Socialismo o Barbarie, periódico Nº 166, 17/12/09
 

 

 

 

 

 

Chile

Los trabajadores sin alternativa propia

Por Nicolás Mestre
Desde Chile
Para Socialismo o Barbarie, 12/12/09

"Hoy hemos sido testigos de la magia de la democracia, amigas y amigos. Hoy todos somos iguales. El voto del más humilde vale lo mismo que el voto del más poderoso. La democracia sirve para desentrañar los anhelos y esperanzas de la gente.” (Palabras de la presidenta electa Michelle Bachelet, 15/01/06)

Santiago de Chile.- En vísperas de las elecciones del domingo 13, ya conocemos el viejo cuento que nos ha vendido la Concertación (alianza del PS y la Democracia Cristiana): la democracia burguesa representa la igualdad. “El voto del más humilde vale lo mismo que el voto del más poderoso”… pero sólo el voto. Después de eso nada más nos hace iguales. Esa es la magia de la democracia de la Concertación de Bachelet, Lagos, Frei y Aylwin, ese es el viejo truco de las últimas dos décadas: la ilusión de que con la democracia burguesa, con el sufragio universal, todos seríamos iguales.

El viejo truco del mismo mago

Hoy esta magia no despierta la pasión de los primeros años después de Pinochet. Hoy no se vive un ambiente electoral. Las encuestas han tomado su lugar y el resultado se conoce de antemano: Piñera, el candidato de la Coalición por el Cambio (representante de la facción más conservadora y reaccionaria de la burguesía chilena) y Frei el candidato de  la Concertación de Partidos por la Democracia (la facción democrática y liberal de la burguesía, aunque igual de reaccionaria cuando se trata de las demandas populares) pasarían a segunda vuelta, mientras MEO (Marco Enríquez–Ominami, conocido por ser el hijo del secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Miguel Enríquez, asesinado por la dictadura en 1974, que hoy representa a la burguesía progresista de la Nueva Mayoría)  y Arrate, candidato del Frente Amplio-Juntos Podemos Más (la actualización de la política stalinista de los frente populares) quedarían en un tercer y cuarto lugar.

Los medios masivos de (des)información relatan la siguiente historia: la Concertación durante estos 20 años de gobierno se ha desgastado por el paso del tiempo (como se gasta un lápiz o una bicicleta) y la Coalición ha preparado un programa de gobierno que sacará a Chile de la pobreza, limpiará las calles de los delincuentes, y llevará al desarrollo… Mientras tanto Chile es el tercer país del mundo con mayor población en las cárceles.

También nos han recalcado que quien gane las elecciones en segunda vuelta será Piñera y que Chile ya salió de la crisis porque las cifras de desempleo son menos altas de lo que se esperaban...

Piñera y Frei: una alternativa sin alternativa

"Tal vez nunca en la historia tuvimos un grado tan alto de consensos sobre cuáles son las tareas que tenemos por delante, tal vez pocas veces en nuestra historia hemos tenido una percepción común de qué es lo que nos convoca..." (Ex presidente Ricardo Lagos, hablando en la central patronal Sociedad de Fomento Fabril, 2005)

Estas palabras del ex presidente Lagos dan cuenta del devenir de la Coalición que se constituyó en oposición al régimen militar pero que, como él mismo señala, alcanzó un grado tan alto de consenso... en las clases dirigentes.

Patricio Navia, un intelectual burgués pero con mucha claridad, escribió en ocasión de la muerte del dictador que, "para bien o para mal, Pinochet es el padre del Chile actual" (La Tercera, 11 de Diciembre de 2006). Y la Concertación que se construyó como “oposición” a la dictadura es simultáneamente una hija (i)legítima del mismo.

Para bien de la burguesía y mal de los trabajadores, los concertacionistas aceptaron el “juego democrático” de Pinochet en el plebiscito de 1988, y legitimaron la Constitución Política de la Dictadura de 1982. Legitimaron las reestructuraciones del capitalismo chileno que la Dictadura realizó desde 1974/5 y construyeron una hegemonía ideológica de la democracia burguesa que ha servido de chaleco de fuerza para neutralizar las luchas obreras y populares. Ese ha sido el costo del “grado tan alto de consensos” que mencionaba Lagos.

