Socialismo o Barbarie, periódico Nº 194, 07/02/11
 

 

 

 

 

 

Lo que dejó la lucha de los tercerizados del Roca

Mucho más que un mejor salario

Por Patricia López

"El gremio aceitero no adhiere a la medida, incluso ayer se manifestaron en contra de la medida", remarcó Rodríguez, quien señaló que la protesta está motorizada por "personas que realizan trabajos eventuales en las empresas. Son tercerizados".

La lucha de los “aceiteros no reconocidos” (tercerizados) de Santa Fe es el segundo grito de un clamor que, al parecer, no va a quedar encerrado en el ferrocarril. Se trata de uno de los problemas que el gobierno K no resuelve y que, hasta la explosión de la lucha ferroviaria con el asesinato de Mariano, había conseguido ocultar detrás del aumento en los índices de empleo. Se trata de la precarización, que es el carácter de la gran mayoría de los nuevos empleos K, con la consecuencia de salarios ridículamente bajos, condiciones pésimas de trabajo, inestabilidad, accidentes y enfermedades laborales. Y la tercerización es una forma especialmente pérfida de precarización, porque, encima, la patronal y el gobierno pueden mostrarlos como “empleo en blanco”.

Pero parece que llegamos a una etapa en que la gente ya no compara su situación solamente con el pasado de los ‘90. El “por lo menos tengo trabajo” va dejando de funcionar. Los trabajadores tercerizados comparan su salario con el del efectivo, y no sólo el salario sino la seguridad y el reconocimiento, el derecho a reclamo, etc.

Es notorio que en el caso del ferrocarril, los trabajadores no se conformen con la equiparación salarial: quieren ser ferroviarios, “me quiero jubilar acá”, dicen.

Y si estas luchas continúan, va a ser muy difícil para el gobierno justificar la existencia de trabajadores de primera, de segunda y de tercera, como sucede hoy. Más cuando los “de primera” son la minoría. En el ferrocarril no lo pudieron sostener. A pesar de los problemas de división, de que a los dirigentes les costó pelear de frente contra la burocracia, la confianza de los compañeros en el gobierno y todos los etcéteras, el gobierno sólo pudo frenar la vuelta a la lucha de los trabajadores concediendo el pase a planta.

Todavía está por verse cómo se consolida esta nueva situación. Pero la principal conclusión que hay que sacar es que al gobierno no le cabe, no digamos un quilombo: ni medio quilombo. Quieren paz social por lo menos hasta las elecciones. Y la lucha de trabajadores en situación de precariedad laboral lastima mucho más al gobierno, porque toca directamente su careta democrática. Si los compañeros de las demás líneas deciden aprovechar las lecciones de la pelea del Roca y comienzan ya su propio plan de lucha, seguramente lograran pasar a planta y terminar con un triunfo definitivo la historia de los tercerizados del ferrocarril.