Todavía
no se habían apagado las cenizas del debate por la ley de
medios cuando el gobierno puso sobre la mesa el Presupuesto
2010. Pero tan importante como esa ley es el paquete que
la acompaña. Por un lado, la prórroga de todas las
herramientas impositivas, incluidas algunas que vienen
desde las épocas de la emergencia económica de 2002:
ganancias, bienes personales, cheque, cigarrillos. A eso hay
que agregarle una importante novedad, la suspensión por
dos años de la ley de responsabilidad fiscal para las
provincias. Por el otro, la puesta en marcha de
negociaciones serias para recomponer la relación con el
FMI, arreglar con los acreedores del Club de París y
resolver de una vez el remanente de deuda con los holdouts
(los bonistas que no entraron al canje de 2005). El objetivo
es confeso y cristalino: volver a emitir deuda del
Estado nacional que tomen los mercados financieros
internacionales “normales” (no préstamos chavistas).
El
problema de fondo, que trataremos más abajo en mayor
detalle, es que se acabó la fantasía de “vivir con lo
nuestro”. Las arcas fiscales de la Nación –el superávit
fiscal, en suma– no dan abasto. Y el kirchnerismo, que se
ha propuesto dar pelea como gato panza arriba hasta 2011 por
lo menos, sabe que no tiene la menor chance si no robustece
la capacidad de hacer política con la caja. Puede ser que
el esfuerzo no alcance, pero los Kirchner tienen claro que sin
margen económico la derrota es segura. Conclusión: a
cortejar a los mismos prestamistas a los que se les había
hecho pito catalán y corte de manga.
“Normalización”
sí; tragar sapos, no
Irónicamente,
la iniciativa de “normalizar” la situación de Argentina
en el mundo financiero data de los comienzos de la gestión
de Cristina, pero nunca se pudo materializar: primero fue el
conflicto con los patrones rurales, después la crisis
mundial, luego la incertidumbre pos derrota electoral...
Ahora que todos esos factores parecen haberse aquietado un
poco, los Kirchner buscan sacar chapa de “hacer los
deberes”. Pero eso no se hará a cualquier precio.
Hubo y hay una negociación con el FMI respecto de las
formas que tendrá la revisión de las cuentas argentinas a
cargo de la misión del Fondo. El problema político es que
no se puede cacarear “nos independizamos del FMI” (Néstor
dixit) y después volver a tirarle la manga con la frente
marchita.
De
allí que la “recomposición de relaciones” entre el
gobierno y el Fondo tenga objetivos y límites precisos.
Primero: no se le pedirá plata, sino que avale la
operación de saldar la deuda con el Club de París, unos
8.000 millones de dólares. Ese pago, además, será en
cuotas, no de un saque como hizo Kirchner con el FMI en su
momento, cuando las reservas sólo crecían y crecían. Si
eso se resuelve, es una señal categórica para los
banqueros de que Argentina vuelve a ser digna de crédito
(en los dos sentidos). Segundo: la misión del Fondo no hará
sus clásicas “recomendaciones” de política económica,
que en épocas de Menem tenían valor de palabra santa. La
idea es que los burócratas del FMI se quejen un poco de las
cifras del Indek pero terminen diciendo que las cosas no están
tan mal. Es decir, que otorguen una especie de constancia
semioficial (pero muy valiosa para el mundillo
financiero y los inversores) de que Argentina, después de
todo, no caerá en default.1
La frutilla del postre sería arreglar con los holdouts,
que deberían soportar una quita igual o mayor que la de
2005, pero salvo los buitres más buitres, una porción
importante está resignada a agarrar viaje.
¿Cómo
justifica el gobierno volver al mismo lugar de donde antes
festejó retirarse? Con una mentira: el actual sería “otro
FMI”, es decir, una institución más responsable, que
ha hecho la autocrítica por su lamentable papel en las
crisis de la deuda y su nula capacidad de previsión del
crack financiero mundial, y que ahora estaría casi
comprometida con el “desarrollo sustentable”. Algo así
como volver al criterio de fundación de 1945. Lo único
malo de este argumento es que nadie lo toma en serio: en
cualquier espejo que se miren los Kirchner asoma la cara
de hereje de la necesidad.
