La semana pasada la banda Callejeros ha vuelto a ser
noticia en todos los medios de comunicación. No ya por el
caso Cromañón, sino porque el baterista, Eduardo Vázquez,
ha intentado asesinar a su pareja tras rociarla con alcohol
y prenderla fuego.
Esta noticia, que ha generado gran consternación y
horror, ha desatado todo tipo de especulación sobre un
posible accidente (aunque su ensañamiento y planificación
sean indudables), así como de una posible vinculación del
hecho con las secuelas psíquicas post Cromañón que podrían
haber conducido al músico a semejante atrocidad, o, como
frecuentemente ocurre, presentar el hecho simplemente como
“crimen pasional” (aquí el grado de cinismo es
impresionante, ahora resulta que en nombre del amor también
se puede matar).
Pero, por supuesto, los medios no muestran la realidad tal
cual es.
El caso de Wanda Taddei (pareja de Vázquez) no es un
hecho aislado ni la consecuencia de un brote psicótico de
un loco que no sabe lo que hace.
El caso de Wanda es la cara visible de 231 mujeres que han
sido asesinadas producto de la violencia de género durante
2009. Es la cara visible de Sandra Gamboa (21 años), Rosana
Galliano (29 años), Mara Matheu (16 años) y de cientos de
mujeres más que son asesinadas por año en nuestro país.
Pero claro, estas mujeres no cuentan con la fama de
Callejeros y sus noticias no venden.
Y no tan sólo eso, sino que además evidentemente ninguno
de los sectores que tiene acceso mediático tienen ningún
interés en que la violencia hacia las mujeres, que aumenta
día a día, sea de público conocimiento. Así es como
tanto el gobierno nacional, como la oposición (ambos muy
amigos de la Iglesia católica defensora de la opresión
hacia las mujeres) se empeñan en mostrar que las causas de
semejantes maltratos están dentro de las cuatro paredes de
la casa.
Es que este argumento no podría pasar la prueba de
veracidad si se conocieran las cifras alarmantes de que cada
un día y medio es asesinada una mujer, que los femicidios
han aumentado este año un 11% respecto del año anterior y
las denuncias por maltratos un 40%. Estas estadísticas
reflejan el impacto social de la crisis económica, reflejan
cómo de la mano del empeoramiento de las condiciones de
vida, producto de la disminución del salario real y el
aumento de los precios, la extensión de la jornada laboral
y la intensificación de las tareas domésticas llevadas
adelante por la mujeres, aumenta la violencia en la
sociedad, y específicamente la violencia hacia las mujeres.
Es por esto que las mujeres trabajadoras luchamos contra
todo tipo de violencia, abuso y maltrato hacia nosotras,
pero también luchamos por la reapertura de las paritarias,
el aumento de salario y contra los despidos, junto a los
trabajadores.