Socialismo o Barbarie, periódico Nº 173, 01/04/10
 

 

 

 

 

 

El canje de bonos y el “regreso a los mercados”

Vuelve la calesita de la deuda

Por Marcelo Yunes

El gobierno, que está disfrutando del impasse producido por la ineptitud de la oposición de derecha, se hace un picnic político alardeando de sus recetas “heterodoxas” para capear la crisis internacional, y acusa (con razón) a la Locademia de política llamada “Grupo A” de propiciar un ajuste neoliberal. Lo irónico del caso es que los Kirchner se dan el lujo de correr por izquierda a la UCR, Carrió, Macri y Cía. mientras lleva a la práctica una de las medidas más “ortodoxas” que se le hayan conocido: el nuevo canje de bonos.

En realidad, se trata de un intento de “normalización” económica y de reabrir el “acceso a los mercados” que ya estaba en carpeta desde la misma asunción de Cristina. Pero siempre aparecía algo para postergarlo: primero fue la embestida de los patrones agrarios, luego el estallido de la crisis mundial, después la derrota electoral de 2009 y últimamente los sainetes Redrado-Marcó del Pont-Parlamento. Ahora, finalmente, se conjugan las condiciones locales e internacionales para que los Kirchner le hagan un “gesto a los mercados” después de tanta “demagogia populista” (infinito ruido y casi ninguna nuez, claro).

Como reconoció el ministro Randazzo, el combo completo del “desendeudamiento” incluye: a) arreglar con los tenedores de bonos que quedaron fuera del primer canje (holdouts), b) el pago a los acreedores internacionales con reservas, y c) arreglar un plan de pago con el Club de París. Pero no es cuestión solamente de cerrar el capítulo del default y recuperar la posibilidad de que el Estado nacional (y las provincias) puedan volver a endeudarse. Uno de los objetivos declarados por el ministro Boudou en la reunión del BID en Cancún es el de darle una mano a las grandes empresas para que ellas también se beneficien de crédito más barato. De todos modos, el gran negocio será, sin duda, para los especuladores extranjeros y locales, para no hablar de los bancos patrocinantes.

Una “quita” muy beneficiosa

Los “mercados” están eufóricos con el canje de bonos. Y no es para menos. Los bonos argentinos actuales subieron como la espuma en su cotización, gracias a una tasa de retorno que es el doble o el triple de otros de nivel de riesgo similar. Todo el espectro de consultores y analistas de inversión salieron a respaldar la operación como una “muy buena noticia”, (así la calificó, entre otros, el neoliberal acérrimo Daniel Artana, de FIEL). Y la síntesis definitiva la hizo el Financial Times, vocero de los más rabiosos especuladores neoliberales, que al comentar el fallo judicial autorizando el pago de deuda con reservas y el canje de bonos tituló “Bienvenida de regreso, Argentina”.

Los bonos en default, por un valor total de 29.000 millones de dólares, son un bocado financiero muy apetitoso. ¿Por qué? Sin entrar en demasiados detalles técnicos, digamos que esos bonos deberían tener una quita nominal superior al 66% del canje anterior. Pero, al igual que en 2005, ese porcentaje es engañoso, porque no representa la quita final que tienen los bonos. En efecto, los bonos viejos serán canjeados por otros con una quita de, digamos, el 67%, pero a la vez se reconocen intereses acumulados desde 2005 y los pagos del cupón de los bonos atados al PBI (D. Epstein, BAE, 28-3). Así, el valor final del bono será de entre 45 y 53 dólares cada 100. Un negocio espectacular para los especuladores que compraron esos bonos en el mercado global (o a pequeños inversores desesperados) a entre un 20 y 30% del valor nominal. La ganancia para esos señores será cercana al 80-100%. Los que sí saldrán perdiendo son los pocos compradores originales de bonos que quedan, por más que el gobierno diga que va a hacer una oferta especial para los “pequeños ahorristas”. El resto se frota las manos.

La frutilla del postre es que uno de los bancos internacionales encargados de la “ingeniería financiera” de la operación, el Barclays (los otros son Deutsche Bank y Citigroup) es, a la vez, ¡representante de los bonistas que van a cobrar! ¡Esta gente, por las dudas, se pone de los dos lados del mostrador! Para no hablar de que, para colmo, el mismo Barclays era uno de los interesados en la exploración británica de petróleo en Malvinas (finalmente frustrada por razones geológicas, parece). Así de cortas son las patas de la “defensa de la soberanía” por parte de los Kirchner.

El plan de la oposición de derecha es todavía peor

La histeria anti K de la oposición parlamentaria no la llevó a ninguna parte más que al descrédito. Todas las movidas que generó para embarrarle la cancha al gobierno terminaron volviéndosele en contra. Por supuesto, su santa indignación por el uso de reservas para pagar deuda era puro teatro. ¡Si todos ellos tienen un frondoso currículum de pagadores y ajustadores! Por lo tanto, Cristina se dio el lujo de torearlos para ver qué propuesta tenían. La respuesta fue un conveniente silencio... aunque varios, como Macri y Patricia Bullrich, no supieron disimular y se les escapó la vieja receta del ajuste de los gastos del Estado combinado con la toma de deuda a la tasa que los “mercados” dispongan. De hecho, Macri ya tomó deuda para la Ciudad a tasa bien leonina (12,5%); total, pagarán los vecinos con el aumento de impuesto municipal, y a los que protesten les van a dar con la pistola eléctrica.

