Está
en la etapa de los alegatos, previa al dictado de la
sentencia, los juicios en los campos de concentración del
Atlético, Banco y Olimpo, llamados del circuito ABO, ya que
en realidad se trataron de tres centros de detención por
donde pasaron los mismos secuestrados.
Aunque
trágicamente archiconocidos los hechos aberrantes que
cometieron los milicos en estos lugares, no deja de impactar
el relato pormenorizado, conciso y documentado a cargo de la
Fiscalía. Por los tormentos causados a 181 personas se
juzga en esta causa a 17 militares, dentro de la jurisdicción
del I Cuerpo de Ejército, algunos ya con penas a reclusión
perpetua en otros juicios, como el “Turco” Julián.
Algunos de ellos fueron integrantes del Batallón 601, otros
policías, otros agentes del Servicio Penitenciario Federal.
Todos están en prisión.
Separados
por un vidrio, los familiares y el público en general,
seguimos la lectura. En la misma no solamente se denunciaba
los hechos sino también la procedencia social, política y
militante de los secuestrados. Los decididos y valientes
relatos del conjunto de los testigos, previos a la instancia
de los alegatos, dieron cuenta no solamente de su denuncia
personal, sino también de las de muchos otros que pasaron
por estos campos de concentración.
Entre
ellos se destacan jóvenes secundarios y universitarios,
militantes de la UES y de la Juventud Peronista. También
trabajadores de distintos gremios y de distintas corrientes
políticas. Compañeros bancarios, del Seguro, compañeros
de la comisión interna de Mercedes Benz, una compañera
delegada de la Caja de Ahorro. Personalidades destacadas
como Adolfo Pérez Esquivel y Julio Guillán, secretario
general del gremio telefónico en ese momento, que continúa
desaparecido.
Entre
los militantes de las organizaciones de izquierda estuvieron
allí detenidos 5 compañeras y compañeros del PST. Uno de
ellos, delegado de Chiclets Adams; otro, trabajador de
Editorial Abril.
En
la fundamentación jurídica, tanto el colectivo Justicia
ya! como la Fiscalía pidieron el encuadre dentro de la
figura de genocidio de la Convención de 1948. El fiscal a
cargo de la querella que la fundamentó, expresó que, si
bien el texto de esta norma internacional va dirigido contra
el aniquilamiento de una etnia, raza o religión, en este
caso fue cometido en relación a un grupo nacional, sometiéndolo
a vejámenes y luego su exterminio.
"Unos
tienen que morir para que otros vivan, esa fue la consigna
del genocidio en la Argentina", concluyó en su
exposición. (Eldia.com.ar 3/11/10)
De
aceptarla el tribunal, se sentaría un precedente jurídico
a nivel nacional e internacional sobre la figura de
genocidio aplicada a una matanza de luchadores obreros,
populares y democráticos en forma sistemática y masiva.
Juicio y castigo por todos
Esta
lucha no es “cosa del pasado que hay que enterrar” ni
debe ser olvidada por las jóvenes generaciones.
Es
durísima y trasciende ya tres décadas porque no sólo es
parte de la lucha inconclusa contra la dictadura, sino
contra el poder político y económico que la avaló. Que,
aunque hoy no lleve adelante el mismo proyecto, no va a
permitir que se condene a todos los responsables políticos,
empresariales y eclesiásticos.
Así
como trasciende las décadas, también trasciende los
gobiernos patronales. Como coletazo de la lucha contra la
dictadura, Alfonsín se vio obligado a encarar el Juicio a
las Juntas Militares. La pelea denodada de años contra el
Punto Final, la Obediencia Debida y el Indulto abonaron que,
con la irrupción del Argentinazo, los crímenes de la
dictadura volvieran a ser tenidos en cuenta por el gobierno,
en este caso, de los K. Comenzó esta etapa de juicios que
ha logrado condenas ejemplares a unos cientos de militares.
Pero el juicio y castigo a todos los culpables está lejos
de lograrse si no se unifican las causas, si no se protege
realmente a todos los testigos, si no se investiga a todos
los responsables. Ese debe ser nuestro propósito y nuestro
objetivo. Nada fácil, por cierto.
Los
crímenes de la dictadura fueron, en su mayoría, contra esa
juventud militante, rebelde, que se alzaba contra la
explotación y la opresión, que proyectaba un futuro
distinto. Al igual que a jóvenes como Mariano Ferreyra, les
quitaron la vida y la posibilidad de luchar para cambiarla.
• ¡Cárcel común y
efectiva a todos los responsables del genocidio!
• ¡Unificación de los
juicios por lugar de detención!