También
hay verdades. Una: si hace falta esa bendición para pedirle
plata al mundo, los Kirchner quieren mostrar que se la
conseguirá sin necesidad de besarles la mano a los
cardenales del FMI (por no hablar de prácticas más
“maradonianas” típicas del menemato). Otra: el contexto
económico internacional es ahora algo más propicio
para el gobierno, porque el FMI no habrá cambiado su
esencia pero anda algo de capa caída como para imponer las
condiciones de antaño. Además, la teoría de los “brotes
verdes” en la crisis internacional es un cuento chino,
pero los bancos lograron recuperarse un poco (a expensas de
transferirle el problema a la economía real) y hay cierta liquidez
financiera en busca de tasas tentadoras. Como las que
ofrecerá la deuda argentina una vez que se emita.
Nación
solvente, provincias endeudadas, sueldos congelados.
Ah,
y 135 pesos para los niños pobres
Como
se ha dicho, el objetivo número uno del Presupuesto 2010 es
dotar al Estado nacional de todas las herramientas posibles
para recaudar. Pero no es el único. Otro muy importante es
legalizar las vías para que el Ejecutivo pueda disponer
a discreción de eventuales ingresos excedentes.2
El mecanismo para eso ya es un clásico de los presupuestos
K, aunque el año pasado rindió menos: subestimar los
ingresos. El tercero es mandar un mensaje de austeridad... a
los trabajadores. Partidas presupuestarias puede llegar a
haber para todo, menos para aumentar salarios. Y el cuarto
es volver a la disciplina del látigo financiero con las
provincias (esto es, con los gobernadores, varios de ellos
ya anotados en la carrera presidencial para 2011).
Con
este último fin se votó una suspensión de la ley de
responsabilidad fiscal, en su momento presentada como señal
de “ortodoxia” en materia de gasto público. Esa ley
prohibía a las provincias aumentar los gastos por encima
del crecimiento del PBI, endeudarse y desviar partidas específicas
(como obras públicas) a gastos corrientes (sueldos). Con
esta norma en suspenso, las provincias –muchas de ellas
abiertamente en rojo fiscal desde hace uno o dos años,
empezando por Buenos Aires– podrán endeudarse. ¿Cómo?
Emitiendo títulos que terminará comprando... la Nación.
El Presupuesto delegará en el Ejecutivo la facultad de
renegociar deudas provinciales, siendo que el 70% de la
deuda de los estados provinciales es con el Estado nacional.
También para los gobernadores la necesidad tiene cara de
hereje: mientras que en Diputados el Presupuesto pasó con
escaso margen, la suspensión de la responsabilidad fiscal
se aprobó con holgados 150 votos.
Claro
que para el gobierno y los medios la estrella del
Presupuesto será la discusión sobre el ingreso de 135
por hijo a los trabajadores que no estén en blanco.
Gracias a los desvelos de la Iglesia, la seriedad de la
oposición de derecha y la infatigable labor del
“periodismo independiente”, se ha logrado imponer en la
agenda de este gobierno insensible el problema de la
pobreza...
El
debate sobre el tema muestra casi obscenamente el cinismo y
el paternalismo burgués de todos los implicados, así como
su carácter rabiosamente clasista. Las cifras no son el
meollo de la cuestión. Por ejemplo, los obispos piden 180
pesos, pero incluyendo a todos los “niños, adolescentes y
embarazadas en situación de vulnerabilidad social,
independientemente de la condición laboral o social de los
padres”. Lo de Carrió es ya desopilante: brama
sobre la necesidad de un ingreso universal para los niños
“de todas las clases sociales” (sic).3
El espectáculo de los fabricantes de pobres discutiendo
cómo organizar mejor un té canasta para juntar limosna sería
gracioso si no fuera repugnante.
