Socialismo o Barbarie, periódico Nº 187, 15/10/10
 

 

 

 

 

 

Servicio Cívico Voluntario

La militarización de la pobreza

Por Ana Vázquez

La Cámara de Senadores dio media sanción al proyecto de Servicio Cívico Voluntario impulsado por la oposición. El modelo fue tomado del aplicado en Mendoza cuando era gobernador el vicepresidente Julio Cobos en 2004. Éste firmó un convenio con el entonces presidente Néstor Kirchner para capacitar jóvenes en las guarniciones militares.

De acuerdo a este proyecto, todo joven entre 14 y 24 años que no tenga trabajo tendrá derecho a ingresar a este programa. Si no ha completado sus estudios básicos, lo tendrá que hacer en la escuela más próxima y recibirá capacitación técnica por un año, recibiendo una beca correspondiente a tres asignaciones familiares por hijo.

Los ingresantes podrán ser concurrentes (sólo en el horario de las clases) o permanentes (en este caso vivirán donde se dictan las clases). ¿El lugar? Instalaciones vacías de las FF.AA.

Los educadores sojeros

Tanta preocupación por el futuro de la juventud emociona. En su arranque filantrópico y humanitario, los sojeros han puesto en texto su esencia reaccionaria y represiva.

No satisfechos con pregonar una educación para los niños ricos (escuelas privadas de alto nivel) y otra para los niños pobres (escuelas estatales o privadas de escasos recursos), quieren legislar una educación para la juventud desposeída, marginada de la sociedad.

Una juventud que ha sido desalojada del circuito productivo y es la más indefensa y vulnerable, porque no tiene posibilidades de avanzar, de organizarse, de pelear. A esta juventud la quieren encadenar a una educación (si se la puede llamar así) para disciplinarla al servicio de la clase dominante, sin ninguna posibilidad de elección ni de debate.

El objetivo es doblemente nefasto porque no es sólo hacia ellos, los jóvenes de hoy, sino hacia su familia actual y sus familias futuras, pretendiendo encuadrarlas en una vida de sometimiento y miseria. A cambio de una migaja (tres asignaciones por hijo) tendrían un techo y comida. Al finalizar el curso tendrían la posibilidad de un trabajo donde tendrán que aceptar el sueldo y las condiciones que les ofrezcan. Porque no van a ser “asalariados libres” sino “asalariados condenados” de antemano a aceptar cualquier laburo para no volver a dormir en la calle ellos y sus familias.

Esta es una parte del plan de sometimiento. No es casual que las “nuevas escuelas” sean en instalaciones de las FF.AA. El espacio físico tiene un componente ideológico profundo, no sólo disciplinario. Aunque niegan que las clases vayan a estar a cargo de personal militar, ¿qué mejor que el ámbito de las fuerzas represivas para inculcar la ideología de la clase dominante?

Los chillidos K

Desde las huestes kirchneristas se han opuesto a este proyecto. No sólo desde las bancadas en las Cámaras. También lo ha hecho la ministra de Defensa Nilda Garré. La dirección de CTERA y la CTA le han seguido el compás.

Pero el mismo kirchnerismo está atrapado por su propio discurso para dar una pelea consecuente contra este proyecto de ley.

Este año reavivó con bombos y platillos su plan de relegitimación de las FF.AA. “distintas a las del Proceso militar”. ¿Con qué conceptos puede convencer a la juventud de que no es conveniente educarse en los cuarteles?

Sus argumentos defendiendo la educación pública y los programas de inclusión del Ministerio de Desarrollo Social no suenan convincentes cuando una rebelión estudiantil ha estallado hace unas semanas por las malas condiciones en que se encuentran los colegios y las universidades públicas.

Además, al no tener un plan económico de inclusión del conjunto de la juventud en el mercado laboral, no hace más que profundizar las desigualdades sociales y condenar a un sector a vivir de los planes sociales. Planes sociales que, a su vez, son fuente clientelar de apoyo a su política.

Desde la Secretaría de Derechos Humanos de la CTA expresaron: “Cuando decimos que el hambre es un crimen es porque hay criminales. Lo que nos moviliza y nos conmueve son los niños. Vamos a avanzar en movilizarnos desde la CTA para impedir que este proyecto se imponga sobre la vida de nuestros chicos y jóvenes.” [1] ¡No hay por qué alarmarse! Los criminales a que se refiere la CTA deben de ser las patronales como la de Paraná Metal que no recibieron ni un reto por cerrar su fábrica de un día para otro y la movilización de la que hablan debe ser la que prometieron en su momento a los trabajadores de esa empresa.

Tampoco las cúpulas de las tres Fuerzas Armadas han dado su aprobación. Han respondido con una contrapropuesta: “El Ejército podría incrementar su participación en la contención social por medio de una mayor incorporación de soldados voluntarios” [2], afirmó el teniente general Luis Pozzi, a cargo de esa repartición militar. En el mismo sentido opinaron los máximos responsables de las otras áreas castrenses.

Para hacerse cargo de problemas que no les son propios, proponen promocionar la carrera militar lista y llanamente, sin mediaciones.

Educación y trabajo para todos

Los gritos K no asustan a la oposición. Tampoco a la patronal que ve en este posible nuevo “ejército de desempleados de reserva” una posibilidad de rebajar más el desde ya deteriorado salario de los trabajadores en actividad.

Con la excusa de combatir la delincuencia, las patronales quieren lucrar con la miseria y formar a un sector muy excluido no como aliado, sino como enemigo y opuesto a los intereses del resto de los trabajadores.

En lugar de mandar a los más pobres a los cuarteles, debemos luchar para que haya educación y trabajo para todos.

¡No a la militarización de la pobreza!

¡Este proyecto lo podemos frenar solamente desde la lucha de los trabajadores y el pueblo para que haya trabajo para todos, genuino y en blanco, con educación a cargo del Estado!


Notas:

1.- Boletín de la CTA, 29/9/10

2.- La Nación, 4/10/10