Una de las más singulares invenciones políticas de la
burguesía costarricense es el pensamiento solidarista,
doctrina que con el transcurrir de los años se ha
convertido en uno de los más eficaces dispositivos
patronales para combatir al sindicalismo en la empresa
privada. Tal ha sido su éxito en esta materia, que la
“filosofía solidarista” se ha extendido por varios países
de América Latina –El Salvador, Guatemala, Honduras,
Nicaragua, Colombia y Venezuela–.
Sus orígenes se remontan a la década de los años
cuarenta, cuando el país estaba inmerso en una fuerte
polarización política debido al importante avance del
movimiento obrero, que a pesar de su corta trayectoria ya
había logrado importantes conquistas políticas y contaba
con una tradición política propia –recordemos la lucha
por la jornada de ocho horas, la fundación del Partido
Comunista en 1931 y la gran huelga bananera de 1934–.
Ante esto, sectores de la burguesía costarricense optaron
por impulsar el solidarismo como una forma de contención
ante los avances del movimiento obrero, evitando por medio
de las prebendas económicas la formación de sindicatos en
sus empresas. Este modelo solidarista se extendería luego
de la Guerra Civil de 1948, puesto que el ideólogo del
solidarismo, Alberto Martén, fue un importante comandante
del ejército figuerista, ocupó el cargo de ministro de
Economía y Hacienda de la Junta Fundadora y redactó el
decreto de nacionalización de la banca.
Debido a su carácter reaccionario y pro-patronal, el
solidarismo ha contado con el apoyo incondicional de los
diferentes gobiernos y de los empresarios nacionales y
extranjeros, motivo por el cual hoy en día se cuentan
alrededor de 677
asociaciones solidaristas agrupadas en dos grandes centrales:
Movimiento Solidarista Costarricense y la Escuela Social
Juan XXIII.
Por este motivo, queremos aprovechar las páginas de
Prensa Socialista y su sección Mundo Obrero para explicarle
a nuestras y nuestros lectores –especialmente a quienes
laboran en las zonas francas– la verdadera naturaleza del
solidarismo y el por qué no representa los intereses de las
y los trabajadores.
Desde nuestra perspectiva esta discusión revierte una
gran importancia estratégica, debido a que cualquier
intento por impulsar la organización política y sindical
de la clase obrera industrial costarricense pasa por librar
un enfrentamiento político con el denominado “movimiento
solidarista”.
El solidarismo y las prebendas económicas
Cuando a un trabajador/trabajadora se le pregunta ¿qué
es el solidarismo?, muy posiblemente la primera respuesta
que se le viene a la mente sea “un buen negocio”. Y en
alguna medida esto no deja de ser cierto, puesto que todo
el sustento material del solidarismo radica en otorgar
prebendas económicas a sus afiliados/afiliadas en aras de
impedir la organización sindical dentro de la empresa.
Las bases económicas del solidarismo costarricense fueron
esbozadas a finales de la década de los cuarenta en el
“Plan Martén”, según el cual era necesario materializar
el principio de solidaridad dentro de las empresas
fomentando la “capitalización universal” a través de
un Fondo de Ahorro conjunto entre las y los trabajadores y
el patrono, cuyos dividendos económicos estarían en
beneficio de las y los primeros.
En la actualidad este Fondo de Ahorro es administrado por
cada asociación solidarista y se nutre principalmente de
dos fuentes: a) una deducción mensual de entre un 3% ó 5%
del salario de cada trabajador/trabajadora, y b) un
“aporte” patronal al ahorro, que en realidad consiste en
un adelanto mensual
del derecho de cesantía de cada trabajador/trabajadora,
cuyo monto es previamente convenido entre la asociación y
la gerencia de la empresa [1].
De esta forma las asociaciones solidaristas se han
transformado en pequeñas entidades financieras, que además
de distribuir ganancias a sus afiliados al final de cada año,
también garantizan la entrega del ahorro personal acumulado al
trabajador/trabajadora cuando se retira de la empresa por
cualquier motivo –despido justificado o injustificado,
renuncia, etc.–. Pero con el paso de los años y el
crecimiento económico del movimiento solidarista, las
asociaciones han diversificado sus funciones, llegando en
algunos casos a constituirse en importantes entidades
acreedoras.
Para ilustrar el poderío económico que ha desarrollado
el solidarismo en Costa Rica veamos dos casos. Según el
Estudio del Sector Solidarista en Costa Rica del 2005, las
asociaciones solidaristas entregaron un 11% del crédito
nacional en ese año, cuyo destino fue esencialmente para el
pago de hipotecas, estudios o servicios de salud. Junto con
esto, según los datos más recientes los activos económicos
del solidarismo rondan los 2 billones de dólares, monto que
representa un 12% del PIB de Costa Rica [2].
