Por
fin, la mayor parte de los tercerizados del Roca están
pasando a planta permanente, luego de sortear infinidad de
maniobras del gobierno para “cepillar” el número de
compañeros efectivizados. Queda por resolverse la situación
de algunos (sobre todo despedidos) por los que hay que
seguir peleando. También es posible que haya una pelea
extra por el reconocimiento de la antigüedad y las categorías,
además de la lucha –que no va a ser nada fácil– por la
afiliación a la Unión Ferroviaria. Y sobre todo, detrás
del Roca vienen los tercerizados de las demás líneas, que
también están reclamando su derecho a ser reconocidos como
ferroviarios.
Pero
podemos decir que hoy en el Roca hay un
triunfo de los trabajadores frente al gobierno en el aspecto
reivindicativo inmediato, el pase a planta. Y que,
aunque el gobierno logró por el momento diluir o atemperar
las derivaciones políticas más directas de esta lucha, el
cuestionamiento a la tercerización y a la burocracia
sindical se potencian
con este triunfo, y van a motorizar nuevas y duras
luchas, como ya está
sucediendo en Rosario con el reclamo de los portuarios por
equiparación salarial con los aceiteros.
Una crisis para el gobierno
El
asesinato de Mariano Ferreyra perpetrado por la directiva de
la Unión Ferroviaria había puesto esta pelea en la primera
plana de la política nacional, apuntando al gobierno por
dos flancos: 1) la escandalosa injusticia del trabajo
tercerizado, que recorre todo el país y todas las empresas,
en una muestra cabal del carácter
súper explotador del “pleno empleo” K; 2) el también
escandaloso hecho de que el gobierno progre, de los derechos
humanos y todos los etcéteras nacionales y populares,
pretende controlar al movimiento obrero a través de una
burocracia millonaria, corrupta, asesina y heredera de la
triple A y de la entrega menemista.
La
impresionante movilización al día siguiente del crimen,
los balbuceos insostenibles de los voceros mediáticos K, la
ola de indignación generalizada, configuraron una situación
muy difícil para el gobierno, de la que sólo pudo zafar más
o menos con la oportuna muerte de Néstor Kirchner.
Durante
el desarrollo de la lucha, el
gobierno fue intentando “limar” las aristas políticas
del conflicto. Se declaró inocente del crimen de
Mariano, metió presos a los miembros de la patota más
directamente implicados y mandó a Moyano a tomar distancia
de Pedraza, pero
consiguió evitar que éste fuera a la cárcel. Pedraza
preso hubiera sido un golpe durísimo a la descompuesta
burocracia sindical peronista, y al propio gobierno K que
salió a defenderla como a su “columna vertebral”.
La pelea por tirar abajo a pedraza sigue pendiente
El
pase a planta se ha logrado para un importante sector de los
tercerizados y ese es un
gran triunfo. Pero la lucha también tiene planteada
otra pelea que todavía no se ha logrado y es mucho más política:
la caída de Pedraza.
Esa pelea se pone ahora más a la orden del día, sobre
todo en lo que hace a la disputa del cuerpo de delegados del
Roca.
Para
lograrla, es necesario que la lucha pegue un salto en su
programa. Hacer caer a la burocracia siempre fue visto como
algo muy lejano por la mayoría de los compañeros. Nunca
estuvo realmente contemplado en los planes de la dirección
de los tercerizados, la comisión negociadora, más allá
que su responsabilidad inmediata estaba efectivamente
alrededor del pase a planta.
El
tomar sólo los aspectos estrechamente “reivindicativos”
de la lucha, es la explicación de que la comisión se la
pasara intentando echar a la izquierda, y que lograra
desplazarla en gran medida de la dirección del conflicto, a
pesar de que el asesinato de Mariano y la enorme movilización
de repudio pusieron a la izquierda en el centro de la
escena.
Los
trabajadores siempre tuvieron en claro que para entrar al
ferrocarril había que enfrentarse de alguna forma a la
burocracia. En general, consideran a la mafia de Pedraza y
Maturana como el principal obstáculo para su ingreso,
incluso más que al gobierno. Pero le dicen: “Correte que
quiero entrar, haceme espacio porque lo que quiero es ganar
mi puesto de trabajo y listo”. Aún no se han propuesto
enfrentar redondamente a la burocracia; y la comisión
negociadora refleja esta conciencia.
