El escenario de la política nacional sigue hegemonizado
por la pelea entre el gobierno y la oposición patronal,
disputa que cruza desde el Congreso hasta los medios de
comunicación y que, francamente, mientras no salga de esos
límites se vuelve insufrible. Sumado a que en esta
coyuntura no hubo ningún conflicto obrero importante que se
nacionalice y ponga sobre la mesa una tercera posición
“ni con el gobierno ni con la oposición” y por
la independencia de clase, el gobierno ve la posibilidad de
volver a hacer pie en sectores progresistas y de vanguardia
con campañas sobre los derechos humanos (al estilo K) o su
nuevo caballito de batalla, la puesta en marcha de la ley de
medios, hoy empantanada en la Justicia. En este marco, el
gobierno retoma la iniciativa política contra la oposición.
Y el abanderado mediático de este nuevo impulso es el
programa “6-7-8”, emitido por Canal 7.
Se trata de un fenómeno que ha calado hasta cierto punto
en una audiencia bastante amplia que ya estaba harta del
bombardeo continuo y malintencionado de los medios de
derecha, empezando por los del grupo Clarín y siguiendo por
La Nación, Vila-Manzano-De Narváez y todos esos. En cierto
modo, es entendible que sectores “progresistas” e
incluso de izquierda y juveniles vieran con buenos ojos un
espacio que, en su oficialismo rabioso, “al menos le
sacude a la derecha”, como dicen muchos. Inclusive, la red
de amigos del programa en Facebook tuvo importante
participación en dos marchas (una a Plaza de Mayo en marzo
y otra, mucho más grande, a favor de la ley de medios el
jueves 15 de abril). Por supuesto, ambas concentraciones
tuvieron apoyo oficial, pero es verdad que buena parte de la
convocatoria fue organizada de manera bastante
independiente.
También es cierto que en el programa se tocan temas y se
presenta información muy incómoda para los grandes medios
y la oposición de derecha (por ejemplo, la situación de
Papel Prensa, la causa contra Ernestina de Noble por sus
hijos adoptados ilegalmente y las desventuras y
contradicciones del “Grupo A”). Por otra parte, el ritmo
ágil de edición y el uso de archivo le dan al programa un
dinamismo mucho más atractivo para los jóvenes que las
pseudo entrevistas de Morales Solá, Van der Kooy, Nelson
Castro y demás “estrellas” de TN. Pero no es oro todo
lo que reluce, ni mostrar la mugre de la oposición alcanza
para limpiar la suciedad del oficialismo.
Sin duda, muchos miran “6-7-8” para disfrutar cómo se
desenmascaran las mentiras y manipulaciones de los medios de
derecha. Pero el programa (y sus primos de la misma
productora, “Duro de domar” y “TVR”) aprovecha ese
sano espíritu de revancha para vender gato por liebre.
Mientras a Clarín, Cobos, Carrió, Macri y Cía. se les
detecta hasta el mal aliento, el kirchnerismo aparece más
bueno que Heidi comiendo una barrita de cereal light. Y lo
que ya directamente indigna es la manera en que se cubre el
flanco izquierdo del gobierno, haciéndolo quedar casi como
el Che Guevara sobre un caballo blanco. Para eso, se
aprovechan las agachadas del “progresismo” sojero y sus
transas con la oposición garca (el caso de Pino Solanas)
para borrar del mapa toda
expresión de izquierda, en primer lugar la independiente.
De esa manera, queda como si no hubiera nada en el mapa político
argentino que sea más
de izquierda que los Kirchner. Por supuesto, en su enfoque
totalmente sesgado, “6-7-8” jamás da cuenta de los
problemas y conflictos de los trabajadores… salvo si se
pueden usar para pegarle a algún enemigo del gobierno.
Debacle
de la centroizquierda y el avance de los K
Para comprender el envión de “6-7-8” y su red en
Facebook hay que mencionar tres aspectos: la fragmentación
de la oposición patronal, la debacle de la centroizquierda
a nivel nacional y el permanente silenciamiento y
tergiversación de las posiciones de la izquierda en los
medios masivos de comunicación.
Lo de la oposición patronal es un hazmerreír cotidiano,
hasta La Nación los trata casi de imbéciles por no ponerse
de acuerdo en prácticamente nada, y siguen la
novela de enredos de la interna sin fin de cara a
2011, que el kirchnerismo usa para ganar tiempo.
Por el lado de la centroizquierda, cuando parecía que
levantaba vuelo, mostró una consistencia de cartón
corrugado: luego que tanto Pino Solanas como Sabbatella
capitalizaran una importante porción del “voto
progresista disgustado con el gobierno” en las elecciones
pasadas, la polarización entre gobierno y oposición en el
nuevo Congreso se los devoró, y como proyectos burgueses
tibios que son, terminaron como furgón de cola, uno de los
sojeros (Solanas) y otro del gobierno (Sabbatella).
