Tras una extensa lucha, de casi 50 días, en la que se
tomaron tres pabellones, se ocupó por una noche la Sala del
Consejo Superior de la Universidad, y se bloqueó el
decanato de Filosofía, la decana y el Consejo Directivo de
la Facultad de Filosofía y Humanidades firmaron un
acta-acuerdo con la Asamblea de Estudiantes en el cual se
comprometen a tratar algunos puntos del pliego de
reivindicaciones estudiantiles.
Este acuerdo logrado por la lucha de los estudiantes tiene
la importantísima significación de haber logrado que el
cogobierno de la Facultad reconozca
a la Asamblea de
Estudiantes como interlocutor válido para destrabar el
conflicto. Hecho que cobra
mas relevancia, puesto que ni Carolina Scotto, ni la decana
quisieron reconocer la medida de fuerza como legítima.
Este triunfo parcial, porque no son todas las
reivindicaciones que se pedían, son
mérito del surgimiento de un sector del movimiento
estudiantil que se organizó de manera independiente y que
demostró que está dispuesto a dar pelea.
Institucionalidad
o lucha
Este debate transcurrió durante todo el conflicto. Las
autoridades universitarias no quieren reconocer a los
sectores que luchan, sobre todo por fuera de los Centros de
Estudiantes. Cuando los estudiantes de Filo decidimos tomar el pabellón
Casa Verde (en medio de la toma masiva de escuelas
secundarias) desde el gobierno de la Universidad y de la
Facultad argumentaban que la toma era obra de “cuatro
troscos locos” y se inició una campaña feroz contra los
partidos de izquierda apoyada desde los medios de comunicación,
que tenía como eje que el reclamo era simplemente de
la izquierda partidaria.
Concretamente, ante el pedido de respuestas al pliego de
reivindicaciones, las autoridades universitarias y
facultativas nos respondían: “respetemos los canales
institucionales correspondientes” o “no vamos a dialogar
mientras estén los pabellones tomados”.
Frente al pedido de más profesores, más horarios de
cursadas, más becas, etc desde la gestión nos
contestaban organizando actos en defensa de la
democracia, garantizando las elecciones estudiantiles en
medio de la toma, y canalizando la discusión por medio de
los Consejos.
Esta negativa a tratar las demandas estudiantiles fue
llevando a que el conflicto se endureciera. Ya con las
clases casi terminadas, y ante la ausencia de respuestas de
las autoridades se llega a la decisión de la toma del decanato como elemento de presión, puesto que no
quedaban más alternativas para conseguir las
reivindicaciones.
La
asamblea del jueves por la noche votó la toma, pero al
estar el pabellón cerrado, se decidió entrar por la mañana
siguiente. No obstante, el miedo de la gestión a la toma
del decanato hizo que desde un par de semanas antes de que
se votase, se entrase por una puerta lateral
que era abierta por personal de seguridad. La toma
devino en una especie de bloqueo-acampe-vigilia
en la puerta, fue este hecho el que empezó a gestar el
acuerdo político.
Todas las autoridades de la UNC estaban por las
inmediaciones del decanato hablando histéricamente por
celulares. Policías federales ofreciéndose a mediar en el
conflicto junto con el asesor legal del UNC. Se realizaron
Asambleas interclaustros, llamadas por la gestión en los
cuales también participó un sector del estudiantado que
estaba en contra de la medida de fuerza, en las que instaban
a levantar las tomas como sea. Pero fueron tales las
barbaridades que dijeron e hicieron en esos actos, que
provocaron que estudiantes que estaban en contra de la toma
se alejaran. En el
momento que quisieron medir fuerzas con los estudiantes en
lucha se encontraron con más alumnos en la puerta del
decanato.
Esto fue lo que motivo que el lunes 15 se pueda firmar el
acta-compromiso con el cual el Consejo Directivo de la
Facultad se comprometía a: pasar del 1% actual disponible
para becas a un 5%, a tratar de reglamentar que las ayudantías-alumnos
sean pagas y a pedir más presupuesto para cargos docentes.
Esto agregado a lo que ya se había conseguido como las
declaraciones contra la Ley de Educación Provincial, la Ley
de Educación Superior y el repudio al asesinato de Mariano
Ferreyra.
Los
centros de su majestad
Desde que empezó el conflicto hubo que batallar no sólo
contra la gestión, sino también contra las agrupaciones
estudiantiles El Andén y La Bisagra.
Estas agrupaciones, que si bien son afines en elogiar los
“méritos del gobierno K”, llevaron adelante políticas
distintas, pero que en algún aspecto se complementaban, ya
que ambas se oponían a la medida de fuerza.