Y este fue el sentido que tuvo la “transición democrática” como proyecto político tejido desde arriba, sin ruptura con la dictadura, para dar una salida a la crisis de legitimidad que tenía el régimen (al menos, desde la crisis económica de 1982).

Este es el rol de la Concertación de Partidos por la Democracia desde su creación a fines los 80: contener las expectativas, controlar las luchas y desarticular las organizaciones de la clase obrera y demás sectores explotados y oprimidos, bajo el manto de la magia de la democracia burguesa.

El plebiscito de 1988 fue la salida que encontró el régimen militar para dar una salida estable al capitalismo chileno ante la acumulación de fuerzas, luchas, organismos, partidos y conciencia de la clase obrera y el pueblo, que venía desde comienzos de los 80 (los llamados “cacerolazos” ante la desocupación que alcanzaba el 30% de la población en 1982/3 fueron el principio). Esto llegó a erosionar peligrosamente las bases sociales de un régimen cada vez más deslegitimado.

Eliminado el disenso de la burguesía nativa sobre el tipo de régimen político, vino el alto grado de consenso sobre la economía y las relaciones internacionales, la firma de tratados con China, EE.UU, la UE, México, etc., el libre cambio, la flexibilidad (precarización) laboral y la neutralización de las fuerzas sociales.

La crisis de la Concertación

La realidad es contradictoria. De ahí que no sea sencillo explicar qué pasa en la política chilena. Por una parte, existe objetivamente una crisis de la Concertación que se ha expresado en una serie de rupturas hacia izquierda y derecha y que refleja también una serie de tendencias por abajo. Por otra parte, esto no se traduce en una deslegitimación del gobierno, ni de la democracia. Y finalmente, la salida electoral que está teniendo la crisis de la Concertación es hacia la derecha.

Pero vayamos atando cabos. Las elecciones municipales del año pasado, ganadas por la derecha, ya mostraron este cambio de tendencia del electorado. Ahora la derecha de la Coalición por el Cambio ha obtenido la presidencia de las cámaras de Diputados y de Senadores, y es posible que también gane la Presidencia de la República, y con esto se harán aún duras más las condiciones para las luchas sociales.

Por su parte, la principal fuerza que se presentaba como “a la izquierda” de la Concertación, el Partido Comunista, ha cumplido un rol nefasto en todo este período. Su principal cometido, ha sido llevar las luchas de los trabajadores a la derrota, haciendo que depositen expectativas en la Concertación. Un ejemplo escandaloso fue el caso del ex Ministro del Trabajo Osvaldo Andrade. El PC afirmaba: “este ministro es de los nuestros”. Los dirigentes sindicales del PC lo invitaban a marchas y se sacaban fotos con él. Mientras tanto, las luchas obreras se iban perdiendo, como el dramático caso de la huelga de subcontratistas de Codelco en 2008.

La derecha crece, porque el PC, con su vieja concepción stalinista de “apoyar al sector progresivo de la burguesía”, cierra el paso a la construcción de una alternativa obrera y popular independiente. Siguió apostando a hacer alianzas con el gobierno burgués de la Concertación, responsable de la represión a la vanguardia obrera y estudiantil durante veinte años, y haber continuado con el neoliberalismo pinochetista.

El Partido Comunista ha sido el mayor obstáculo que ha tenido el proceso de recomposición de la vanguardia obrera y estudiantil en Chile. Ahora es el responsable principal de que la clase trabajadora y los explotados no tengan ninguna alternativa en estas elecciones. El PC se ha convertido en la pata izquierda del régimen de explotación capitalista chileno. Ahora fue a estas elecciones junto a la coalición de gobierno en un “pacto instrumental”, para obtener una silla en el Parlamento. Entregaron las luchas por migajas.

Es por eso que en estas elecciones los trabajadores no tienen alternativa. Frei o Piñera continuarán con el legado de Pinochet, MEO o Arrate hablarán de un capitalismo con rostro humano que ha fracasado históricamente.

Los trabajadores y trabajadoras de Chile tienen que construir su propia alternativa sin depositar ninguna expectativa en los partidos patronales, ni en las alianzas de clases, construyendo un partido independiente, clasista y revolucionario, que sea una herramienta para las luchas sociales y políticas por venir.