Socialismo o Barbarie, periódico Nº 163, 05/11/09
 

 

 

 

 

 

Crisis política en la Ciudad por el caso James

Haciendo una SIDE propia

Por Manuel Rodríguez

El escandaloso caso del espía James desató una crisis política en el gobierno de Macri. Ciro James, ex agente de la Policía Federal, estaba pinchando el teléfono de Sergio Burstein, uno de los dirigentes de  Familiares y Amigos de las Víctimas del Atentado a la AMIA que salió a enfrentar al macrismo por la designación de Palacios como futuro jefe de la Policía Metropolitana. Palacios tuvo todo el tiempo el apoyo del macrismo y su derrota fue una dura derrota al proyecto de la Metropolitana, producto de la presión ejercida por las manifestaciones en su contra y el procesamiento en la causa AMIA (Palacios ayudó a varios de los sospechosos de la causa a evitar a la justicia).

Pero el escándalo es aún mayor. El espía trabajaba desde el Ministerio de Educación de la Ciudad, cobrando más de 6.000 pesos por mes, como asesor, aunque hasta el día de la fecha ningún funcionario macrista pudo justificar bien qué hacía. El mismo Ministerio desde el cual se labraron listas negras contra los estudiantes y docentes que lucharon contra el plan de recorte de becas que impulsó el ministro Nadorowski hace algunos meses. Es por eso que desde los trabajadores de la Educación salieron a exigir la renuncia de Nadorowski: la solución a los problemas de los docentes para este funcionario no viene de la mano de mejores salarios y condiciones de trabajo, sino ¡con espionaje para enfrentar a los docentes y estudiantes que luchan por sus reclamos!

Una nueva policía “al servicio de la comunidad”

El macrismo tenía grandes planes para James. No sólo el montar, organizar o coordinar la red de inteligencia del Ministerio de Educación, sino también formar parte de la dirección de la nueva Policía, convocado por Palacios. Algo totalmente natural, ya que el renunciado ex director y el espía compartieron su trabajo en la Federal, donde trabajaron en la  Triple Frontera, y en el club Boca Juniors, del cual fuese presidente el actual Jefe de Gobierno. El ministro de Justicia y Seguridad Montenegro no supo contestar una cosa coherente sobre la incorporación de James a la Metropolitana. Su desubicación ya se cobra los costos. Un rival suyo, un “civil”, es el nuevo director de la Metropolitana. El “civil” Eugenio Burzaco tiene, como corresponde, un prontuario digno de sus antecesores. Se ha formado en las mejores universidades gringas, allá donde la policía está entrenada para tener “tolerancia cero” para con los pobres, los no blancos, los inmigrantes y los luchadores, donde los problemas se resuelven a la Guantánamo. Participa de varios grupos de derecha (como el larretista Grupo Sophia y la procesista Fundación Pensar) e hizo sus “prácticas” como asesor de seguridad para Sobisch. Un experto digno de la misión de la nueva policía.

Como el otro ex director de la Metropolitana, Chamorro, otro íntimo de Palacios al que el caso del espía se llevó puesto, todas las “grandes” figuras de la nueva policía vienen a confirmar el carácter procesista, anti obrero y popular de esta nueva policía. Macri quiere institucionalizar y ampliar la labor de la UCEP, que según un informe del ministerio al cual pertenece esta fuerza parapolicial realizó 435 desalojos de personas sin techo en 7 meses de trabajo. Quiere una fuerza propia que responda a sus propios fiscales para reprimir a las manifestaciones de los docentes, los trabajadores y los estudiantes en la calle, como pidió que se haga con el acampe piquetero frente al Ministerio de Desarrollo del martes 3 de noviembre. Quiere una fuerza bien nutrida de espías y agentes de inteligencia para realizar sus operaciones de investigación y persecución de aquellos que pelean contra las políticas privatistas y reaccionarias. Como se puede leer en el Página 12 del domingo 1º del corriente, desde el macrismo dicen:  “nosotros recibimos veinte plumas [espías] y nos quieren hacer un escándalo. La Federal tiene 400, con nombres falsos, y no le hacen ningún cuestionamiento…”.

Otra cosa no se puede esperar de un empresario procesista y menemista como Macri. Él también quiere meter su mano de lleno en los negocios de la droga, la trata de mujeres para la prostitución, los desarmaderos de autos. Él también quiere reprimir como hizo Scioli a los trabajadores de Kraft. Y le quiere mostrar a los vecinos sensibles de Palermo y Caballito que puede limpiar la ciudad de pobres e “indecentes”.

Todo aKordado

En un intento por desviar la atención de los ministros en jaque, el macrismo salió a decir que todo esto es una operación del gobierno nacional y la Federal, porque no quieren soltar la caja, porque no quieren compartir la Ciudad. Pero han sido varias y bien publicitadas las reuniones entre Alak, Fernández y Randazzo y Montenegro y Rodríguez Larreta los últimos meses para coordinar la acción entre la Metropolitana y la Federal. Mientras el gobierno K no tenga que poner un peso, lo dejarán actuar a Macri libremente con su policía, como lo han afirmado más de una vez. Por otro lado, la estrategia del kirchnerismo en la ciudad es formar una comisión investigadora en la Legislatura ¡con los propios macristas! (ver Clarín del 26 de Octubre).

El kirchnerismo ha demostrado una vez más que no busca enfrentar al macrismo. Son dos divisiones diferentes de sectores políticos que comparten la misma tarea: enfrentar los reclamos de los trabajadores, los estudiantes y de los sectores populares organizados para garantizar los “buenos negocios” de las grandes patronales. Por eso reprimen sus manifestaciones, espían a sus organizaciones y activistas y buscan “normalizar” la insufrible y miserable decadencia de la ciudad y el país que administran.

Como dijimos ya en otras ocasiones, el pueblo trabajador y los luchadores de la ciudad no pueden confiar en el kirchnerismo para organizarse y movilizarse. Deben y pueden salir a frenar a la Metropolitana y UCEP, exigir su disolución y la renuncia inmediata de Montenegro, Nadorowski y Burzaco. Las renuncias de Palacios y de Chamorro muestran que ningún espía, ni ningún acuerdo entre los de arriba puede parar los trabajadores, estudiantes y al pueblo y sus organizaciones en la calle cuando luchan por sus reclamos.