Digamos
que tampoco la centroizquierda (Lozano, de la CTA, y
Raimundi) se privó de sumarse al pedido de “asignaciones
universales”. Curiosamente, todos se acusan mutuamente de
fomentar el clientelismo, algo imposible de evitar mientras
la llave de ese ingreso la tengan Estados y gobiernos
capitalistas. El caso de la CTA es incluso más escandaloso,
porque dicen representar a trabajadores. ¿A esta
gente no se le ocurre que la pobreza debe tener algo que ver
con los bajos ingresos salariales? ¿Y que si esos
ingresos mantienen a importantes franjas de trabajadores
bajo la línea de pobreza, es más urgente que nunca el
descongelamiento de las paritarias, algo que ni gobierno
ni oposición de derecha mencionan? Una vez más, la CTA actúa
más como una ONG, una especie de Cáritas laica y progre,
antes que como una organización de trabajadores.
Perspectivas:
pronóstico reservado
Ya
hemos mencionado en otras oportunidades que los
“fundamentals” de la economía K hacen agua. El superávit
fiscal está en serio peligro (de allí la necesidad de
endeudamiento). El superávit comercial ahora es récord,
pero al precio de un desplome brutal de las cifras de
comercio exterior, síntoma infalible de recesión. Al
menos, el gobierno puede respirar porque se frenó la sangría
de fuga de capitales. Un poco porque la burguesía se resignó
a que los modales políticos K, aunque no tienen arreglo,
son menos nocivos para la economía de lo que les gusta
decir en público. Y otro poco porque el dólar, en todos
lados, retrocede como refugio de valor. Es por eso que
economistas y gurúes ya estiman que 2010 sería un año de crecimiento
moderado, pero sin duda mejor que 2009.4
¿En
qué sustentan ese módico optimismo? En que constatan que
el gobierno hará los deberes macro (a su desagradable
manera, peros lo hará) pero, sobre todo, confían en que el
contexto global va a profundizar la salida de la crisis, al
menos en lo que hace a la región. Por ejemplo, la mayoría
asume un despegue de la economía brasileña que favorecerá
a la industria argentina, en particular a las terminales
automotrices. Según el IARAF, la soja volverá a ser el
motor de las exportaciones, con cosechas récord (de paso:
¡qué andar discreto el de la dirigencia campestre últimamente!
¿Será que también se frotan las manos?). Y la construcción,
ante la decadencia del dólar como reserva de valor, podría
levantar cabeza, aunque no a los niveles de boom de
2003-2007 (Abeceb.com). Como se ve, entre terminales
extranjeras con régimen de promoción a medida, pellets de
soja y edificios de lujo, el “modelo industrialista” de
los Kirchner goza de excelente salud...
Sin
ánimo de pinchar globos, nos permitimos el beneficio de la
duda. Más allá de que el ámbito político local
pueda generar su propio “ruido” (tema que merece
análisis aparte), atar el rumbo de la economía argentina
en 2010 a un pronóstico casi dorado de salida definitiva de
la crisis global parece más una moción de anhelo que una
evaluación profunda de las tendencias reales.
1
Según resume el columnista Néstor Scibona, todo lo que
buscan los Kirchner del FMI es la siguiente declaración:
“La deuda pública argentina es sustentable” (La
Nación, 18-10-09).
2
La oposición de derecha estima (acaso exagerando, pero
no inventando) en 19.000 millones de pesos la “cajita
feliz” que quedará a cargo del ministro De Vido (Página
12, 16-10-09). Por otra parte, nadie en sus cabales
cree que el gobierno respetará el límite del 12% que
el Presupuesto estipula para el aumento del gasto público.
Otro chanchito que se alimentará con emisión de deuda
pública, una vez que haya “fumata blanca” con el
FMI.
3
Cabe preguntarse cómo gastarán los niños de los
countries de Nordelta, Pilar, Fisherton o Río Cuarto
sus 135 pesos mensuales: ¿pagarán la cuota para
cambiar su celular por uno de última generación, con
filmadora, GPS, MP4 y Play Station? ¿O acaso,
sensibilizados por la prédica humanista y cristiana de
la Mesías de la clase media gorila, donarán a Cáritas
ese sucio dinero K manchado con sangre de “productores
del campo” o con barro de piqueteros violentos?
4
Ver el informe con opiniones de una decena de
consultoras y organismos en La Nación, 18-10-09.