La Bisagra, brazo estudiantil de la gestión, intentó
utilizar el argumento más despolitazado, “no representan
a nadie”, “levanten la toma” y el “no dejan
estudiar”, o el más político: “hay que encontrar otras
formas de vehiculizar la protesta puesto que el Rectorado de
ahora demuestra que hay un cambio con respecto a las
gestiones anteriores”.
Por su parte, El Andén desde dentro de la toma, y estando
en contra de ella, repetía reconocer la asamblea. Pero toda su política consistió en institucionalizar el conflicto, tratando
de que el pliego sea lo más institucional para que el
Consejo lo pueda votar.
Pero al mismo tiempo, no hizo nada para garantizar las
medidas votadas en las asambleas, salvo las que requerían
la institucionalidad. De hecho fueron los que garantizaron
el normal desarrollo de las elecciones universitarias.
Su postura de desgastar la toma desde adentro cambió el día
de la ocupación de la Sala del Consejo Superior que
coincidió con la muerte de Néstor Kirchner.
Desde ahí en adelante El Andén, ferviente defensor K, se
separó de la asamblea al grito de que nos pusimos en contra
al conjunto de los estudiantes con la “locura” de ocupar
el rectorado, lo que hizo que fuera perdiendo la dirección
política del conflicto. En la asamblea siguiente
propusieron suspender la toma, moción que fue derrotada por
277 a 111 votos.
Lo que ni El Andén, ni La Bisagra previeron, fueron las
asambleas de 400, de 500 y hasta 600 personas que se fueron
realizando a lo largo del conflicto. Esto marca la fortaleza
que en todo momento tuvo el reclamo, más allá de que
coincidió con el fin del ciclo lectivo y la gran cantidad
de prácticos y parciales que había que presentar.
No obstante estas direcciones estudiantiles, surgidas como
independientes, y que
hoy abiertamente, se reconocen kirchneristas, los
estudiantes de Filo mantuvimos siempre nuestra organización
en asambleas, y cada vez que parecía que estábamos
quebrados, le dábamos un golpe más a estas agrupaciones
para sacarlas del conflicto.
Por lo tanto, es un triunfo político de esta gran lucha
haber hecho que se reconozca a la asamblea como
interlocutor, y la negativa de que el acuerdo sea firmado
también por el centro de estudiantes, tal como El Andén
pretendía.
La
importancia de la participación y movilización estudiantil
En Filo surgió una vanguardia estudiantil que es
antiburocrática y que se organizó de manera independiente
del Centro de Estudiantes, y que está abierta a escuchar
todas las voces habidas y por haber. No obstante esta
primera aparición del estudiante de Filo en la lucha política
post 2005, si bien se manifestó en contra de la LEP y por
sus reivindicaciones, no
pudo avanzar en discusiones más profundas como la de
democratización de la Universidad. A esto ayudó a que gran
parte del conflicto haya estado dirigido políticamente por
El Andén.
Desde el Nuevo MAS durante el conflicto tuvimos la política
de pelear por
la movilización del conjunto por sobre el mero debate
institucional. Nuestra intervención estuvo orientada
centralmente a esa pelea política que en definitiva, es la
pelea por organizar a todos aquellos sectores que están
empezando a emerger a la arena política.
El acta-acuerdo logrado muestra que si bien lo obtenido no
es lo ideal, y que está lejos de serlo, en términos de
reivindicaciones, es
indicador de cuál es el camino que hay que seguir y de qué
forma se pueden conseguir cosas, frente a un gobierno
nacional y una gestión universitaria que no quieren otorgar
nada a aquéllos que se organizan por fuera de su esfera política.
Este conflicto dejó muchas enseñanzas y abre muchas
puertas, es tarea central del momento mantener estos
espacios de organización estudiantil. Esos espacios que
hemos construido para avanzar no sólo por el conjunto del
pliego presentado, sino también hacia debates que
estuvieron ausente durante el conflicto como es el de la
democratización de la Universidad.
El acta-acuerdo levantó las tomas, pero la lucha sigue y por eso es importante que este
miércoles 24 vayamos todos a la sesión a extraordinaria a
exigir que se vote lo acordado, a seguir realizando las
interfacultades con las otras escuelas y facultades de la
Universidad por el pliego que queda por discutir con el
rectorado, a seguir organizándonos con el resto de la comunidad
educativa de Córdoba contra la LEP y a seguir mostrando de
que el estudiantado va por más.
Córdoba: no
fue solo Filo
El surgir de un nuevo movimiento
estudiantil
Junto con el reclamo de Filo hubo un pliego de
reivindicaciones dirigido al Rectorado que incluía raciones
en el comedor, doble horario del mismo y una guardería.
Pero a lo largo del conflicto se fue haciendo unidad
de acción con toda la comunidad educativa cordobesa en
contra del ante proyecto de Ley de Educación Provincial.
