Hace
algunas semanas se recibió un mail a la casilla de la
Comisión por el Edificio de una compañera de Sociales,
Laura (nombre que decidió utilizar para resguardar su
identidad), denunciando que hace más de un año sufrió un
intento de violación por parte de un hombre que actualmente
se encuentra en la sede de Marcelo T, llamado Lucas.
Laura
no cursa en esa sede, pero se encontraba ahí realizando un
trámite cuando se encontró a Lucas, ajeno a nuestra
Facultad, quien suele estar en el estacionamiento durante
toda la jornada de cursada. A raíz de esta situación la
compañera decidió poner en conocimiento lo que le había
ocurrido con expectativas de que se hiciera algo al
respecto.
¿Y qué se hizo?
Frente
a la denuncia de Laura, se convocó a una sesión
extraordinaria de la comisión directiva del Centro de
Estudiantes, en la que participaron las distintas
agrupaciones.
Desde
Las Rojas se planteó la necesidad de llamar a asamblea para
discutir y poder llevar adelante acciones concretas que
salgan del conjunto del movimiento estudiantil, acciones
dirigidas a la denuncia de esta situación y organización
para dar respuesta a la misma, y que no sean medidas que se
tomen por arriba sin discusión ni participación de las
compañeras: que el movimiento estudiantil sea arte y parte
de sus tareas.
Y
sin embargo una vez más, la “coordinación” del centro
decidió darnos la espalda, decidiendo qué es lo mejor para
las y los estudiantes tomando un café en la oficina del
decano. ¿Y de llamar a la asamblea…? Será que tendremos
que esperar que alguna lluvia inunde la sede de Constitución...
Al final parece que a El Tren no le interesa tanto que los y
las estudiantes nos organicemos. Repasemos este último
cuatrimestre: un golpe de estado en Honduras; masiva
movilización de trabajadores de Terrabusi-Kraft despedidos;
un monseñor católico apostólico romano volvió atacando
nuevamente los derechos de las mujeres. Y si es por el
centro, los y las estudiantes la miramos por TV.
Eso
sí, no se limitó a hablar sólo con el decano, habló de
conformar una comisión que discuta la situación de calle,
habló de redactar una declaración y habló de armar
talleres de contención, pero... sólo habló.
La
comisión no se conformó, la declaración tardó semanas en
salir (haciendo que nuestros compañeros y compañeras no se
enteraran más que por rumores de pasillos) y ni hablar de
los talleres de contención. Sólo se consiguió volver a
convocar la Comisión de mujeres (que en realidad ya estaba
en funcionamiento), pero que sin difusión, claro está, sólo
podemos ir aquellas personas que estamos nucleadas en las
organizaciones estudiantiles. Lo que parece tragicómico
es que justamente estas políticas vienen de la mano de una conducción
que se llena la boca hablando de la participación y
horizontalidad?!?!?! El Tren no quiso ni convocar a discutir
en una comisión.
Esto pasó, porque podía pasar…
Para
que quede claro, somos conscientes que lo de Lucas no fue
una situación aislada, se da en una sociedad que propicia
las condiciones para que esto ocurra.
Esta
es una situación más de las tantas a las que las mujeres
estamos expuestas habitualmente; la violencia y opresión de
un sistema patriarcal y capitalista se materializa en
acciones concretas como éstas. La violencia que sufrimos
las mujeres es un abanico de situaciones que involucra la
violencia familiar, los femicidios, los abusos y las
violaciones, la explotación sexual, las redes de trata para
el “negocio” de la esclavitud sexual, las cientos de
mujeres que mueren por la clandestinidad del aborto, todas
ellas pobres y trabajadoras, muertas por abortos
clandestinos mal realizados, la sexualidad enajenada, la
heteronormatividad compulsiva, la misoginia del sistema
legal, los salarios de miseria, la desocupación, la
pobreza, y hasta los insultos que recibimos cotidianamente
en la calle… y encima quieren que nos acostumbremos!!!!!!
Cuantas
veces escuchamos: “ella seguro lo provocó”, “a las
mujeres les gusta” o “tenía la pollerita demasiado
corta”. Frases que buscan justificar el continuo
sometimiento que nos quieren imponer, y silenciar a las que
todavía no nos acostumbramos.
Y
la responsabilidad sigue siendo “de las mujeres”: ¿sabías
que los delitos sexuales son los únicos en los que se
investiga a la víctima? O alguna vez escuchaste de alguien
que fue a denunciar el robo de su billetera y lo revisara el
cuerpo médico forense?!
Pero no sólo la culpabilización es
un mecanismo de opresión; el silencio juega el mismo papel.
Que una mujer no encuentre espacios para denunciar, para
decir las violencias que sufre, tiene las mismas
consecuencias nefastas que la responsabilización.
Por
todo esto creemos que tenemos que hablar, que denunciar los
abusos que vivimos en los distintos ámbitos como el
trabajo, la facultad, la calle, la familia…
Y
denunciar quiere decir enunciar, nombrar a quién es
responsable, romper el silencio que envuelve todas las
situaciones de abuso, hacerlo público. Pero también la
denuncia tiene que ver con acciones concretas. No podemos
permitir que se sigan exponiendo a las personas abusadas a
transitar los mismos ámbitos que los abusadores. Mucho
menos podemos permitir que ante una denuncia no se haga
nada… como pasó con Laura.
Y
para hacer, tenemos que entender quiénes son los
responsables. Porque la opresión de la que hablamos no es
una lucha de hombres
contra mujeres. Es el Estado y el gobierno K en particular
quien garantiza las condiciones necesarias para que las
mujeres sean violentadas cotidianamente: existen condiciones
materiales que permiten que esto suceda. No podemos seguir
hablando de empoderamiento
como si sólo se tratase de darle una palmadita en el hombro a la
mujer que es golpeada por su pareja, a la mujer que no puede
decidir sobre su maternidad, a la mujer víctima de las
redes de explotación sexual.
Si
una mujer no tiene una vivienda, si no tiene trabajo o lo
tiene con un salario de miseria, entonces cuáles son las
posibilidades para que esta mujer pueda salir del circuito
de violencia y sometimiento.
Desde
Las Rojas entendemos que es el Estado quien genera y
garantiza las condiciones materiales para perpetuar las
relaciones de opresión; pero también hay personas
individuales que llevan adelante estas relaciones, y que son
responsables de ello. Es en esta dirección que se tienen
que dirigir todos nuestros esfuerzos.
Este 25 digamos: ¡Basta de
violencia hacia las mujeres!
Es
por todo esto que estamos organizándonos para el próximo
25 de noviembre, Día de Lucha Contra Toda Forma de
Violencia hacia la Mujer. Y sin embargo nos resulta paradójico
que muchas de las agrupaciones que participan de esta movida
no quieran dar respuesta a la situación concreta planteada
por Laura, algo que está delante de nuestras narices!!
En
ese día de lucha es importante que para repudiar no sólo a
los violadores, abusadores, golpeadores, sino también a un
sistema opresor que genera las condiciones para que éstos
actúen, confluyamos masivamente todos y todas para decir:
¡Basta de violencia hacia las mujeres!