El lunes 30 y el martes 31, los trabajadores del frigorífico
Ríoplatense estuvieron de paro. El malestar viene de lejos,
a principio de año y como un anticipo de lo que pasaría en
todo el gremio hubo una tanda de 50 despidos pese a la
resistencia de los obreros. La patronal siguió descargando
la crisis sobre los trabajadores pero la gota que rebalsó
el vaso fue la negativa de pagar las paritarias y los
acuerdos salariales que vienen del año pasado y era el
primer punto de la paritaria de este año: el blanqueo de
todas las sumas no remunerativas y el pase al básico de
estas sumas que representan un 42 % de aumento y a partir de
ahí los aumentos de este año. La patronal del Río se
niega apagar el aumento. Al cierre de esta edición los
compañeros marcharon al Ministerio de Trabajo delegación
Tigre y este dictaba
la conciliación obligatoria. Como si fuese poco el
sindicato no sólo
que no apoya, sino que manda a provocadores rompe
huelgas a agredir a los compañeros como denunció su
delegado Carlos Zerrizuela.
Todos contra los obreros
La pelea entre el gobierno y la patronal “campestre”
la pagan los trabajadores y no solo por el aumento del
precio de la carne sino
en miles de puestos de trabajo. Sólo en el sindicato
capital cerraron varias empresas de ciclo dos (Marcelaruis y
otros), el Frigorífico Runfo estuvo cerrado y con
permanencia de sus trabajadores en la planta casi por un mes
hasta que finalmente se logró la reincorporación de todos
los trabajadores. El frigorífico El Látigo esta prácticamente
cerrado y 500 trabajadores despedidos; en el frigorífico
Bancalari hubo despidos y casi no se faena y la lista puede
seguir. La multinacional brasilera, la primera exportadora
mundial de carnes con varios frigoríficos en la argentina,
anunció que venderá o cerrará por lo menos tres plantas,
dos en el Gran Buenos Aires, la otra en Entre Ríos.
La patronal ante las trabas en la exportación y la caída
libre en el consumo interno opta por cerrar, pero esta no es
la única manera de descargar la crisis sobre los
trabajadores. Constantini (dueño del Ríoplatense) da el
ejemplo y otra vuelta de rosca a la explotación obrera negándose
a pagar los aumentos, y muchos otros aprovechan e
incrementan los ritmos de producción y sacan algunas
conquistas que aún quedan.
Las distintas facciones de la burocracia de la carne (La
federación de Fantini, el sindicato Capital y su Federación
Peretti-Molina y Silvio Etchehun con
su sindicato patronal –SIGBA–) han hecho algunas
acciones, marchas, algún corte de ruta pero nada
en serio para frenar la brutal andanada de despidos. Todos y
cada una de las facciones de la burocracia son cómplices de
los ataques a los trabajadores.
Su política fue desde ponerse a gritar junto a la
patronal contra Moreno por la libertad de comercio y las
restricciones que pone a las exportaciones, hasta pedir
subsidios al gobierno. Ahora ante los despidos masivos y
cierres de plantas su política es gestionar las empresas
bajo alguna modalidad de propiedad participada sea
cooperativa u otra variante. Toda su política fue no
molestar a la patronal, ni al gobierno, mientras la patronal
y el gobierno hacen desastres en las filas obreras.
Hay otro camino al que proponen las distintas alas burocráticas:
imponer por las bases un verdadero plan de lucha de todo el
gremio que comience por rodear de solidaridad a los frigoríficos
con problemas y que levante la bandera de la expropiación
sin pago de toda empresa que cierre o despida y su
funcionamiento bajo control de los trabajadores.