Y el tercer factor es el silenciamiento de la izquierda,
ya que tanto en medios oficialistas como opositores son
acalladas las posiciones independientes y de trabajadores. Sólo
consiguen espacio los sojeros: en Clarín para lavarse la
cara por izquierda, en “6-7-8” para darle más crédito
por izquierda a los K.
Dulce de leche con sapo
En la frecuencia casi diaria del programa (se emite de
lunes a viernes y el domingo, salvo cuando hay fútbol), el
núcleo ideológico puede resumirse en una polarización tan
simple como tramposa: o estás con Cristina o estás con
Clarín. Todo lo que hagan los K es progresista por definición,
y todos los que estén en contra –por la razón que
fuere– le hacen el juego a la derecha (clásico
razonamiento del stalinismo contra el trotskismo, dicho sea
de paso). Entonces, “6-7-8” le ofrece a los hastiados de
TN, junto con el dulce de leche de pegarle a gente nefasta
como Ernestina Noble, el diario La Nación y toda la oposición
burguesa, el sapo de apoyar cuanto haga o diga el gobierno.
Una especie de chantaje afectivo: ¿quiere gozar viendo cómo
revolcamos por el piso a los gusanos de derecha? Bueno,
pague el peaje de la bajada de línea pro K.
Una vez subidos a ese tren, cualquier cosa que haga
Cristina está justificada. ¡Hasta presentan como un
triunfo contra la derecha pagar la deuda externa con
reservas a los fondos buitres y acreedores! ¡Se festeja la
renovación de la hipoteca del país!
Otro juego cínico del programa es presentar al gobierno
casi como víctima indefensa (de ahí su slogan de “soy la
mierda oficialista”). En verdad, es la
misma estrategia publicitaria del Grupo Clarín y la
prensa de derecha, sólo que desde el otro lado: soy
recontrapoderoso, pero me muestro como si fuera un pobrecito
desvalido a merced de los malvados. Buscan tocar la
sensibilidad de la audiencia con un mensaje de “nos pega
tanto la derecha como la izquierda, o sea que son lo
mismo”.
¡El gobierno de la inflación, la precarización laboral,
los negocios de empresarios amigos y testaferros como Cristóbal
López, el gran pagador de deuda externa que ahora busca
revalidar ese título, resulta que es lo más izquierdista
de lo historia argentina sólo porque despotrica contra Clarín!
Un “archivo
demoledor” por ahí…
Hay una sección del programa, “el archivo demoledor”,
donde se muestran las contradicciones brutales
y se ridiculiza al combo Clarín-La Nación-oposición.
Pero lo que nunca veremos en ese “archivo demoledor”, ni
en ningún otro de la televisión argentina, es el racconto
de las políticas represivas llevadas adelante tanto por los
gobiernos anteriores como por los Kirchner frente a los
reclamos de los trabajadores.
Porque incluyendo patotas, barras bravas, Prefectura,
Gendarmería y un largo etcétera, operando en múltiples
conflictos contra los trabajadores por orden de los mismísimos
gobiernos de Néstor y Cristina. Ejemplos sobran: represión
nacional a los docentes en 2007 que llevó a la muerte al
compañero Carlos Fuentealba, con las escuelas de Santa Cruz
ocupadas por la Gendarmería; la salvaje represión a los
trabajadores del Casino con un periodista de Canal 7 herido
(con la intervención K en el canal que impidió a los
trabajadores del canal mostrar la imagen del periodista con
la cabeza rota); patota y militarización en el Hospital
Francés en 2008; cuerpos de infantería y/o gendarmería en
el Subte, Fate, Kraft, Mafissa, patotas en el IndeK y la
lista sigue… ¡Pero en “6-7-8”, una de las banderas
que se presentan a favor del oficialismo (incluso mencionada
en la canción insignia del programa) es que los Kirchner
“nunca reprimen”!
Desde ya, Canal 7 o “6-7-8” no representan la
“diversidad”. Si hay algo totalmente monocolor es el
panel del programa, donde hay seis personas que opinan, en
todo lo importante, exactamente igual, y jamás tienen
matices de pensamiento. La única diferencia es la inspiración
de cada uno para hacer chistes antiopositores, que el resto
festeja. En el fondo, “6-7-8” y TN son casi uno el
negativo del otro: lo que uno ve negro el otro lo ve blanco,
y viceversa. Pero eso no tiene nada que ver con el
“pluralismo informativo”: simplemente, ambos responden a
sectores patronales y manejan la información y los
contenidos a sus propias necesidades. Por eso el color que
nunca se ve ni en un medio ni en el otro es el de los
reclamos de los trabajadores y los sectores populares.