La comision negociadora y el rol de la izquierda
Un
sector importante de la izquierda está en minoría, o
directamente no está en la negociadora. Y lo que pesa más
es la presión reivindicativa a rajatabla de los referentes
de los trabajadores de cada empresa. Sin embargo, un actor
importante en esta comisión es Izquierda Socialista, que
dirige la Unión Ferroviaria del Sarmiento, y con el peso
que le da esa ubicación sindical, en lugar de emplearlo en
hacer avanzar la comprensión de los compañeros sobre el
rol del gobierno y la burocracia, hace
un seguidismo absoluto al “sindicalismo puro y duro” de
la comisión.
No
ayudó mucho, a nuestro juicio, la política que tuvo el PO
(Causa Ferroviaria), que al ver que no podía apropiarse del
conflicto, decidió aislarse de la mayoría de los
trabajadores con su propia comisión negociadora minúscula.
Con su ultimatismo, quedaron
lisa y llanamente a espaldas de la masa central de los
tercerizados en lucha.
El
PTS (Bordó de las Bases) siguió siendo parte de este
sector, pero a condición de festejar una tras otra las
actas de dilación que la comisión firmaba, criticando únicamente
“que no se llamara a asamblea” para aprobarlas… No
logró de ninguna manera romper los aspectos más
estrechamente reivindicativos que guiaron –o siguen
guiando– el accionar de la negociadora, y que ahora
amenazan con considerar “conquistado todo lo que se quería”.
Sin
embargo, el
enfrentamiento directo con la burocracia va a ocurrir tarde
o temprano. La burocracia quedó en este conflicto con
la cola entre las patas, por los matones presos y porque
tuvieron que entregar una llave que guardaban celosamente y
que les daba mucho poder: la de los puestos de trabajo. Para
una mafia que controla desde los negocios de las
tercerizadas hasta los permisos para los vendedores
ambulantes del tren, esto les duele demasiado, y va a
impactar en la conciencia de todos los ferroviarios, sobre
todo porque esto ocurrió en el Roca, el búnker intocable
de la Verde.
De
movida, a los compañeros que van entrando los están separando, los ubican en grupos de cuatro o cinco mezclados en las
cuadrillas de los efectivos antiguos, con lo que de ya busca
debilitarlos porque los grupos que trabajaron y pelearon
juntos como tercerizados no van a tener un contacto diario
en el trabajo. La burocracia va a contraatacar, y los
trabajadores, si quieren conservar los puestos de trabajo
obtenidos con la lucha, van
a tener que completar su obra y organizarse para derrotar
completamente a la mafia de Pedraza y Maturana.
Ayudaría
mucho si la izquierda y el activismo antiburocrático
consiguen mostrar un frente unido para dar esta batalla y
superar de una buena vez sus estrechos límites puramente
reivindicativos.
El gobierno actuó especulando con las expectativas y
el eventual desgaste de los compañeros
Cada
vez que había una movilización al Ministerio, los
periodistas preguntaban lo mismo: “Pero cómo, ¿no era
que ya habían pasado?”. Sucede que el gobierno prometió,
firmó y aseguró varias veces el pase a planta permanente
de todos los tercerizados del Roca, con varios plazos que
luego no se cumplían, especulando con que los compañeros
en lucha se cansaran a mitad del camino.
Por
esto fue muy malo que la política de la comisión
mayoritaria, incluido el PTS, fuera anunciar el “gran
triunfo” en cada una de estas ocasiones, decirles a los
trabajadores “nos vemos adentro” y levantar toda
asamblea o medida de lucha. Esto facilitó las dilaciones
del gobierno, que aprovechaba muy bien estos períodos de
paz social para borrar de la lista a algún sector de
tercerizados y dividir las negociaciones, prometiendo cosas
diferentes a los referentes de cada empresa. Después del
“gran triunfo” del 3 de diciembre, cuando se anunció
que “el 20 estamos todos adentro”, no volvió a haber
una asamblea conjunta de todos los tercerizados. Los compañeros
seguían activos, porque todo el tiempo había reuniones en
los obradores, pero esta fragmentación hizo que los
trabajadores nunca estuvieran al tanto de la situación
general.
El
gobierno, después de que Cristina anunciara con gran
sentimiento que “no quiero más tercerizados en el
ferrocarril”, trató todo el tiempo de hacer pasar a la
menor cantidad posible de compañeros. Fueron meses de un
tira y afloje constante, con el agravante de que por más de
un mes, desde los trabajadores hubo mucho “afloje” y el
único que “tiraba” era el gobierno.
