A estas horas, Mel Zelaya sigue dando nuevos “plazos”
a la negociación con los golpistas: su consigna parece ser
opuesta a la del viejo caudillo radical argentino Leandro N.
Alem: “Que se doble pero que no se
rompa”...
Así son los plazos de Zelaya: se estiran hasta el
infinito, entregando en
el medio todas y cada una de las reivindicaciones por
las cuales la resistencia popular ha estado en las calles
cotidianamente, desde el mismo día en que los golpistas se
hicieron con el poder.
Zelaya ha entregando ya la principal reivindicación de la
lucha: la Asamblea Constituyente.
Zelaya ha entregado también el castigo a los golpistas,
aceptando una amnistía para ellos.
Zelaya ha aceptado incluso un gobierno de “reconciliación
nacional”, es decir, con las fuerzas golpistas: un escándalo
que significaría cogobernar con los que tienen manchadas
las manos de sangre de tantos compañeros.
Por esto mismo no debería sorprender, incluso, que
termine entregando también hasta su propia “cabeza”.
Que, después de días y días de “diálogo”, más diálogo,
declaraciones altisonantes para la TV y conciliaciones con
los gorilas, termine aceptando no ser restituido, o
que esto se haga de modo absolutamente formal, mediante un
“gobierno tripartito” u otro enjuague por el estilo.
En medio de todo este juego conciliador, lo que ha quedado
completamente fuera de foco es la lucha de la resistencia
misma. ¡Hace semanas
que la dirección de la resistencia –el Frente Nacional de
Resistencia– no convoca a ninguna acción real, de
magnitud!
Esto es directa responsabilidad de los dirigentes
“melistas” de la resistencia, como Juan Barahona, que ha
llevado adelante la semana que pasó el
“show” mediático de salir de la mesa negociadora.
Esto es sólo una burda maniobra para evitar que caiga sobre
su cabeza el hecho de que su jefe político, Zelaya, ha
entregado, en menos que lo que canta un gallo, la
Constituyente.
Desde la Corriente Internacional Socialismo o Barbarie y
nuestros compañeros del PST, rechazamos categóricamente la
vía muerta del “diálogo” con los gorilas como la forma
de conseguir las reivindicaciones populares.
El retorno de Zelaya colocó
la posibilidad de la huelga general que tirara
definitivamente abajo todo el régimen gorila. Pero Mel
Zelaya y sus representantes en el movimiento popular
estuvieron total y absolutamente en contra de esta salida.
El mismo Zelaya, desde que pisó la embajada del Brasil, se
jugó a la vía de la “reconciliación”, más allá de
palabras y gestos “bravucones”.
En estos momentos, al diálogo parece estar nuevamente
“interrumpido” pero Zelaya no cambia su política: está
subordinando toda la resistencia a la vía muerta de un
evidente callejón sin salida. El melismo sigue y sigue
buscando una vía conciliadora de salida con Micheletti. A
nuestro modo de ver, no se puede perder un minuto sin
desarrollar un durísimo debate al interior de la
resistencia, que fomente el descontento con esta situación
y plantee la desconfianza en la política
conciliadora de Mel Zelaya.
¡No puede ser que la heroica resistencia esté, a estas
horas, completamente
subordinada a los “enjuagues” de los dirigentes en las
alturas, mientras se entregan una a una las
reivindicaciones de la lucha y se desmoviliza casi
completamente al movimiento obrero, campesino y popular.
La candidatura independiente de Carlos H. Reyes ha
anunciado su retiro incondicional de las elecciones si estas
se realizan bajo Micheletti. Incluso más: ¡se están
realizando asambleas de la candidatura todo a lo largo y
ancho del país y el 95% de los compañeros vota que si
siguen los gorilas hay que organizar el boicot a las
elecciones!
Al mismo tiempo, el desafío es recoger una a una las
reivindicaciones que Zelaya ha ido arrojando por el camino:
en primer lugar, la perentoria necesidad de la convocatoria
a una Constituyente
Revolucionaria que barra a todas las
instituciones golpistas, así como el castigo a los
gorilas asesinos, reivindicaciones que sólo podrán ser
garantizadas si se tira abajo la dictadura mediante la
huelga general y un gobierno provisorio de la misma
Resistencia.