Los
trabajadores de la Educación de la Ciudad de Buenos Aires
luego de más de un año de conflicto estamos más que
preocupados al cierre del 2009.
El
resultado en este período de lucha fue nulo
en cuanto a reivindicaciones materiales concretas. Al mismo
tiempo comienza a darse un incipiente
proceso de descontento y
cuestionamiento
hacia todas las conducciones sindicales: Ute, Ademys, Camyp,
etc., (17 gremios en la Ciudad Autónoma) encuadrados en su
mayoría en la CGT y la CTA.
Ante
la situación de crisis los diferentes distritos
provinciales y el local llevan a la práctica la misma política:
Presupuesto Cero
para el 2010.
Léase esto como ningún aumento salarial, precariedad
laboral y ninguna inversión en educación. Todos los
gobiernos provinciales y el local –avalados por el
gobierno K– responden al parámetro capitalista: la variable
de ajuste
de la crisis son los
trabajadores y los estudiantes.
Desde
todas las gestiones se exige a los docentes "excelencia
educativa" y al mismo tiempo se recortan los
presupuestos educativos, se ignoran las condiciones
laborales miserables como así también se niegan aumentos
salariales para este y el próximo año.
Queda
claro que en estas condiciones
el objetivo es: educación para unos pocos y en este contexto la escuela pública deja de producir conocimiento para pasar a
ser contenedora social de los sectores más castigados.
Educación:
Cero
En
nuestra ciudad esta misma lógica de fragmentación
y desguase de la educación adquiere un perfil escandaloso.
Los
proyectos a discutirse en la Legislatura (impulsados por el
Jefe de Gobierno) como "La escuela nueva" y
"Plan de inclusión Cero" entre otros, acentuaría
aún más la diferencia entre pobres y ricos. Además del
absurdo de no explicar en cómo estos cambios se llevarían
adelante sin presupuesto, pondría en marcha el escandaloso traslado como ganado
de miles de niños y adolescentes de la periferia sur de la
ciudad hacia escuelas de la zona norte hoy despobladas. Además
de negarles el derecho a una escuela digna y en condiciones,
les quitaría a los estudiantes la pertenencia e identidad
con su barrio.
Se
agrega a esto el montaje de la Policía
Metropolitana y
su espionaje
sobre docentes instalado en el propio Ministerio de Educación
a cargo de don Mariano Narodowsky; la ingerencia
ideológica de diferentes
cultos en la
educación, sobre todo de la Iglesia católica y judía
sobre la formación docente y los planes de estudio. Por
ejemplo, en el Centro de Capacitación Docente de la
Ciudad, la DAIA y la Policía Federal dictan cursos a
maestros. También hay que mencionar que la Ciudad Autónoma
no posee Ley de Educación, entre otras cosas por el
“lobby” ejercido por el Arzobispado porteño. Pero, hete
aquí que para el año 2010 el gobierno PRO destinará un
millón de pesos más
para las escuelas
confesionales quitándoselos a las arcas de la escuela pública.
Esta
política en lo educativo se condice con la que Macri está
llevando en el plano de la cultura:
vaciamiento y privatización,
desmantelando y expropiando espacios
y centros culturales de la comunidad para imponer una
cultura en función del turismo y los fabulosos negocios
para su grupo empresarial amigo del PRO.
Tareas
para 2010: desbordar a
la burocracia y organizarse
La
Ley Federal de Educación del menemismo, aprobada
con la anuencia de
todos los
gremios, produjo el golpe final en la educación
argentina. El Estado Nacional se desentendió de la educación
pasando ésta a las provincias y dejándola librada a la
suerte de cada jurisdicción.
La
desintegración de la educación pública fue posible también
por la complicidad
de las burocracias
sindicales que siguen gozando de buena salud entre los trabajadores
de la Educación.
Esta
burocracia cumple
un rol funcional hoy en día, pues enfría planes de lucha
con “paros testimoniales”, aislados y discontinuos, y
con la absoluta negativa de impulsar asambleas por escuelas
y todo intento de nacionalizar
los conflictos. Como muestra de esto, escuchamos en la última
movilización ocurrida el 26 de noviembre frente a la
Jefatura de Gobierno al dirigente de ATE, Rodolfo Arrechea,
"apelar a
la esperanza" (!!)
como toda salida para los trabajadores de la Educación en
vez de convocar a la movilización y a la organización
proponiendo medidas concretas de lucha.
El
2010 a los trabajadores de la Educación nos debe encontrar más duros que
nunca con los gobiernos patronales, el empresario local devenido a
político y los sindicalistas burócratas.
Debemos
impulsar nuevos caminos para que se canalicen y organicen
las rebeldías y los enojos de todos los trabajadores
mediante una genuina democracia sindical para poner
en pie
una nueva corriente independiente
de los gobiernos patronales y de la burocracia sindical. Una
corriente que defienda los verdaderos intereses de los
docentes y una escuela pública para el pueblo y la clase
trabajadora en su conjunto.