Gonzáles Gass, mantenía su postura intransigente de sancionar y aplicar faltas a aquéllos que se movilizan en defensa de la educación pública, a aquéllos que alzan las banderas del pasado para dar las peleas de ahora.

Los aproximadamente 300 estudiantes nos encontramos con las puertas cerradas: las autoridades se negaban a dejarnos pasar a nuestra propia casa de estudios para reunirnos. Anticipando a los hechos, rodeamos el colegio, bloqueando las salidas laterales: más de una vez se ha “evacuado” el turno que está dentro de las aulas para que no tengan contacto con la deliberación y la decisión de las asambleas estudiantiles.

Unas horas más tarde, y bajo la presión de los estudiantes, abrieron las puertas y comenzamos la asamblea. En ella, se cristalizó un clima muy hostil a la decisión de la rectora (cuyos funcionarios negaban categóricamente las sanciones): su manera sistemática de hacer oídos sordos a nuestras exigencias y pisotearnos llegó a un límite. Se votó realizar una asamblea al día siguiente, con ánimos y gente renovados.

El jueves al mediodía se realizó una de las asambleas más numerosas que vivió el CENBA. La indignación y las ganas de luchar eran muchas: la palabra “toma” volvía a resonar en la cabeza de los estudiantes. Sin embargo, la postura de las autoridades se mantuvo pétrea: las sanciones “tenían que ser tratadas por el Consejo de Convivencia” (el mismo consejo antidemocrático que el año pasado sancionó a 90 alumnos por marchar y manifestarse). Cabe señalar una agresión propiciada por parte de un funcionario de G.G., quien tomó del cuello violentamente a un compañero frente a la asamblea del turno vespertino. Esos son los métodos de la rectora de los DD.HH: castigando por marchar, mintiendo y amedrentando estudiantes.

Ante toda esta situación, desde Tinta Roja impulsamos la toma del colegio, mientras que las agrupaciones El Resto y Desde Bolívar[1] se opusieron alimentando los prejuicios y fantasmas de las tomas pasadas. Lamentablemente, sus “métodos de lucha” se limitaron a realizar un petitorio y esperar a que sesione el antidemocrático Consejo de Convivencia, bajo la presión de un “ultimátum” que no proponía una medida de lucha concreta si el mismo no era cumplido por las autoridades. En otras palabras, fue un baldazo de agua fría al ánimo general. Pese a que un sector importante de la asamblea votó por la toma, se perdió la votación.

Sin embargo, la lucha continúa. En la última asamblea del día, para el turno noche, se decidió lanzar un comunicado explicando claramente la situación de la marcha y las sanciones, pidiendo solidaridad a los demás estudiantes, en vistas de seguir peleando por la independencia del CENBA (teniendo en cuenta, además, que estamos en medio de una lucha por el campo de deportes). La sesión del Consejo de Convivencia está convocada para el lunes 28. Confiamos en que los estudiantes apuesten a su fuerza para frenar cualquier avanzada autoritaria y garantizar que podamos seguir marchando y defendiendo aquello que nos parece necesario. Desde Tinta Roja, vamos a continuar en la primera línea, manteniendo la llama que se encendió la semana pasada, al calor de las asambleas, discutiendo en todos los espacios la necesidad de una medida de fuerza que le pare la mano a la rectora.


Nota:

[1] El Resto, orientada por Lobo Suelto-La Mella, se convirtió en la agrupación con más peso electoral del colegio tras la disolución de la CEBA. Desde Bolivar, a la que pertenece el actual presidente del centro, era el sector conciliador de la CEBA, que llevó a su ruptura. Estas mismas agrupaciones también se negaron a esperar al turno noche (el más directamente afectado por las sanciones y faltas) para realizar una asamblea conjunta, dejando aislado al sector que más apoyo necesita y que más puede impulsar la lucha.