Socialismo o Barbarie, periódico Nº 180, 08/07/10
 

 

 

 

 

 

El 82% a los jubilados

Mentiras verdaderas

Por Marcelo Yunes

Tenemos nuevo sainete parlamentario: la discusión por la ley que aprobaría el pago del 82% móvil a los jubilados. La iniciativa partió de la oposición de derecha. Sus abanderados son Gerardo Morales y Patricia Bullrich, ambos ex funcionarios de De la Rúa. Claro, el mismo que rebajó las jubilaciones y los sueldos estatales en un 13%, al mejor estilo plan FMI para la Europa de hoy. Se ve que después de largo reflexionar y una profunda autocrítica, éstos y otros adalides de la oposición burguesa han llegado a la conclusión de que nuestros abuelos se merecen un esfuercito de parte de las arcas de la ANSeS. Curiosamente, en sus declaraciones y proyectos de ley el llamado "Grupo A" no especifica de dónde van a salir los más o menos 30.000 millones de pesos anuales adicionales que demandaría pagar el 82%. Pero eso no importa mucho, dicen; lo urgente es "cumplir con nuestros abuelos", según declaran con lágrimas en los ojos radicales, macristas y el resto.

El kirchnerismo está furioso. Si hay cosa que le molesta es que lo corran por la izquierda. "¡Demagogos, irresponsables, chantas, caraduras!", braman. Reconozcamos que argumentos no les faltan: el historial antipopular de la muchachada opositora es tan impecable que hasta un santo desconfiaría de tan súbito fervor populista. Por supuesto, unos y otros saben que, con el actual esquema presupuestario que destina un porcentaje decisivo al servicio de deuda pública, el 82% es impracticable e impagable. Los radicales y sus socios no buscan el bienestar de los jubilados (da risa sólo pensarlo diez segundos seguidos), sino obligar al gobierno a despojarse de su vestimenta populista y ponerse el traje gris de la austeridad. En criollo: quieren forzar un veto presidencial a la ley del 82%, si es que se aprueba, para después tener argumentos de campaña contra el kirchnerismo, del estilo: "¡Se negaron a aumentarle a los jubilados! ¡Se cagan en el Congreso y las instituciones!", etcétera.

Los argumentos del oficialismo no se detienen aquí. Abandonando su pose populista y mutando rápidamente a capitalistas "responsables", explican que el 82% "sólo existe en Luxemburgo", que es "imposible de pagar", y que los jubilados debieran darse por satisfechos con el actual esquema de ajuste semestral por inflación. Es curioso: cuando el kirchnerismo toma medidas más o menos a contramano del ajuste europeo, se declaran los más nobles "amigos del pueblo" del planeta. No les importa que toda Europa esté planteando ajustazo porque "nosotros somos distintos". Pero cuando los corren "por izquierda" y los quieren forzar a más "populismo" del que pueden dar, ahí sí se escudan en la ortodoxia de los países desarrollados, ninguno de los cuales paga el 82% a sus jubilados...

El resumen es simple: todos dicen la verdad y todos mienten

La oposición dice la verdad cuando plantea que no es imposible aumentar las jubilaciones; miente cuando dice que lo hace por los jubilados, cuando lo único que busca es complicar políticamente al gobierno, y por ende miente por omisión al no decir cuál es la fuente de financiamiento. En el fondo, se trata de la misma pelea de la resolución 125 y del pago de deuda con fondos del Banco Central: el objetivo es reventar la caja con la que el kirchnerismo hace política y obligarlo a endeudarse de lo lindo.

El oficialismo dice la verdad cuando califica de demagogos y oportunistas a los dirigentes de la oposición de derecha, y también cuando argumenta que el pago del 82% descalabra el actual presupuesto. Miente cuando saca la conclusión de que no se puede hacer nada distinto de lo que hace el gobierno, porque, en efecto, si de priorizar las necesidades populares se trata, los recursos están. Pero claro, se los llevan los acreedores gracias a la estrategia de "desendeudamiento".

Y es esa estrategia de convertirse en los más rabiosos y mejores pagadores de deuda la que el gobierno se apresta a ratificar en el Presupuesto 2011. Terminado el canje con un resultado aceptable para el kirchnerismo, todos los cañones están apuntando a "volver a los mercados internacionales de crédito". Esto es, mostrar que la Argentina quiere volver a ser un país "normal" y "confiable" para los prestamistas. Justamente en ese sentido es que los primeros lineamientos del Presupuesto 2011, a la vez que repiten ritualmente la importancia de los "superávits gemelos" y de la "defensa del empleo y la producción", ponen el acento en lo que más importa: renegociar la deuda con el Club de París y desarrollar los mecanismos de colocación de deuda pública. En suma: reanudar la rueda del endeudamiento, pero con un ritmo controlado desde el gobierno en vez de la carrera desenfrenada de toma de deuda que quiere forzar la oposición.

Pero entonces, ¿se puede pagar el 82%?

Por supuesto que se puede, pero no con la política del kirchnerismo y menos con la de la oposición. Hasta los diputados de centroizquierda salieron a decir, a su manera pusilánime, que es un escándalo que el gobierno tire a la basura sin más discusión el reclamo del 82%. Claro, el "progresismo" cree que todo se puede arreglar subiendo algunos impuestitos a los ricachos, los banqueros y demás privilegiados de este país. ¡Por supuesto; si no hay nada más fácil que sacarle plata a los capitalistas con impuestos específicos y buenos modales; ahí está la historia de la resolución 125 para demostrarlo! Como dirían en el barrio: a ver, centroizquierda, ¿ustedes y cuántos más van a ir a convencer a los banqueros, especuladores de bolsa, sojeros, etc., de que hay que resignar unos pesitos para los pobres jubilados? Porque con argumentos civilizados y votaciones en el Parlamento sospechamos que no va a alcanzar...

El kirchnerismo ahora pide "no hacer demagogia y no engañar a la gente prometiéndole lo imposible". Pero la justicia del reclamo está fuera de discusión. ¡Si el propio Moyano tuvo que salir a hacer malabarismos, diciendo que estaba a favor del 82%, pero en contra de la "irresponsabilidad" de la oposición! Pero ni ésta ni otras reivindicaciones, sean de los jubilados, de los asalariados o de la sociedad en general, van a ser logradas merced a la graciosa voluntad de tal o cual gobierno capitalista, sea más "populista" o menos. Como ha sido a lo largo de toda la historia del movimiento obrero desde 1848 e incluso antes, hasta las medidas más "reformistas" sólo pueden lograrse como un subproducto de la lucha de clases más intransigente e independiente de parte de los trabajadores y el movimiento de masas. Y mucho más en la actual fase del capitalismo globalizado y en crisis, que amenaza en todo el orbe con atacar todas las conquistas de la clase trabajadora incluso en los países donde nunca habían sido cuestionadas a fondo, como los de Europa occidental.

Corresponde a las actuales organizaciones de los trabajadores y luchadores levantar este reclamo como una de sus banderas, con la más absoluta independencia de todo sector patronal, sea el que hoy quiere enterrarlo definitivamente (el kirchnerismo) o el que busca utilizarlo de manera demagógica sólo para traicionarlo a la vuelta de la esquina (la oposición de derecha).