La rebelión estudiantil dejó su primera marca de fuego
en el estudiantado del IUNA que por primera vez salió a
luchar. Una nueva camada de activistas combativos nos
rebelamos contra las pésimas condiciones de cursada (ahogo
presupuestario, cierre de carreras, falta de espacio, aulas
electrificadas o inundadas, poca oferta horaria, etc.)
originadas por el vaciamiento
y la desfinanciación sistemáticos de la educación
aplicados por los sucesivos gobiernos hasta el presente.
Cientos de estudiantes de todos los departamentos de una de
las universidades de arte más importantes de Latinoamérica
hicimos la experiencia al calor del estudiantazo, enfrentándonos
al Ministerio de Educación, a las autoridades, a las
gestiones y sus consejeros, quienes movilizaron todo su
aparato para reventar las asambleas, amedrentar estudiantes
y quebrar la lucha.
Sin embargo, se encontraron siempre con
un movimiento estudiantil dispuesto a pelear hasta el final
por la educación pública, que se apoyó en la organización
de conjunto y los métodos de asamblea de base. De esta
manera, impulsando jornadas artísticas, cortes de calle,
movilizaciones, la toma de cinco sedes y el Rectorado,
llevamos adelante un plan de lucha que le arrancó al
gobierno nacional dos
edificios alquilados y la compra de un tercero. Aunque
el pliego de reivindicaciones incluía demandas que no
fueron satisfechas, como la departamentalización de las áreas
transdepartamentales, al cierre de este año se bajaron las
tomas con un plenario de balance político y un festival
frente al Ministerio de Educación. Como los problemas de
fondo siguen sin resolverse, al retomar la pelea volverán a
plantearse discusiones que atravesaron estos tres meses de
dura lucha por la educación. Por esto creemos
imprescindible sacar algunas conclusiones que nos permitan
estar mejor armados para lo que se viene.
La unidad del movimiento estudiantil en lucha
Uno de los principales problemas que enfrentamos los miles
de estudiantes que salimos a luchar fue el de reconocer y
superar la fragmentación
política que se expresó en el carácter aislado de las
acciones y las negociaciones por separado de cada lugar de
estudio. Aunque los secundarios plantearon en su momento la
consigna “todos o ninguno”, las corrientes y
organizaciones que mayoritariamente influencian y dirigen el
movimiento no impulsaron medidas que ayudaran al movimiento
a reconocerse como un
todo, con problemas, métodos e intereses comunes, que
enfrentan al mismo enemigo: el gobierno de Cristina y de
Macri.
Por el contrario, mientras en el discurso llamaban a
“extender y nacionalizar el estudiantazo”, en los hechos
obstaculizaban las instancias de coordinación y discusión
de conjunto como las Asambleas Interestudiantiles y el
Encuentro de Estudiantes de Base, boicoteado por la mayoría
de las corrientes. Esto evidencia la estrecha mirada sindical y el uso instrumental que estas corrientes
(PO, PTS, PCR) hacen del movimiento. Un movimiento cuya base
estuvo siempre dispuesta a ir más allá de las posiciones
conservadoras y burocráticas de las direcciones, como es el
caso de la FUBA.
Por el contrario, en el momento álgido del
estudiantazo, desde el Nuevo MAS planteamos que la salida
era de conjunto y que la consigna “todos
o ninguno” debía tener un correlato organizativo y de
coordinación real del movimiento. Para eso, había que
levantar un plan de lucha común que apuntara al Gobierno
nacional y al de la Ciudad con un pliego único de reclamos
y una exigencia de negociación conjunta con el Ministerio,
las gestiones y los estudiantes que luchan, todos en la
misma mesa.
¿Por qué y contra
quiénes peleamos?
Otra cuestión importante que empieza a procesar el
activismo es la discusión alrededor de por qué luchamos,
si es por el pliego
de reivindicaciones o por un movimiento estudiantil
combativo, independiente de las gestiones, el gobierno y
los partidos patronales. Estas dos posiciones no se
contraponen, sino que es en la pelea por las
reivindicaciones concretas que se va construyendo un
movimiento estudiantil de lucha. Y a su vez, es en el
movimiento donde nos apoyamos para avanzar en la conquista
de nuevos reclamos.
Pero lo que más está en discusión, y
todavía no está saldado, es contra
quién debemos enfrentarnos para obtener nuestras
reivindicaciones: la gestión o el gobierno. En el caso del
IUNA, luego de haber conseguido los tres edificios en el
primer mes de lucha, la orientación del conflicto giró los
cañones hacia la rectora, organizando escraches y
movilizaciones hacia su domicilio personal. Lo que no se
pudo ver es que detrás de la rectora y la gestión estaba el sostén político del gobierno K, que orquestó acciones
coordinadas para quebrar la lucha, tanto en el IUNA como
en la UBA, a través de plebiscitos truchos, aprietes,
patotas, y en el IUNA particularmente, las reaccionarias
“marchas del silencio” contra la toma del Rectorado, la
campaña de calumnias y persecución política hacia los
estudiantes que luchan, la utilización de los medios
oficialistas y la judicialización de los compañeros que
participaron de la toma del Ministerio. No sólo era
necesario enfrentarse a la gestión, manteniéndonos
independientes de las peleas internas de las camarillas
docentes y de los gremios ATIUNA y ATE, sino además era
fundamental enfrentar al Gobierno nacional, movilizándonos al Ministerio, apoyándonos
en el resto del movimiento estudiantil y de los sectores en
lucha.
El insistir tercamente en pegarle a la rectora en el
contexto en que se iban retirando los secundarios y la UBA,
acentuó el aislamiento y debilitó el conflicto. Sin
embargo, al finalizar este primer capítulo del proceso, lo
que prima no es la desmoralización y la derrota, sino más
bien las ganas de
seguir luchando y de ir por más. Lo que está sobre la
mesa es la necesidad de sacar conclusiones políticas de por qué pasó lo que pasó (estas
conclusiones no se agotan en un error concreto), de
comprender más profundamente cuáles son los intereses que
están en juego, y cómo tenemos que avanzar en el camino
que abrió el estudiantazo.
Perspectivas para el año que viene
Luego de la muerte de Néstor Kirchner, el giro
conservador que está dando el gobierno plantea nuevos desafíos
ante sus intentos de normalizar el país y de evitar
cuestionamientos hacia las instituciones, para lo cual va a
utilizar las causas abiertas a los estudiantes y los centros
de estudiantes que acaba de ganar como “mediaciones”
para bajar su política (en el IUNA ganó en Dramáticas y
Audiovisuales, en otras tres sedes ganó el activismo).
Ante
este intento de avanzar en el movimiento estudiantil, el
gobierno se encontrará con un activismo luchador, que ha tomado partido por las causas populares y democráticas como
las luchas por Mariano Ferreyra, Villa Soldati y la
comunidad Qom, y por el acceso del arte y la cultura para
todo el pueblo.
Este activismo que empieza a hacer su
primera experiencia en un escenario más polarizado, se
plantea unir las luchas de los estudiantes en su conjunto
con los sectores populares y de trabajadores y empieza a
estrechar lazos con los partidos de izquierda sacándose de
encima fantasmas y prejuicios. A los desafíos de preparar,
formar y aportar a un movimiento estudiantil de lucha
que sea independiente de las gestiones, el gobierno y los
partidos patronales, los artistas y estudiantes de Arte del Nuevo
MAS volcamos todos nuestros esfuerzos.