“La economía, el Estado, la política
de la burguesía y sus relaciones internacionales están
completamente esterilizadas por una crisis social, hecho
característico de un estado prerrevolucionario de la
sociedad. El obstáculo principal en el camino de la
transformación del estado prerrevolucionario en estado
revolucionario es el carácter oportunista de la dirección
proletaria: su cobardía pequeñoburguesa ante la gran
burguesía y su traidora asociación con ella aun en su agonía”.
León Trotsky, El
Programa de Transición.
Tomar el poder o “ayudar” a que otros lo tomen
Después de haber bajado el balón al césped,
es necesario levantar la cabeza, y elegir la banda que por
los hechos resulte más confiable. Si bien, no es de un
partido de fútbol que hablaremos, la idea sirve para
caracterizar, con las variantes del caso, el momento político.
Una vez frustrada la restitución del “orden”
constitucional e impuesta la dictadura, sin que esto
signifique un triunfo de los golpistas, queda una situación
abierta y planteada: la pelea por la toma o construcción
del poder. Esta es la cuestión que pone de relieve las
características esenciales de
la Resistencia, es lo que
define su carácter. De ella emanan preguntas estratégicas
y tácticas como: ¿Quién debería tomar el poder? ¿Con qué
programa? ¿Qué método emplear?
Esto toma importancia si tenemos presente que las
masas no van a la revolución con un plan preconcebido de
sociedad nueva, sino con un sentimiento de imposibilidad de
soportar lo que están viviendo. Sólo el sector dirigente
de cada clase tiene un programa político, el
cual necesita ser sometido a la prueba de los
acontecimientos y a la aprobación de la masa.
Lo que se complica cuando los dirigentes no
presentan con claridad dicho programa, anteponiendo los
aspectos meramente tácticos a los elementos estratégicos.
Prueba de ello es que se definan como principios
fundamentales “para que la resistencia siga”, la
“tolerancia”,
la diversidad y la unidad, en abstracto, como si la estrategia es
resistir por resistir o esperar cuatro años para bastardear
la lucha del movimiento popular. De ahí, que el proceso político
fundamental de una revolución consiste precisamente en que
esa clase perciba los objetivos que se desprenden de la
crisis social, mediante el método de las aproximaciones
sucesivas. Esa es una de las bondades de la
lucha de clases, que obliga a las direcciones a “desnudarse”.
La
importancia del debate como parte de la formación
Ante una clase trabajadora tan débil, carente de
organización, experiencia y conocimiento, la dirección de
la lucha en el mediano plazo, podría ser conducida
por la juventud gracias a su formación y experiencia ganada
en el presente, y, por no cargar en sus espaldas la derrota
de fines del siglo XX. Pero sobretodo, en la fertilidad de
la coyuntura actual marcada por el desequilibrio del sistema
capitalista que ha deslegitimado el Estado burgués, al
tiempo que se agudizan las desigualdades sociales, producto
de la socialización de las pérdidas.
Frente a esto, la clase trabajadora vive un lento
pero sostenido proceso de recomposición, lo
cual no se detendrá con la falsa salida de la crisis. En
este camino, es imprescindible la perspectiva de la revolución
para las nuevas generaciones de trabajadores jóvenes, y la
única forma de lograrlo es teorizando la experiencia
actual, mediante un debate profundo y de clase. Así, una de
las tareas fundamentales de la dirección actual es permitir
que los jóvenes asuman su rol. La resistencia ha permitido
que nuestra juventud se sienta partícipe de la política
mundial, que se sienta sujeto y no objeto, por tanto, la
energía y las nuevas ideas no deben en ningún
momento, ser aterradas con el decrépito discurso de
la “experiencia”,
ya que como lo señala Marx, “las revoluciones
proletarias a diferencia de las burguesas se critican
constantemente a sí mismas, vuelven sobre lo que parece ya
realizado para comenzarlo de nuevo, ridiculizan
despiadadamente sus torpezas, las debilidades y las miserias
de sus intentos, retroceden sin cesar abrumadas por la
inmensidad indefinida de sus propios fines, hasta el momento
en que por fin, se crea la situación que hace imposible su
retroceso”.
¿Qué
debemos hacer de la Resistencia?
Si bien la Resistencia contra el golpe de Estado
tiene su razón de ser en la defensa de la institucionalidad
burguesa, su química y su explicación provienen de fenómenos
más complejos y de mayor trascendencia política. En ese
sentido no es sino, el producto de un proceso de organización
y de acumulación de experiencia de lucha lograda en la última
década, es el fruto de las organizaciones populares y de
los espacios unitarios como la Coordinadora Nacional de
Resistencia Popular, Bloque Popular, entre otros. También
de los liberales no golpistas, quienes constituyen un sector
numeroso y politizado, lo cual para los intereses de la
clase trabajadora resulta vital tener presente, por las
implicaciones que su confusión representa; el intento por
disolver la CNRP es apenas un dato. Trotsky sostiene que,
“en la escuela de la historia, de los fracasos y las derrotas
crueles se elaboran los principios cuya adopción ha de
determinar la victoria revolucionaria”. Advertirlo, es el objetivo del presente artículo,
pero también de esbozar cuál debe ser la finalidad
principal de las organizaciones políticas que nos
reclamamos de izquierda revolucionaria, en esta titánica
lucha. La
Resistencia debe ser para nosotros, lo que 1905 fue para la
Revolución Rusa, un “laboratorio
del cual deben salir los agrupamientos fundamentales del
pensamiento político, donde se delineen todas las
tendencias y matices de nuestro programa y nuestra dirección. Para su logro habrá que dar un paso adelante,
la solución sólo puede venir de la huelga general que
ponga a la cabeza al pueblo contra los golpistas. La mejor
muestra es que la dictadura todavía está y lo único que
no hemos hecho es preparar y usar esta infalible arma de los
trabajadores.
Sobre la expresión
tolerancia = unidad
Alabamos y sostenemos incólume la indiscutible
necesidad de la unidad en los objetivos prácticos
consecuentes, sin que esto signifique traficar con
los principios y las teorías. En los espacios
unitarios mencionados también hemos aprendido que la
discusión política no engendra división, siempre y cuando
sea franca, mientras que bajo la sombra de la tolerancia
como chantaje para la unidad,
no hay más que falsedad, oportunismo y prácticas
antidemocráticas. […]
Es por eso que el Partido Socialista de los Trabajadores
invita a todas las organizaciones, sectores e individuos a
unirnos en el debate y en la acción, que nos permita
perfeccionar la brújula que, influenciada por el magnetismo
de la causa socialista, nos oriente.
• ¡Por un nueva y revolucionaria clase
trabajadora!
• ¡Viva la heroica
resistencia del pueblo hondureño!