La amenaza real de volver a la lucha fue lo que
garantizó el pase a planta
En
la segunda semana de enero la situación se revirtió en
parte: el 5 se movilizaron al Ministerio los tercerizados
del Belgrano Norte, del Sarmiento, y un puñado de compañeros
del Roca junto con el PO. El 7, la comisión negociadora
marchó con cientos de trabajadores del Roca, al mismo
tiempo que los despedidos de Confer (una de las empresas de
vía y obras) cortaban boleterías en Constitución. Pocos días
después, los del Belgrano Sur y el San Martín (que también
pertenecen a Ugofe, la firma que administra el Roca)
marcharon también. A pesar de la lamentable fragmentación
de estas acciones, se hizo evidente para todo el mundo que
el conflicto estaba
lejos de solucionarse. De hecho, a pesar de los anuncios
triunfalistas de la comisión mayoritaria del Roca, hasta
ese momento no había un solo tercerizado en planta
permanente.
Luego
de esta semana de crecientes
movidas, los trabajadores de algunas empresas empezaron
a ser llamados para completar los trámites del pase. Nuevo
anuncio de triunfo total y paz social hasta más ver. Y
nuevo “hachazo” del gobierno: los de seguridad se
enteran de que los van a dejar afuera a todos, con una
propuesta de incorporarlos al Ministerio de Seguridad como
una suerte de policía civil. Los compañeros responden con
una indignada y masiva movilización al Ministerio, y al día
siguiente realizan una asamblea en la que votan un corte de
vías, contra todos los intentos de la comisión
negociadora, que sugería “esperar a que volviera la
presidenta”, de viaje en el exterior.
Esa
misma noche el Ministerio llama a la comisión, y ésta
levanta el corte por teléfono. A pesar de esto, muchos
compañeros llegan hasta Avellaneda, hay discusiones y hasta
conatos de trompadas. La comisión, incluido el PTS,
defienden haber levantado la medida porque el gobierno aflojó
y dijo que los de seguridad también iban a entrar.
Ese
mismo día, un sector de Herso (vía y obras) al que no habían
llamado para el ingreso, va al Ministerio luego de una pequeña
manifestación en Constitución, y finalmente los hacen
ingresar.
Días
después, los despedidos de Confer cortan las vías por dos
horas, los llaman del Ministerio y también ingresan al día
siguiente.
La
comisión negociadora llama a asamblea a los de seguridad, y
allí intenta calmar los ánimos de los que quieren cortar
las vías, asegurando que van a entrar todos. Logran
desmovilizar por el momento, pero el hecho de que tengan que
estar todo el tiempo aplacando a los compañeros, sumado a
las acciones que siguen haciendo aquellos grupos cuya
situación no quedó muy clara, evidentemente
convenció al gobierno de dar un paso definitivo para
terminar con la situación de marchas diarias, cortes y
amenazas de corte que se había abierto en enero. La última
noticia que tenemos es que los de seguridad están entrando
en grupos, aunque no está muy claro en qué condiciones con
respecto a la antigüedad y categoría.
Por
supuesto, nunca hay que confiar en la palabra del
Ministerio: todo
depende de las relaciones de fuerzas y de que los
trabajadores demuestren que pueden salir a la pelea en
cuanto lo consideren necesario.
Estamos
hablando del mismo gobierno que luego de firmar, sellar con
sangre y cantar el himno sobre un sagrado contrato por tres
años con los obreros de Massuh… antes del año cerró la
fábrica y los dejó a todos afuera.
Está
claro que los pases se están haciendo luego de que la lucha
había amenazado con volver a emerger después de más de un
mes de esperar la carroza: eso
demostró que las fuerzas seguían intactas.
Como
vino demostrando toda la secuencia que aquí describimos, la
única garantía para que los pases a planta se efectivicen
sin trampas en los contratos ni despidos es que los
tercerizados se mantengan
en alerta y movilización permanente, que no confíen un
segundo en los abrazos de bienvenida de funcionarios y burócratas
sindicales, y que realicen semanalmente asambleas conjuntas,
de los compañeros de todas las empresas, para ir evaluando
la situación y reaccionar rápidamente ante cualquier
novedad desagradable.