El Dr. Posse ataca un tema sensible a la sociedad, la
delincuencia juvenil, para llevar su descontento hacia la
derecha más derecha.
Con menos popularidad que Susana Giménez pero con la
precisión de un ultrarreaccionario profesor, reclama “mano dura” sobre todo con los jóvenes y los niños.
Los K se han convertido para este señor en los destructores
de las FF.AA., el orden público y la fuerza del Estado. La
oposición de derecha también recibe sus críticas por no
estar a la altura de las circunstancias. Entiéndase: “no
se ponen los guantes”.
Aunque el centro de su ataque para preservar el orden son
los delincuentes jóvenes, no se queda corto con los
movimientos piqueteros y todos aquéllos que cortan la
calle, aunque no especifica qué opinión le merecieron los
cortes de ruta de los sojeros.
Sobre su plan para educación no ha dicho una palabra, sólo
que hay que parar con el conflicto de los maestros porque se
perjudican los niños (deben ser los niños “buenos”
solamente porque para este señor no son niños los que
delinquen).
Ataca certeramente por la punta del ovillo (la juventud más
pobre y más sometida por la marginalidad extrema) pero para
ir al centro del mismo. Porque el ovillo se está
desenrollando. Han aparecido no sólo los “molestos”
piquetes de los compañeros que reclaman su inclusión en
las cooperativas K o los de los obreros de Kraft.
Están emergiendo nuevos conflictos de trabajadores.
Empezando por los del sector donde el Sr. asumió como
ministro.
Vía la “mano”
dura para con la delincuencia, denigra a los K y advierte a
la oposición que hay que poner orden. Orden,
que según el ministro, es indispensable para mantener la
democracia: “Sea democracia socialista u organización
liberal de la comunidad”.
El más firme orden
institucional burgués para reprimir en las calles y en los
lugares de trabajo y estudio para sofocar hasta ahogar a la
juventud y los trabajadores que quieran subvertirlo.
En momentos en que la misma Presidenta de la Nación es
amenazada por los juicios a los militares que se están
desarrollando, irrumpe este Señor sin gorra, pero con la
ideología de un instruido oficial. El
Jefe de Gobierno de la Ciudad lo catapulta desde su oscura
ubicación de escritor y diplomático a ministro de Educación,
para tratar de ganar para su posición a una franja de la
“ciudadanía” porteña. Para “cuadrar”, sin
medias tintas, a un sector de la población que está harta
de los K, que vive con temor, acicateado aún más por las
campañas por la “seguridad” de los medios, tras una
posición claramente reaccionaria.
La lucha contra el
actual ministro es también en el terreno de que no avancen
sus posiciones entre los trabajadores y los sectores medios
de la Ciudad.