La UCR, con más disimulo, hablaba de “revisar el Presupuesto”. Inclusive, algunos diputados radicales presentaron el 22 de marzo un proyecto que hablaba de crear un fondo de 6.000 millones de dólares para “pagar la deuda interna” con los jubilados, a los que se les daría prioridad presupuestaria. ¡Qué raro tanta generosidad en el mismo partido que los hambreó con Alfonsín y directamente les rebajó los haberes con De la Rúa! ¿Cuál era la trampa? Simple: si el saldo del fondo no alcanzaba para cubrir los pagos de deuda externa, el gobierno debería recurrir... al FMI. ¡Picarones!

A todo esto, la patronal campestre, por boca de sus diputados, reconoció lo más suelta de cuerpo que es imposible (o irresponsable) eliminar las retenciones sin desfinanciar al Estado. ¡Oia! ¿No era que los pobrecitos productores millonarios merecían llevarse el precio íntegro de sus exportaciones porque si no quebraban? ¿No era que el “campo” estaba al borde del colapso? Parece que las 53 millones de toneladas de soja (y 20 millones de maíz) que esperan para este año, con muy buenos precios internacionales, le sacaron urgencia al pedido de eliminar las “confiscatorias” retenciones. ¿Qué dirá al respecto la izquierda sojera, el PCR y el MST? ¿Les pedirá una “contribución patriótica” a sus opulentos aliados?

En suma, la oposición de derecha sólo agita demagogia anti K para cubrir un plan económico que, al igual que el del gobierno, recurre a la renovación de la espiral de endeudamiento, sólo que en condiciones aún más lesivas para los intereses de los trabajadores, del pueblo y del país.

“Desendeudamiento” para volver a endeudarse... y hacer política

Resulta una de las tantas formas de la hipocresía política que el gobierno llame a todo este proceso “desendeudamiento”, porque el objetivo confeso de la operación pago con reservas-holdouts-Club de París es sentar las bases para volver a tomar deuda de lo lindo. Eso es lo que festejaba el Financial Times: el “regreso” a la posibilidad de hacer jugosos negocios financieros, relativamente bloqueada desde 2003.
El gobierno presenta como un triunfo “volver a los mercados financieros”, esto es, volver a tener crédito para endeudarse. Algo que aprovecharán las empresas y las provincias, aunque los trabajadores estatales y privados, por supuesto, serán los que paguen las cuotas.

El festival de endeudamiento ha empezado: en el ámbito privado, YPF, Pan American Energy, IRSA (shoppings) y Telefónica ya están por emitir deuda. La deuda de las empresas suma 60.000 millones de dólares, y las condiciones financieras creadas por la política kirchnerista les convienen (otra señal de “normalización” de las relaciones entre el gobierno y la clase capitalista). Las provincias no se quedan atrás: Buenos Aires busca 1.100 millones de dólares, la Ciudad de Buenos Aires 460 millones, Córdoba 350 millones, Santa Fe 250 millones, Chubut 300 millones...

La cuestión de fondo no es otra que el fin del superávit fiscal. A diferencia de lo que pasó en décadas anteriores, cuando el Estado sufría la penuria de divisas, lo que ahora le faltan al gobierno no son dólares, sino pesos. Mientras el comercio exterior siga con buenas cosechas, buenos precios e importaciones limitadas artificialmente, dólares habrá. Lo que se terminó es el superávit fiscal, y es por eso que el gobierno decidió cancelar deuda con reservas: de esa manera, se ahorra los pesos que tenía destinados en el Presupuesto para pagar deuda. Esos pesos podrán ser destinados a lo de siempre: mantener el nivel de gasto público (subsidios a las empresas de servicios, obra pública, presión a gobernadores e intendentes) que permita a los Kirchner seguir en carrera pensando en 2011.

El ajuste de la economía será, entonces, no por la vía del trabajo sucio de recortar gastos y endeudarse (lo que la oposición pretende que hagan los Kirchner para que se hundan del todo), sino vía inflación y baja del salario real. Para tapar los agujeros que queden está la emisión de deuda nueva, que gracias al “regreso a los mercados” será menos cara… a corto plazo, que es el único que importa.

Una cosa queda clara: las condiciones excepcionales, políticas y económicas, nacionales e internacionales, que colaboraron para insuflarle vida al proyecto kirchnerista, se van agotando de a poco. Y a medida que eso suceda, la noria de la economía argentina va a volver a girar alrededor de las políticas de endeudamiento externo para salir del paso y que el problema le caiga a otro. Y en eso, las diferencias entre kirchnerismo y oposición de derecha son sólo de forma y de grado, no de sustancia.