Las jornadas de lucha de la semana pasada en Grecia son ya
un hecho de magnitud histórica.
Es la primera gran rebelión obrera,
estudiantil y popular que se produce en Europa desde el Mayo
Francés de 1968. Y, por no ser lo de Grecia un hecho
aislado sino la punta del iceberg de la crisis económica
mundial y europea, es muy probable que marque también
–como el Mayo Francés– una nueva fase de la situación
política, tanto en Europa como en otras regiones.
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Solidaridad
con los trabajadores y el pueblo de Grecia
¡Hace falta una jornada mundial
de
apoyo!
La clase obrera y el pueblo de Grecia están luchando
heroicamente contra las pretensiones de la burguesía de la
UE de imponer un ajuste salvaje, sin precedentes en la
historia, que incluye en primer lugar la rebaja de los
salarios de los trabajadores.
Aquí también se juega una batalla que toca directamente
a los trabajadores europeos y del resto del mundo. En Grecia
quieren hacer una prueba piloto para generalizar esto a toda
la Unión Europea. Si logran eso, también será un
“modelo” para los gobiernos capitalistas de todo el
planeta.
La rebelión de Grecia es un ejemplo mundial de cómo
deben contestar los trabajadores a las medidas de los
gobiernos para hacerles pagar una crisis de la que sólo los
capitalistas y banqueros son responsables.
¡Es un deber de los trabajadores y los pueblos de Europa
y el mundo entero solidarizarse con la clase obrera y el
pueblo griego!
• ¡Abajo los planes de ajuste en todo el mundo! ¡Que
la crisis la paguen los capitalistas que la provocaron!
• ¡Fuera la UE y el FMI de Grecia!
• ¡Abajo la Unión (capitalista) Europea!
• ¡Por los Estados Unidos Socialistas de Europa!
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Asimismo, muchos han comparado también lo de Grecia con
el Argentinazo del 2001, entre ellos Krugman, el premio
Nobel de Economía del 2008.[1] Y, en la misma Grecia, una
pared apareció con la pintada: “Atenas = Buenos Aires”.
El Argentinazo no fue tampoco un acontecimiento aislado,
sino expresión de un proceso continental –signado por las
rebeliones latinoamericanas del siglo XXI– que, con sus
enormes desigualdades y contradicciones, puso a América
Latina en las posiciones más avanzadas de la lucha de
clases a nivel mundial después de largos años de derrotas
y neoliberalismo salvaje. ¿Grecia marcará lo mismo para
Europa?
Por esos motivos, comprender lo que está pasando allí y
lo que expresa el “griegazo” de la semana pasada, es de
trascendental importancia. Aquí hacemos algunas reflexiones
sobre este inmenso acontecimiento.
“Convergencia” de la crisis económica y de la lucha de clases
Grecia expresa, en primer lugar, que está empezando a
darse lo que podríamos llamar una “convergencia” entre
la crisis mundial y la lucha de clases. Lo que viene
sucediendo a nivel de la economía, comienza en Grecia a
tener una respuesta a su medida a nivel político, en la
acción del movimiento obrero y sectores populares.
Esto venía muy retrasado. Si bien en forma desigual ha
habido luchas de los trabajadores –también en el
continente europeo–, mundialmente viene habiendo un gran
retardo de la clase obrera, en dar respuestas de lucha a la
altura de los desafíos y de los enormes ataques con que el
capitalismo pretende hacerle pagar los costos de la mayor
crisis desde la Gran Depresión. Dicho de otra manera: en
las primeras etapas de la crisis, economía y política
parecieron marchar por caminos distintos.
Esto tiene múltiples causas. Una de ellas es la rápida
respuesta inicial que dieron los gobiernos de los
principales estados capitalistas –los billonarios
“rescates”, especialmente en EEUU–, que evitaron por
el momento una gran depresión y crearon por unos meses el
espejismo de que las cosas volvían rápidamente a la
“normalidad”.
Pero lo más importante fue que a la misma clase
trabajadora no le es fácil responder de conjunto a una
crisis cuya primera manifestación son los despidos. En
medio de una crisis, las amenazas de despido son
paralizantes.
Asimismo, la crisis ha tenido impactos muy desiguales. Ha
afectado principalmente a las franjas de trabajadores más
precarios y “periféricos” de la producción
(temporarios, “contratados”, inmigrantes, etc.), pero ha
golpeado mucho menos a los núcleos centrales de una clase
trabajadora que el capitalismo neoliberal se ha cuidado de
fragmentar en las últimas décadas.
