Santiago
de Chile.-
El pasado 17 de enero se realizó en Chile el ballotage
de la elección presidencial entre el candidato de la
Coalición por el Cambio (centro-derecha), Sebastián Piñera
Echeñique, y el ex presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle
(1996-2001), candidato de la Concertación de Partidos por
la Democracia (democratacristianos-socialistas-radicales),
que gobierna el país desde 1990.
A
las 19:42 hs. el Ministerio del Interior entregaba el
segundo cómputo: de un total de 7.145.485 de votos, que
correspondía al 99,2% de las mesas escrutadas a nivel
nacional, el candidato de la derecha obtenía un 51,61%
(3.563.050 votos), sobre un 48,38% (3.340.308 votos) del ex
presidente Frei. Las cifras repetían la tendencia en la
Región Metropolitana (Gran Santiago), donde Piñera con
1.357.860 votos (51,82%) ganaba a Frei con 1.262.177 votos
(48,17%).
Pero
no fue necesario este segundo cómputo para que el candidato
derrotado “felicitara” al triunfador. Ya a las siete
menos quince de la tarde, media hora después del primer
informe del Ministerio del Interior, Frei reconocía la
derrota, en una tendencia que resultaba irremontable, y
llamaba a las “fuerzas de centro-izquierda, progresistas y
democráticas” a ser “guardianes de la libertad y de las
conquistas sociales”. Las imágenes mostraban las sombrías
caras de derrota del oficialismo que terminaba la jornada,
derrotado luego de veinte años de gobierno, entonando el
Himno nacional.
Mediante
una llamada telefónica (televisada) a las 19:38 hs., la
presidenta “socialista” Michelle Bachelet reconocía el
triunfo de la derecha y la solidez de la democracia
chilena…
El fraude histórico de la Concertación:
la derrota de la farsa
El
11 de Septiembre de 1973 el golpe de Estado ponía fin a la transición al socialismo. La vía pacífica era derrotada por la vía
violenta del asesinato de miles de luchadores, de la
proscripción de partidos y organizaciones sociales y
sindicales, de la tortura y el exilio. La historia aparecía
entonces como tragedia.
Pero
si como recuerda Marx, Hegel dice que los grandes hechos y
personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos
dos veces, siendo una vez la tragedia y la otra la farsa. En
Chile, el fin a la transición al socialismo aparece como la tragedia del proceso
revolucionario chileno en manos de la contrarrevolución
militar; mientras el fin de la transición
a la democracia como la farsa de un conglomerado que
montándose sobre el movimiento de masas legitimó la obra
de la contrarrevolución militar-empresarial.
Treinta
y siete años después la historia parecía repetirse pero
como farsa. No había aviones disparando misiles a la Casa
de la Moneda, ni tampoco tanques por las grandes
alamedas para tomar el poder. Tampoco un movimiento
obrero y popular que desbordara al gobierno. Sino como dijo
la presidenta “socialista” Bachelet, vía telefónica al
candidato de la derecha, fue la demostración de “la
solidez de la democracia chilena”.
Luego
del triunfo electoral de la derecha, el Frente Amplio
declaraba que el triunfo de Piñera “ha sido la derrota de
todas la fuerzas que luchan por la democracia y la justicia
social, pero ante todo la de una política de la Concertación.”
En tanto Paul Walder consideraba que la Concertación, que
se había presentado como “representante de la
gobernabilidad, de la estabilidad política, de la armonía
social”, había tenido “una política basada en los
consensos con la derecha que ha derivado en una política
acotada –expresada por el sistema binominal-, en acuerdos
entre élites y en una fuerte exclusión de las demandas de
la ciudadanía y de sus organizaciones sociales.”[3]
Desde
el punto de vista histórico de la lucha de clases, la
democracia en su forma burguesa fue tanto una conquista del
movimiento de masas, como una concesión de la dictadura, y
una trampa para la lucha contra la opresión capitalista.
Sin
el factor de mediación que significó la Concertación y su
retórica ideológica de la democracia en la lucha de clases
nacional, se abre un nuevo ciclo político y el movimiento
obrero y popular tiene la oportunidad y el desafío de
iniciar un rumbo independiente de la política patronal de
los consensos que se estableció entre los de arriba para
asegurar la acumulación de capital.
El triunfo de Piñera: un cambio
reaccionario en medio de la crisis de la economía
capitalista
“Hemos
seguido muy de cerca el caso de Obama. Muchas de sus
promesas se hicieron antes de que se desatara la crisis económica.
A poco de asumir, le cambió el mundo. Yo espero que a
nosotros no nos cambie el mundo; al revés, espero que el
mundo vaya mejorando. Porque nuestro proyecto de gobierno se
basa en una estimación y proyección de la economía
mundial, como es natural, y que hasta ahora se está dando
muy bien”. Presidente
electo Sebastián Piñera, El Mercurio 24/01/2010.
Un
informe de la Universidad de Chile estima que el desempleo
en el Gran Santiago a fines de 2009 se encontraba sobre el
10%, siendo el sector de la construcción el más golpeado
por la crisis capitalista con un 18,2%.
En tanto, la OIT estima que el número de desempleados en el
mundo aumentó a 212 millones durante 2009.
