Socialismo o Barbarie, periódico Nº 166, 17/12/09
 

 

 

 

 

 

Macri nombra Ministro a Abel Posse

Un milico sin gorra

Por Ana Vázquez

El Dr. Posse ataca un tema sensible a la sociedad, la delincuencia juvenil, para llevar su descontento hacia la derecha más derecha.

Con menos popularidad que Susana Giménez pero con la precisión de un ultrarreaccionario profesor, reclama “mano dura” sobre todo con los jóvenes y los niños.

Los K se han convertido para este señor en los destructores de las FF.AA., el orden público y la fuerza del Estado. La oposición de derecha también recibe sus críticas por no estar a la altura de las circunstancias. Entiéndase: “no se ponen los guantes”.

Aunque el centro de su ataque para preservar el orden son los delincuentes jóvenes, no se queda corto con los movimientos piqueteros y todos aquéllos que cortan la calle, aunque no especifica qué opinión le merecieron los cortes de ruta de los sojeros.

Sobre su plan para educación no ha dicho una palabra, sólo que hay que parar con el conflicto de los maestros porque se perjudican los niños (deben ser los niños “buenos” solamente porque para este señor no son niños los que delinquen).

Ataca certeramente por la punta del ovillo (la juventud más pobre y más sometida por la marginalidad extrema) pero para ir al centro del mismo. Porque el ovillo se está desenrollando. Han aparecido no sólo los “molestos” piquetes de los compañeros que reclaman su inclusión en las cooperativas K o los de los obreros de Kraft.

Están emergiendo nuevos conflictos de trabajadores. Empezando por los del sector donde el Sr. asumió como ministro.

Vía la “mano” dura para con la delincuencia, denigra a los K y advierte a la oposición que hay que poner orden. Orden, que según el ministro, es indispensable para mantener la democracia: “Sea democracia socialista u organización liberal de la comunidad”.

El más firme orden institucional burgués para reprimir en las calles y en los lugares de trabajo y estudio para sofocar hasta ahogar a la juventud y los trabajadores que quieran subvertirlo.

En momentos en que la misma Presidenta de la Nación es amenazada por los juicios a los militares que se están desarrollando, irrumpe este Señor sin gorra, pero con la ideología de un instruido oficial. El Jefe de Gobierno de la Ciudad lo catapulta desde su oscura ubicación de escritor y diplomático a ministro de Educación, para tratar de ganar para su posición a una franja de la “ciudadanía” porteña. Para “cuadrar”, sin medias tintas, a un sector de la población que está harta de los K, que vive con temor, acicateado aún más por las campañas por la “seguridad” de los medios, tras una posición claramente reaccionaria.

La lucha contra el actual ministro es también en el terreno de que no avancen sus posiciones entre los trabajadores y los sectores medios de la Ciudad.