A todo eso, hay que añadir, como un factor de primer
orden, la acción de las burocracias sindicales. Nunca en la
historia del capitalismo los burócratas “obreros” han
sido sirvientes tan incondicionales como en nuestra época.
Especialmente en los países centrales, las burocracias
sindicales ya no son meramente direcciones con políticas
“reformistas” o “conciliadoras”, sino más bien
empleados a sueldo del estado y los patrones, directa o
indirectamente. Los grandes aparatos sindicales ya no vive
de las cuotas de sus afiliados, sino principalmente de los
negocios (sindicalismo “empresario”) y/o las
subvenciones del estado y los patrones.
Grecia es el primer país de Europa y del mundo en el
cual, a pesar de esos múltiples factores paralizantes, se
desató una extraordinaria movilización encabezada por la
clase trabajadora. La crisis y la lucha de clases comienzan
así a entrecruzarse.
Grecia y las rebeliones latinoamericanas
El paralelo señalado por muchos entre lo de Grecia y las
estallidos latinoamericanos, en especial el Argentinazo, no
significa que sean idénticos. Una importante diferencia es
el rol de la clase trabajadora y las masas populares.
El Argentinazo fue un estallido social y luego un proceso
de luchas esencialmente popular. La clase obrera y
trabajadora, orgánicamente, no actuó en diciembre de 2001
ni tampoco en el curso de los meses siguientes. No hubo
huelgas y la clase obrera ocupada y sus organizaciones de
masas, los sindicatos, no jugaron prácticamente ningún
papel, aunque individualmente haya habido trabajadores que
interviniesen en las movilizaciones, y un pequeño sector
obrero –el de las fábricas “recuperadas”– hiciese
una valiosa experiencia de hacerlas funcionar sin patrones.
El papel fundamental lo cumplieron los desocupados y sus
organizaciones esencialmente barriales, y el método de
lucha fue el piquete, los cortes y las manifestaciones.
En Grecia, por el contrario, el movimiento obrero es sin
duda la columna vertebral de la lucha, y su forma principal
es la huelga general, convocada por las organizaciones
obreras, con movilizaciones de masas en las calles a las que
se incorporan amplios sectores populares, estudiantes,
taxistas, etc.
Desborde de las direcciones burocráticas e independencia política
Frente a la crisis, los burócratas sindicales de Europa,
en combinación con partidos que todavía se atreven a
decirse “socialistas” y “comunistas”, se han
dedicado a frenar y sobre todo a fragmentar las respuestas
obreras a la crisis. Cuando no pueden impedir el estallido
de un conflicto, lo mantienen aislado hasta que sea
derrotado. Por eso, la palabra prohibidísima es “huelga
general”.
En Grecia esta prohibición se vino abajo, pero no porque
sus burócratas sindicales sean muy distintos. La mayoría
son del PASOK, el partido “socialista” que hoy gobierna
y que ha votado el plan de ajuste contra
el cual se rebelaron los trabajadores griegos. Como
señalamos en artículos anteriores,[2] el secreto está en
que las bases obreras y sobre todo los activistas no se
sentaron a esperar ni a hacer rogativas a los burócratas
para que luchen, sino que todo esto vino precedido por una
larga serie de acciones independientes, de desbordes de las
direcciones burocráticas que no pudieron así eludir la
convocatoria a la huelga general.
Asimismo, aunque el proletariado y las masas griegas están
aún muy lejos de tener una dirección política
revolucionaria, el bipartidismo burgués que reina en casi
todo el resto de Europa, es más débil en Grecia.
Los resultados inmediatos del “griegazo”
Los resultados inmediatos de las jornadas de la semana
pasada son también –al menos por ahora- distintos del
Argentinazo. El gobierno griego no ha sido derribado. No se
dio en Atenas el convulsivo período de poco más de una
semana, donde cae De la Rua y se suceden luego cuatro o
cinco presidentes, mientras millones en las calles rugían
“que se vayan todos” (algo parecido a lo que decían los
manifestantes atenienses cuando internaron tomar el
parlamento).
Aunque en Argentina en el 2001, al no haber una
alternativa política obrera y popular, finalmente se
quedaron (casi) todos, se abrió sin embargo una larga etapa
donde hubo un cambio en las relaciones de fuerza entre las
clases y también en aspectos del régimen mismo. Los
cambios de régimen se dieron aun con más nitidez, en los
procesos de Venezuela, Bolivia y Ecuador.
Esto no ha sucedido –aún- en Grecia. Aunque maltrechos, el gobierno del PASOK y el
parlamento que votó el ajuste salvaje siguen allí,
gobernando y dispuestos a aplicar las medidas más brutales
contra los trabajadores.