Indudablemente este poderío económico –además del
impulso dado por las patronales– ha posibilitado el que
las asociaciones solidaristas reúnan en sus filas a cerca
de 425 mil
trabajadores/trabajadoras, fundamentalmente en la empresa
privada [3]. Y es que su sistema de prebendas y
beneficios materiales abarca una amplia gama de servicios.
Al respecto, resulta interesante la imagen del solidarismo
que detalla un artículo de reciente aparición en el diario
La Nación, en el cual se destacaba la vigencia e
importancia del movimiento solidarista en los siguientes términos:
“Cada vez que un niño aprenda a nadar y a sumergirse en
la piscina de un centro vacacional solidarista... Cada vez
que la cesantía se convierta en una prima de antigüedad y
en un derecho adquirido... Cada vez que un trabajador
perciba excedentes anuales superiores al aguinaldo. Cada vez
que un solidarista reciba por su condición de tal, un préstamo
para construir o arreglar su vivienda con un crédito
blando…Cada vez que un trabajador consiga un descuento
importante para realizar estudios universitarios o de otra
naturaleza, por gestión de su organización social. Cada
vez que una entidad solidarista coad-yuve para que un
trabajador adquiera, constituya o consolide una pequeña
empresa…” [4]
Pero esto nos lleva a nuestro siguiente punto que consiste
en demostrar cómo estas prebendas económicas que otorga el
solidarismo no son para nada gratis, y a la larga, su
resultado es contribuir en el desmejoramiento de las
condiciones de existencia de la clase trabajadora en su
conjunto, al funcionar como un obstáculo para la organización
política y sindical de las y los trabajadores.
Fundamentos políticos del solidarismo
Como indicamos al inicio de esta nota, el solidarismo
desempeña un papel fundamental como un dispositivo de la
patronal para evitar la organización sindical en la empresa
privada. Y es que las prebendas económicas que otorgan las
asociaciones solidaristas están condicionadas a que las y
los trabajadores se sometan dócilmente al mandato de su
patrón.
Lo anterior queda totalmente al descubierto cuando se
analizan sus postulados políticos. Según la información
brindada en la página web del Movimiento Solidarista
Costarricense, su pensamiento se caracteriza por sostener
una filosofía "contraria a la lucha de clases.
Considera que debe unirse el capital y el trabajo, el
patrono y el trabajador, para juntos incrementar la producción
y mejorar las condiciones socioeconómicas de los
trabajadores.”, y líneas más adelante señala que “Se
propone unir sólida
y fraternalmente a patronos y trabajadores para que ayudándose
mutuamente logren un mayor bienestar al obtener una elevada
producción y un equitativo reparto. Se propone también,
cooperar en el mejoramiento de las relaciones para que más
fuertemente pueda hacer frente a las doctrinas que incitan
al odio, la lucha de clases y que conducen a la servidumbre;
para que comprendan
que en la defensa de la empresa, defienden sus propios
intereses...” [5]
Ambas citas no dejan lugar a dudas sobre el carácter político
pro burgués del solidarismo, el cual tiene como finalidad
primordial garantizar que bajo ninguna circunstancia la
clase trabajadora se organice de manera independiente y
luche por sus derechos y reivindicaciones; el solidarismo no
se posiciona como un movimiento imparcial ante la lucha de
clases, por el contrario asume como una tarea política el
combatir todo intento de violentar la “armonía” entre
los patronos y la clase trabajadora.
Otra muestra del papel anti-sindical que desempeñan las
asociaciones solidaristas lo podemos encontrar en los
estatutos del Movimiento Solidarista, concretamente en el
art. VI de los mismos, donde se indica que “La Junta
Directiva, por voto no menor de los dos tercios de su quórum,
podrá excluir o expulsar de la Asociación, a los asociados
que violen los principios solidaristas, su ley y reglamento,
los presentes estatutos, las resoluciones y reglamentos
dictados por los órganos de la Asociación dentro del límite
de sus atribuciones, así como el compromiso de ética
solidarista que haya aprobado la Junta Directiva...” [6] Nótese
bien: los estatutos del solidarismo señalan claramente que
todo trabajador/trabajadora que opte por violentar la unión
“fraterna” con los patronos –entiéndase ejercer su
derecho a huelga y a formar sindicatos en la empresa–
puede ser expulsado/expulsada de la asociación solidarista
y no gozar de los beneficios económicos que ésta ofrece.
