Pasaron catorce meses desde el triunfo opositor en las
elecciones hasta que pudieron, finalmente, votar algo en
contra del gobierno: en este caso, la media sanción en la Cámara
de Diputados al 82% para las jubilaciones mínimas. Por
supuesto, a ninguno de los derechistas del “Grupo A” se
le cae una lágrima por los jubilados (da risa sólo
imaginarlo), sino que buscan, por un lado, quedar como
“amigos del pueblo”, y por el otro, poner a los Kirchner
en la incómoda situación de rechazar (incluso con veto
presidencial) una medida “populista”.
Un motivo adicional para el súbito amor del duhaldismo,
Patricia Bullrich, Felipe Solá, De Narváez y Cía. por los
jubilados es que el dinero en cuestión debería salir de
las arcas de la ANSeS, esto es, de la famosa “caja” con
la que el kirchnerismo hace y deshace políticas y alianzas.
No por otra razón Cristina advirtió que la movida
opositora apuntaba a “un nuevo default”. Ya antes de la
votación en Diputados se quejó de que la oposición no decía
de dónde iba a salir la plata. Los opositores del “Grupo
A” replicaban que “la plata está”.
¿Está o no? Sí y
no.
Se puede pagar durante un tiempo, pero si
no se agranda la entrada de recursos a la ANSeS, pagar
el 82% es como abrir la canilla de un tanque mientras se lo
llena con un gotero, tarde o temprano, se termina vaciando.
Es por eso que algunos proyectos de la centroizquierda
(Lozano, Sabbatella) proponían “recargar el tanque” con
las contribuciones patronales eliminadas por Cavallo cuando
se instaló el sistema de las AFJP.
Pero en esta discusión todos muestran la hilacha. Si a la oposición de derecha realmente
le importara el ingreso de los jubilados, no votaría un
esquema que, como saben muy bien, es 82% para hoy y 35% para
mañana. Y si el gobierno realmente
quisiera hacer todo “lo posible” para recomponer las
jubilaciones, no se opondría, como lo hace, a obligar a los
patrones a financiar a la ANSeS como antes de 1993.
Ni hablemos de la
“centroizquierda”.
Si Lozano realmente
fuera tan “progresista responsable” que quiere aumentar
a los jubilados con plata de los capitalistas, no le habría
facilitado al Grupo A la votación de una propuesta que no
les quita un solo peso. El cuento de “que se vote el 82%
en general y después incluimos el financiamiento” no se
lo cree ni él. La prueba es que Pino
Solanas, jefe de bloque de Lozano, le
lanzó flores a la impresentable Carrió
luego de que ella se fuera del Acuerdo Cívico… por
la derecha, y a días de haber sido la más rabiosa
defensora de los sojeros y de Biolcati en la Exposición
Rural. Si eso es de “centroizquierda”, uno se alarma
pensando qué será de derecha. A todo esto, la otra pata de
la centroizquierda, el bloque de Sabbatella, también agitó
el regreso de las contribuciones patronales pero terminó
pegado al gobierno. Como siempre, ninguno
fue capaz siquiera de posar como mínimamente independiente
de los dos bandos patronales en disputa.
El resultado de todo
esto, los empresarios seguirán sin poner un centavo para financiar las
jubilaciones, el
gobierno verá cómo bloquea la sanción efectiva del 82%,
en el Senado o mediante veto, y la
oposición subirá un par de puntos en las encuestas
gracias al costo político que deberá pagar el oficialismo.
Que acaso no sea tanto, según una encuesta publicada en La Nación el domingo 15-8, el aspecto en el que el kirchnerismo es
mejor visto por el electorado es justamente el manejo del
tema previsional.
Pero ¿y qué
va a pasar con los jubilados, que tienen derecho (todos,
no sólo los que cobran la mínima) al 82% del sueldo
activo, financiado con plata no sólo de los
trabajadores, sino también de los patrones? Ah, qué lástima:
ésos, justamente, no van a recibir nada.