Mientras los secundarios levantaban las tomas, comenzaron
a organizarse los estudiantes de distintas facultades y
escuelas de la UNC. A la toma de Filo se le sumaban dos
tomas más: Trabajo Social y la Escuela de Ciencias de la
Información (ECI).
Pese a los pocos días que ambas escuelas estuvieron
tomadas, estas luchas fueron importantes. En ambas se pasó
por encima a La Bisagra que se oponía a la medida.
Estas tomas dieron origen a un proceso de
interfacultades, que resultó vital a la hora de lograr
el pronunciamiento de la Universidad contra la Ley de
Educación Provincial.
Fue la marcha conjunta de Trabajo Social, ECI, Filo, Psico,
Médicas y Arquitectura, al Consejo Superior que terminó en
la ocupación de la sala del Consejo y el pronunciamiento de
dicho cuerpo contra la ley.
Otro organismo nacido de esta lucha es la coordinadora
interestudiantil. Esta coordinadora, en un principio
logró la participación masiva de estudiantes secundarios,
terciarios y universitarios, comentando sus experiencias y
discutiendo planes de lucha en función de sus necesidades.
Hoy no logra arrastrar la fuerza que tiene el movimiento
estudiantil para lograr movilizar masivamente a la comunidad
educativa contra la nefasta ley que nos quieren imponer y
organizar al conjunto.
Por lo tanto, en la provincia está empezando a surgir un
nuevo movimiento estudiantil que
se organiza de manera independiente, que resuelve en
asamblea, que logra coordinar con los otros sectores
educativos y que pelea por sus reivindicaciones y en contra
de la ley pro empresarial y pro clerical que quieren
imponer.
Córdoba
La lucha de Filo y la izquierda
El PTS no creyó en ningún momento que el conflicto
pudiese ganarse. Dio
el conflicto prácticamente por perdido ni bien comenzó
y por ende toda su política giró en función de la
participación en la interestudiantil.
Hubo dos hechos significativos donde se pudo ver esto: el
primero es cuando se ocupa el rectorado, los compañeros de
Tesis Xl (PTS) se oponían con el argumento que no se había
discutido en la Asamblea. No apreciaron que luego de esa
acción ningún estudiante se retiró, y que, al contrario,
más estudiantes se sumaron a la medida. Vivían la ocupación
de la Sala del Consejo como una derrota que nos podía poner
a las masas estudiantiles en contra.
Tampoco se percataron que luego de esa acción el Consejo
cambia su posición con respecto a la Ley de Educación
Provincial.
La UNC fue parte de la confección de la Ley de Educación
Provincial, en el Consejo superior de ese día estaban por
votar un aval crítico a la Ley, luego de la irrupción en
la Sala por parte de estudiantes, en una sesión
extraordinaria de medianoche, sacan su no aval a la Ley.
El otro hecho fue la toma del decanato. Cuando se va a
votar la medida el PTS se opone a la misma con el argumento
de que hay que salir de la facultad para poder ganar el
conflicto. Vale destacar que se llevaban más de cuarenta días
de toma y que las clases estaban terminando. Lo cierto es
que sacarlo de la facultad implicaba llevarlo a la
interestudiantil, que ya estaba perdiendo todo peso
estructural y en ese momento era necesario hacer una acción
que enfrentase el endurecimiento de la gestión que de
permanecer inmóvil la situación hubiera terminado en
desgaste.
Por su parte, los compañeros del PO jugaron roles
irresponsables en momentos claves del conflicto. Su posición
de discutir el centro de estudiantes por el centro mismo, en
momentos en que se estaba disputando la dirección política
de la asamblea, nos jugó una mala pasada y casi rompe el
plan de lucha. Además de ayudar a garantizar las
elecciones.
El Movimiento Enrique Barros se prestó al juego de El Andén
de ver la forma de que el Consejo tomara el pliego lo mejor
redactado posible a fin de poder tratarlo, aunque a
diferencia de la conducción del Centro, por más que los
compañeros jerarquizaran el ámbito del Consejo por sobre
la movilización, siempre apostó al proceso y a la lucha.
Esta crítica no es porque no veamos que hay que tener política
hacia los consejos, sino que el
motivo de la crítica es que gran parte del tiempo
clave en el conflicto la ocupamos discutiendo de qué forma
presentar proyectos en el Consejo Directivo, más que ver la
forma de poder ganar en base a la movilización y
participación estudiantil, exigiendo a las autoridades a
que nos den una respuesta.
Desde el Nuevo MAS tuvimos la política de pelear por
masificar la movilización sobre el mero debate
institucional. Nuestra intervención estuvo orientada
centralmente orientada a que se gane la lucha y organizar la
emergencia del nuevo movimiento estudiantil que dio su
primer paso.