El chantaje solidarista no puede ser más claro!!!
Pero quizás la mejor manera de comprender el carácter
pro-patronal del solidarismo sea analizando el papel desempeñado
por las asociaciones solidaristas ante un problema muy
cotidiano para la clase obrera costarricense de la empresa
privada durante el último año y medio: el desempleo y la
flexibilización laboral.
Fruto de la crisis económica mundial y sus repercusiones
en el país, entre
octubre del 2008 y octubre del 2009 se produjeron 7.600
despidos mensuales en el sector industrial y otros 12 mil
despidos mensuales en la construcción [7]. Frente a
esta difícil situación que afectó a miles de
trabajadores/trabajadoras ¿qué hizo el movimiento
solidarista en defensa de sus afiliados para evitar que la
crisis capitalista la pagara la clase trabajadora?
Respuesta: absolutamente nada. El solidarismo sólo se limitó a entregar los
ahorros personales a cada afiliado que perdía su puesto de
trabajo –cuya efectividad se puede comparar con la de un
medicamento paliativo para un enfermo terminal– y ¡entregó
préstamos para evitar la quiebra de sus patronos! [8]
Igual ha sido la actitud del solidarismo ante la ilegal
flexibilización laboral que muchas empresas están
aplicando para reducir sus gastos –como por ejemplo la
reducción de la jornada laboral para “evitar”
despidos–, ante lo cual el solidarismo no
ha hecho ni un pequeño comentario al respecto.
Prebendas económicas versus organización independiente
de las y los trabajadores
La esencia política del solidarismo consiste en impedir
la organización política-sindical de la clase trabajadora.
Para ello se apoya en su sistema de prebendas económicas y
su filosofía pro-patronal, mediante la cual distorsiona la
conciencia de clase de las y los trabajadores, a quienes les
induce a pensar que sus intereses sociales son los mismos
que los de sus patronos.
Pero la reciente crisis capitalista y la ola de despidos
que ésta desató –incluido nuestro propio país– han
puesto en evidencia para el conjunto de la clase trabajadora
que sus intereses son totalmente antagónicos a los de la
burguesía. Y de igual manera, ha dejado al descubierto que
el “movimiento solidarista” no ha movido un solo dedo en
defensa de los puestos de trabajo y las condiciones
laborales de quienes dice representar.
Frente a esto, desde nuestra organización consideramos
que es necesario avanzar en la organización de la clase
obrera industrial, tanto en el plano gremial por medio de la
creación de sindicatos democráticos e independientes de la
patronal en las fábricas, pero también en la construcción
de un instrumento político clasista-socialista de la clase
trabajadora, es decir, un verdadero partido de la clase
trabajadora.
¡Por la organización
política y sindical independiente de la clase trabajadora!
Notas:
1) Esto es importante de resaltar: el aporte patronal no
es una donación o regalo de la empresa a las y los
trabajadores, tal y como suelen pregonar los escribas de la
burguesía en La Nación y otros medios de prensa burgueses
para embellecer políticamente al solidarismo.
2) Solidaristas reciben 230.000 millones en excedentes. La
Nación, pág. 20A, 11/01/10.
3) Según los datos brindados en el Estudio del Sector
Solidarista en Costa Rica del 2005, un 94% de las
asociaciones solidaristas se ubican en el sector privado,
contra sólo un 6% en el sector público.
4) En memoria de Don Alberto Martén. La Nación, Jueves 7
de enero de 2010. Ver www.nación.com
5) Historia del Solidarismo en Costa Rica. Ver
www.solidarismo.com/pg_movimiento_historia.htm. La negrita
es nuestra.
6) Estatutos del Movimiento Solidarista, cap. IV artículo
VI, ver www.solidarismo.com/pg_leyes_estatus.htm
7) Para mayor información ver el artículo: ¿Cuáles son
las perspectivas económicas de Costa Rica en el año 2010?
publicado en esta misma edición de Prensa Socialista.
8) “El presidente del Movimiento Solidarista…confirmó
que las asociaciones solidaristas les ofrecieron la liquidez
necesaria a sus empresas madre para afrontar las
restricciones de crédito que produjeron el año
pasado…uno de los casos fue la asociación solidarista del
Grupo Saba…El préstamo dado al Grupo Saba por su asociación
solidarista fue de 60 millones y ofreció una tasa de interés
inferior a las del mercados financiero tradicional…”.
Ver Solidaristas reciben 230.000 millones en excedentes. La
Nación, pág. 20A, 11/01/10.