Prepararse
para lo que viene
Publicamos el volante que desde el Nuevo MAS
llevamos a la fábrica esta semana. En el mismo se polemiza
con el ingreso de los congresales de la burocracia a la fábrica.
Éstos habían sido mandados por la patronal al depósito (a
cinco cuadras de la fábrica) por el repudio de los compañeros,
este hecho significó un triunfo político en el conflicto
del año pasado. Los congresales se votan en la lista
nacional al sindicato cada cuatro años, y como la
burocracia tiene mil y un mecanismos para que no haya
oposición clasista, terminan siendo el personal permanente
de la burocracia adentro de las fábricas. El odio a estos
traidores en la base de Pilkington llevó a que los mismos trabajadores
amenazaran con parar la producción cada vez que entraba un
congresal, echándolos inmediatamente de la planta. Ahora la
patronal volvió a la carga para volver a meter a la
burocracia cotidianamente, y para ello le dio 600 pesos a
cada compañero para que los dejen entrar.
Se cumplió un año del inicio del conflicto, una
verdadera rebelión obrera contra tantos años de manoseo
patronal. Un triunfo parcial pero importante que logró la reincorporación de
todos los despedidos. Los trabajadores hicieron una
demostración de lo que puede la fuerza de la lucha. Fuerza
que se consiguió gracias a la unidad que se forjó en las asambleas democráticas de
todos los trabajadores. No se logró todo lo que se quería,
pero lo más importante fue que se le paró la mano a la
empresa, es decir, el
conflicto terminó imponiendo otra relación de fuerzas más
favorable para los trabajadores, ésta ya no pudo hacer
y deshacer a su antojo. Hasta el día de hoy siguen esos límites
invisibles pero muy concretos que le ponen los obreros a la
sed de ganancia de la patronal. Esa
relación de fuerzas es la que la empresa quiere revertir a
su favor.
El extraño caso de los congresales
El ingreso de los congresales causó bronca y desilusión
en muchos compañeros, porque en
esos congresales se concentra todo el odio al sindicato, a
sus traiciones y entregadas. Todavía está muy fresco
el recuerdo de la patota de carneros que vinieron a romper
el conflicto.
Pero este hecho muestra las profundas contradicciones que
hay en la fábrica producto del triunfo del año pasado. En
primer lugar es absolutamente raro, por no decir insólito,
que los empresarios den plata a los trabajadores para que
dejen entrar al sindicato. Si bien es un vuelto para ellos,
casi 37.000 dólares (calculamos 600 pesos por 230 obreros
efectivos) lo habitual es que ese vuelto se lo queden ellos
y no que lo repartan entre los trabajadores.
En segundo lugar, el desánimo de muchos compañeros
expresa un sano
reflejo: no todo
se compra con plata. Cambiar reivindicaciones políticas
(que no entren los congresales) por plata es un mecanismo
muy perverso que usa
la patronal en todos lados. Por ejemplo a fines del año
pasado el gobierno y la patronal le otorgaron beneficios
económicos a los trabajadores del Subte a cambio de
negarles el reclamo político: el reconocimiento legal del
nuevo sindicato y así se levantó el conflicto que
paralizaba a media ciudad de Buenos Aires.
Tercero, es muy difícil decir no a esa plata, ya que se
podía crear una división jodida entre los compañeros
que necesitan el
dinero y otros compañeros que preferían no tocar esa plata
a costa de privarse de algo, porque ambos (el que quería
agarrar y el que no) son buenos compañeros que se la
jugaron durante el conflicto. Lo mejor hubiese sido hacer una asamblea general de la planta, para debatir y
tomar una decisión entre todos.
Hay otro aspecto a mencionar: que los congresales estén
adentro no quiere decir que se la lleven de arriba. Les
tienen que hacer
sentir todo el odio y el desprecio que les tienen. Por
ejemplo, no hay que saludarlos, hay que hacerles el vacío y
que se sientan como lo que son: “forros” de los
traidores del sindicato. Que sufran cada vez que tengan que
entrar a la planta.
No dejar entrar a los congresales era un símbolo del odio
que ustedes les tienen a la burocracia del sindicato y es
buenísimo, pero si
no se derrota del todo a la burocracia traidora y no se la
echa de la seccional y del sindicato nacional, que volvieran
era una cuestión de tiempo. Por eso era totalmente insuficiente no dejar entrar a los congresales. Había
que hacer algo más y todavía se puede: organizar una
verdadera oposición a
la burocracia del sindicato y organizar una lista
seccional como primer paso para echarlos.
La “Familia” Pilkington no vuelve más y nunca existió
La empresa quiere hacer
y deshacer a su antojo, quiere revertir esa relación de
fuerzas que le impuso la lucha obrera. Y esto cobra mayor
importancia cuando están por empezar las paritarias, tanto
de salario como de condiciones de trabajo. La paz social está
por terminar y la empresa volvió a traer a Zanello para
intentar volver a ponerse dura.
Algunos compañeros idealizan la situación anterior;
“antes estábamos mejor”, dicen, pero eso no era tan así.
No hay que olvidarse de que con Arruagarrena y los
“brazucas” o con el “viejo” pueden cambiar algunas formas y modales, pero no el contenido, y el
contenido es que la empresa siempre quiere explotar más y más
al obrero.
Durante muchos años se fue perdiendo poder adquisitivo y
condiciones de trabajo, para vivir hay que meter horas
extras a morir, pusieron el horario extendido, el 6 x 2, la
flexibilización laboral, los contratados y los pibes de
agencia, etc., y si no explotan más es porque no pueden, no porque no quieren. Y no pueden porque el
conflicto estableció otra relación de fuerzas.
Ellos quieren meter a los líderes en la línea cuando
quieran y como quieran. Ellos quieren subir la producción
cuando quieran y como quieran. Ellos van a intentar por
todos los medios recuperar la situación anterior al
conflicto, cuando hacían y deshacían a su entera voluntad.
Para ese objetivo
usarán todos los medios a su alcance: meter a los
congresales, sacar volantes falsos, hacer pintadas truchas,
intentar confundir a los trabajadores, dividirlos, impedir
la realización de asambleas, etc.
Efectivizar a los contratados
Parte de la ofensiva de la patronal es despedir a los
pibes que están hace mucho tiempo por contrato o por
agencia, pero fueron
despidos selectivos, no masivos. El año pasado la
empresa echó a casi todos los contratados y de agencia
antes del conflicto. La patronal también aprende de sus
errores. Ahora manda un mensaje a los contratados: no se
junten con los efectivos, y mañana, cuando provoque un
conflicto, no los va despedir a todos juntos, intentará
usar a los contratados contra los efectivos para seguir
produciendo y les prometerá e incluso efectivizará a
algunos. Esto ya lo hicieron en muchas empresas, por eso es
muy importante tener una política hacia los compañeros
contratados y no dejarlos a merced de la empresa.
La efectivización de todos los pibes contratados y por
agencia debe ser una
bandera de los efectivos, porque es
una injusticia, es ilegal y sobre todo porque es la única
manera de mantener la unidad de la fábrica.
Compañeros: para mantener la relación de fuerzas, para
obtener parte de nuestros reclamos en las paritarias, para mantener la unidad lograda, hay que hacer asamblea para charlar
entre todos, efectivos y contratados, los problemas que van
surgiendo, y no permitir que los dividan ni la patronal ni
el sindicato.
Con mucho respeto, y
siempre dispuestos a apoyar la decisión de los
trabajadores,