[5]
Lejos
de la estimación y proyección de la economía mundial que
el futuro gobierno espera “vaya mejorando”,
recientemente un artículo señalaba que “casi
al final de enero, organismos financieros internacionales,
gobiernos y analistas del sistema capitalista continúan
advirtiendo sobre desfasajes y desbalances en el proceso de
recuperación de la economía mundial cuya salud se
encuentra en ‘pronóstico reservado”.[6]
Incluso uno de los representantes de la burguesía
nacional, Eliodoro Matte, presidente de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC), declaraba
recientemente:
“Hace un año, nos encontrábamos en medio de la mayor
crisis financiera de los últimos tiempos. […]. Sin
embargo, la economía mundial está lejos aún de volver a
niveles normales. En gran medida, la mejoría que hemos
observado se encuentra sustentada en masivos estímulos
fiscales y monetarios.
“Algunos de los problemas que la originaron aún
persisten. El desempleo en muchos países se encuentra en
alza, o, en el mejor de los casos, estabilizado. Los
fundamentos de la recuperación observada desde mediados de
año son aún inestables.” (El Mercurio, 24/01/2010).
En
ese sentido es necesario aclarar el rol que pueda jugar el
gobierno en el contexto aún abierto por la crisis
capitalista mundial. Pues aunque programáticamente no haya
diferencias significativas entre la saliente Concertación y
el futuro gobierno de la derecha, el contexto es
cualitativamente distinto. Si la Concertación gobernó
durante veinte años en el marco de la caída del Muro de
Berlín, de la ideología del fin de la historia, y de un
capitalismo que recuperaba su tasa de ganancia por la
(re)incorporación del tercio del mundo donde éste había
sido expropiado, un contexto de crisis de subjetividad y de
alternativa al capitalismo mundializado, el gobierno de Piñera
se situará en el ciclo histórico abierto por la crisis de
la economía mundial (la más importante desde 1929). Esto
le dará menos margen para el Asistencialismo de Estado, las
rebeliones populares en América Latina (Argentina, Bolivia,
Venezuela, Ecuador), un contexto con mayor polarización
social y sin el factor de mediación que fue la Concertación.
Una alternativa independiente para
enfrentar el “ariete” del gobierno y la patronal
En
su discurso como presidente electo, Piñera señaló que hará
“un gobierno de unidad nacional que construirá puentes de
encuentro y derribará los muros de división”, que
“como decía Vicente Huidobro, para lograr estos objetivos
necesitamos un alma y un ariete.
Un ariete para destruir y un alma para construir”. Esa
parece ser la retórica del giro reaccionario que tendrá
para con las demandas obreras y populares.
Un
barómetro del “ariete” del próximo gobierno será el
ajuste que querrá imponer en el Estado y en Codelco. Un
Estado con “menos grasa y más musculo”, y un Codelco
que reduzca sus “costos de producción”, están en la
mira del nuevo Presidente. Los trabajadores de ambos
sectores ya se preparan para enfrentar la primera pulseada
del gobierno de imponer un mayor grado de explotación.
Se
abre entonces un ciclo de luchas en condiciones más duras,
con un gobierno que no dará su brazo a torcer ante las
demandas obreras y populares y que cerrará filas con la
patronal tras la consigna de la “unidad nacional” para
imponer el “ariete” de un mayor grado de explotación.
Sin embargo, ya no pesarán del mismo modo los amarres ideológicos
de la Concertación que de manera directa o indirecta contenían
a ciertos sectores del movimiento obrero y popular a ir más
allá…
Es
por eso que de cara a las nuevas luchas sociales y políticas
por venir es necesario levantar una alternativa
independiente tanto de la política patronal de los
consensos que seguirá entre la Concertación y el gobierno,
como de la burocracia sindical de la Central Unitaria de
Trabajadores (CUT) que buscará negociar posando de
combativa. Un partido de los trabajadores que luche por un
nuevo movimiento obrero independiente, clasista y
anti-burocrático; y combata los fantasmas de las dos últimas
transiciones: la
trágica y la farsante.
[1]
Al día siguiente de la primera vuelta presidencial
(13/12/2010) el Frente Amplio del PC conformó un
Comando Frei para “detener a la derecha”, obviando
la responsabilidad del oficialismo durante veinte años…
[2]
Frente Amplio: Piñera “no augura buenos tiempos”.
La Nación 25/01/2010.
[3]
Del Neoliberalismo encubierto al libre mercado desatado,
Paul Walder. Punto Final 22/01/2010.
[4]
Desempleo en el Gran Santiago sube y cierra en 10,8% el
2009. El Mercurio, 26/01/2010. El desempleo también
afecta a un 18,7% de los jóvenes entre 20 y 24 años.
La Nación, 27/01/2010.
[5]
OIT: 2009 marcó un récord de desempleados en el mundo.
El Mercurio, 26/01/2010.
[6]
¿Vuelve
la crisis?: advertencias de especialistas y autoridades
mundiales - La economía no arranca,
por Manuel Freytas, IAR Noticias, 20/01/10
[7]
Ariete: Máquina militar que se empleaba antiguamente
para batir murallas, consistente en una viga larga y muy
pesada, uno de cuyos extremos estaba reforzado con una
pieza de hierro o bronce, labrada, por lo común, en
forma de cabeza de carnero. RAE.
[8]
Ya hubo una polémica entre la patronal organizada en la
Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) que
señaló que en este gobierno “podrán avanzar en la
reducción del salario mínimo” (que ronda los 300 dólares),
y la burocracia de la Central Unitaria de Trabajadores
(CUT) que junto a la Asociación Nacional de Empleados
Fiscales (ANEF) llaman a formar un gran frente para
defender el –ya miserable- “trabajo decente”. La
Nación, 26/01/2010.