Por otro lado, también es un hecho cierto que las masas
obreras y populares que salieron estos días a la calle no
fueron derrotadas, ni mucho menos aplastadas físicamente, a
pesar de la fuerte represión.
No estamos allí como para poder tomar el pulso al
combativo movimiento obrero griego. Por relatos y
testimonios, pareciera haber un momento de reflexión y quizás,
en alguna medida, un lógico “estado de shock”`[3]. Es
algo comprensible.
En primer lugar, hay que “digerir” la magnitud de lo
realizado. Esto no es “automático” porque, como suele
suceder en estos casos, las acciones de las masas fueron
momentáneamente más revolucionarias que su conciencia.
Pero también está presente, la enormidad de lo que se
viene, de lo que hay que enfrentar.
La burguesía de la UE juega al todo o nada
Es que no se trata sólo del gobierno del PASOK, el
parlamento y la burguesía griega. Detrás de ellos ha
cerrado filas toda la Unión Europea y el FMI para que
apliquen el más salvaje plan de ajuste.
Necesitan reventar a la clase trabajadora griega, para que
no se les venga abajo el castillo de naipes del euro y se
ponga en peligro la continuidad de la misma UE.
Como se explica en un artículo del anterior periódico
–“Grecia en bancarrota”, por José Luis Rojo, SoB Nº
175–, Grecia es sólo el eslabón más débil de la cadena
del euro. Detrás de Grecia, están en “lista de
espera”, Portugal, España, Irlanda, Italia...
La crisis mundial amenaza con hacer estallar el disparate
de tener una moneda común entre países que tienen
potencialidad económica y productividad del trabajo muy
distintas. Es un disparate similar al “1 a 1” de Cavallo-Menem,
que llevó de cabeza a la Argentina a una situación muy
parecida a la de Grecia. Es que, al renunciar a tener moneda
propia (o establecer una paridad inamovible, como hizo
Argentina), el Estado burgués renuncia al mismo tiempo a
“maniobrar”, en épocas de crisis, con la emisión de
moneda y/o los tipos de cambio que regulan en gran medida el
comercio exterior, los precios internos y externos, etc.
La burguesía siempre resuelve sus crisis echando el fardo
sobre los trabajadores y las clases populares. Pero hay
formas y formas, puede ser al contado o en cuotas. En este
caso, para que el euro no se venga abajo, la UE ha optado
por imponer a Grecia (y a todo el resto: Portugal, España,
etc.) la forma más brutal: la deflacionista.
Como no se puede emitir, Grecia (o Portugal, España,
etc.), para equilibrar sus cuentas, debe ir a una violenta
reducción nominal de los gastos del Estado, de los
salarios, las jubilaciones, despidos en masa, etc. ¡Recordemos
lo que proponía López Murphy, para salvar el “1 a 1”,
en sus pocos días de ministro con De la Rúa! ¡Bajar un
20% o 30% los salarios, entre otras medidas!
Esto genera, lógicamente, un rechazo no menos violento,
que explica la furia de las masas griegas.
Entonces, Grecia es un “leading case”, el precedente o
“test” de lo que se va a aplicar a los trabajadores de
los demás estados de la UE. Si no lo pueden imponer en
Grecia, ¿cómo van a hacerlo con Portugal, España y el
resto?
Y digamos que ese resto abarca en verdad a los
trabajadores de toda la UE. En mayor o menor medida, todos
los estados, dentro o fuera de la zona euro, han quedado más
endeudados que nunca, debido a los “rescates”, y llegó
la hora de pagar las cuentas.
Yendo más allá de Europa, y teniendo en cuenta que los
mismísimos EEUU son el país más endeudado del planeta, el
“laboratorio” griego es un experimento que puede
significar el “toque de rebato” para un ajuste económico
mundial durísimo que haga pagar –sin anestesia– los
costos de la crisis en moneda contante y sonante a la clase
obrera.
Los obreros, estudiantes y campesinos griegos están en la
primera fila del combate mundial contra la crisis
capitalista: por eso requieran del apoyo de los trabajadores
de todo el mundo.
Notas:
1.-
Krugman, “La encrucijada del euro”, en
www.socialismo-o-barbarie.org, edición del 09/05/10.
2.- “Grecia - Impresionante huelga general”,
Socialismo o Barbarie, periódico, 04/03/10.
3.- La confusa muerte –en la jornada del paro general
del miércoles 5 de mayo pasado– de tres empleados
bancarios ha sido utilizada por el gobierno del PASOK y la
burguesía griega como una muestra del “vandalismo” de
las movilizaciones… Obviamente que para desacreditarlas.
Se trata de las primeras muertes en luchas populares en
Grecia desde el año 1991.