El escandaloso caso del espía James desató una crisis
política en el gobierno de Macri. Ciro James, ex agente de
la Policía Federal, estaba pinchando el teléfono de Sergio
Burstein, uno de los dirigentes de
Familiares y Amigos de las Víctimas del Atentado a
la AMIA que salió a enfrentar al macrismo por la designación
de Palacios como futuro jefe de la Policía Metropolitana.
Palacios tuvo todo el tiempo el apoyo del macrismo y su
derrota fue una dura derrota al proyecto de la
Metropolitana, producto de la presión ejercida por las
manifestaciones en su contra y el procesamiento en la causa
AMIA (Palacios ayudó a varios de los sospechosos de la
causa a evitar a la justicia).
Pero el escándalo es aún mayor. El espía trabajaba
desde el Ministerio de Educación de la Ciudad, cobrando más
de 6.000 pesos por mes, como asesor, aunque hasta el día de
la fecha ningún funcionario macrista pudo justificar bien
qué hacía. El mismo Ministerio desde el cual se labraron
listas negras contra los estudiantes y docentes que lucharon
contra el plan de recorte de becas que impulsó el ministro
Nadorowski hace algunos meses. Es por eso que desde los
trabajadores de la Educación salieron a exigir la renuncia
de Nadorowski: la solución a los problemas de los docentes
para este funcionario no viene de la mano de mejores
salarios y condiciones de trabajo, sino ¡con
espionaje para enfrentar a los docentes y estudiantes que
luchan por sus reclamos!
Una nueva policía “al servicio de la comunidad”
El macrismo tenía grandes planes para James. No sólo el
montar, organizar o coordinar la red de inteligencia del
Ministerio de Educación, sino también formar parte de la
dirección de la nueva Policía, convocado por Palacios.
Algo totalmente natural, ya que el renunciado ex director y
el espía compartieron su trabajo en la Federal, donde
trabajaron en la Triple
Frontera, y en el club Boca Juniors, del cual fuese
presidente el actual Jefe de Gobierno. El ministro de
Justicia y Seguridad Montenegro no supo contestar una cosa
coherente sobre la incorporación de James a la
Metropolitana. Su desubicación ya se cobra los costos. Un
rival suyo, un “civil”, es el nuevo director de la
Metropolitana. El “civil” Eugenio Burzaco tiene, como
corresponde, un prontuario digno de sus antecesores. Se ha
formado en las mejores universidades gringas, allá donde la
policía está entrenada para tener “tolerancia cero”
para con los pobres, los no blancos, los inmigrantes y los
luchadores, donde los problemas se resuelven a la
Guantánamo.
Participa de varios grupos de derecha (como el larretista
Grupo Sophia y la procesista Fundación Pensar) e hizo sus
“prácticas” como asesor de seguridad para Sobisch. Un
experto digno de la misión de la nueva policía.
Como el otro ex director de la Metropolitana, Chamorro,
otro íntimo de Palacios al que el caso del espía se llevó
puesto, todas las “grandes” figuras de la nueva policía
vienen a confirmar el carácter procesista, anti obrero y
popular de esta nueva policía. Macri quiere
institucionalizar y ampliar la labor de la UCEP, que según
un informe del ministerio al cual pertenece esta fuerza
parapolicial realizó 435 desalojos de personas sin techo en
7 meses de trabajo. Quiere una fuerza propia que responda a
sus propios fiscales para reprimir a las manifestaciones de
los docentes, los trabajadores y los estudiantes en la
calle, como pidió que se haga con el acampe piquetero
frente al Ministerio de Desarrollo del martes 3 de
noviembre. Quiere una fuerza bien nutrida de espías y
agentes de inteligencia para realizar sus operaciones de
investigación y persecución de aquellos que pelean contra
las políticas privatistas y reaccionarias. Como se puede
leer en el Página 12 del domingo 1º del corriente, desde
el macrismo dicen: “nosotros
recibimos veinte plumas [espías] y nos quieren hacer un escándalo.
La Federal tiene 400, con nombres falsos, y no le hacen ningún
cuestionamiento…”.
Otra cosa no se puede esperar de un empresario procesista
y menemista como Macri. Él también quiere meter su mano de
lleno en los negocios de la droga, la trata de mujeres para
la prostitución, los desarmaderos de autos. Él también
quiere reprimir como hizo Scioli a los trabajadores de Kraft.
Y le quiere mostrar a los vecinos sensibles de Palermo y
Caballito que puede limpiar la ciudad de pobres e
“indecentes”.
Todo aKordado
En un intento por
desviar la atención de los
ministros en jaque, el macrismo salió a decir que todo esto
es una operación del gobierno nacional y la Federal, porque
no quieren soltar la caja, porque no quieren compartir la
Ciudad. Pero han sido varias y bien publicitadas las
reuniones entre Alak, Fernández y Randazzo y Montenegro y
Rodríguez Larreta los últimos meses para coordinar la acción
entre la Metropolitana y la Federal. Mientras el gobierno K
no tenga que poner un peso, lo dejarán actuar a Macri
libremente con su policía, como lo han afirmado más de una
vez. Por otro lado, la estrategia del kirchnerismo en la
ciudad es formar una comisión investigadora en la
Legislatura ¡con los propios macristas! (ver Clarín del 26
de Octubre).
El kirchnerismo ha demostrado una vez más que no busca
enfrentar al macrismo. Son dos divisiones diferentes de
sectores políticos que comparten la misma tarea:
enfrentar los reclamos de los trabajadores, los estudiantes
y de los sectores populares organizados para garantizar los
“buenos negocios” de las grandes patronales. Por eso
reprimen sus manifestaciones, espían a sus organizaciones y
activistas y buscan “normalizar” la insufrible y
miserable decadencia de la ciudad y el país que
administran.
Como
dijimos ya en otras ocasiones, el pueblo trabajador y los
luchadores de la ciudad no pueden confiar en el kirchnerismo
para organizarse y movilizarse. Deben y pueden salir a
frenar a la Metropolitana y UCEP, exigir su disolución y la
renuncia inmediata de Montenegro, Nadorowski y Burzaco. Las
renuncias de Palacios y de Chamorro muestran que ningún espía,
ni ningún acuerdo entre los de arriba puede parar los
trabajadores, estudiantes y al pueblo y sus organizaciones
en la calle cuando luchan por sus reclamos.