Como informásemos en artículos anteriores, una
propuesta de ley hecha por los republicanos que elimina de
manera sustancial los derechos de organización sindical de
los empleados públicos de Wisconsin, desató una
movilización de dimensiones históricas para los
Estados Unidos, con toma de edificios públicos por
tres semanas y con protestas cotidianas que alcanzaron
las 100 mil personas.
La
situación ahora: el balance
Una
de las actualizaciones más importantes que debemos hacer es
que la propuesta de ley recién fue aprobada por ambas cámaras
legislativas del gobierno estatal de Wisconsin.
Esto en principio ha sido una derrota para el
movimiento, puesto que toda la movilización y descontento
no fue capaz de forzar al legislativo estatal, controlado
por los republicanos, de retirar la propuesta de ley. Así
las cosas, los empleados públicos de Wisconsin deberán
limitar sus convenciones colectivas a aspectos salariales
exclusivamente. El gobierno estatal elimina su participación
en la recolección de cuotas sindicales y se fuerza a los
trabajadores públicos a renovar su afiliación sindical de
manera anual.
Como hemos señalado en los artículos anteriores,
esencialmente la nueva ley busca destruir los derechos de
organización sindical independiente que la clase
trabajadora pública de Wisconsin había ganado y mantenido
por aproximadamente 60 años. Claro que el discurso
republicano de lo que habla es de responsabilidad fiscal y
de privilegios por parte de los y las trabajadores públicos.
De momento la movilización continúa pero con un
futuro incierto. Esto porque la dirección política de
la lucha ha estado en manos de sectores que son socios
políticos dentro de los Estados Unidos: el Partido Demócrata
y las burocracias sindicales (AFL-CIO).
La
apuesta política de estos sectores es fundamentalmente
capitalizar la movilización de cara a las próximas
elecciones legislativas estatales –que serán dentro de más
de un año–. Y sobre la base de una nueva configuración
política del legislativo estatal revocar la ley aprobada
por los republicanos.
Las
perspectivas. El
problema de dirección
Creemos
que es fundamental ubicar lo que está sucediendo en
Wisconsin dentro del más amplio espectro de la realidad de
coyuntura norteamericana y dentro de lo que podríamos
llamar la reaparición del fantasma de la movilización
en los Estados Unidos.
La
realidad inmediata de los Estados Unidos sigue signada por
la crisis económica. A pesar de tímidos intentos de
recuperación, lo cierto es que la economía norteamericana
sigue en un momento difícil, con cifras de desempleo que
permanentemente amenazan llegar a las dos cifras, según
datos gubernamentales; pero es un hecho que un desempleo
superior al 10% es la realidad desde los primeros efectos
devastadores de la crisis. Si a esto le sumamos la ausencia
de cualquier asomo de estado de bienestar que amortigüe los
efectos del estancamiento macro- económico entonces tenemos
un panorama nada alentador para las condiciones de vida de
las masas.
La
primera reacción a esta dinámica vino por la
derecha con los Tea Parties, organismos políticos
super conservadores que sintetizan los elementos más
atrasados de la sociología y política norteamericana,
quienes lograron poner algunas piezas dentro del entramado
electoral de los republicanos en las pasadas elecciones
legislativas. En este sentido, la política de los
republicanos ha sido siempre dirigir este movimiento hacia
su política y utilizarlo como capital electoral.
Pero
ahora la crisis también ha determinado la reaparición
del fantasma de la movilización.
En
distintas oportunidades, como las movilizaciones
estudiantiles del año pasado en California en contra de los
aumentos de matrícula, la toma relámpago de una fábrica
en Chicago al principio de la crisis como medida para evitar
los despidos, las movilizaciones de la clase trabajadora
inmigrante en contra de la ley racista en Arizona, y
finalmente las movilizaciones masivas en Wisconsin, han
introducido de nuevo dentro de la vida política de
EE.UU. la movilización como método de lucha.
Este
fenómeno es de una importancia extrema puesto que la
movilización había prácticamente desaparecido de la
conciencia política norteamericana desde la lucha por los
derechos civiles y el movimiento antiguerra de los 60.
Así,
la momentánea derrota en Wisconsin no debe invisibilizar de
nuestra perspectiva este movimiento de conciencia hacia la
izquierda de sectores de masas norteamericanos dispuestos a
luchar, pero todavía confusos debido a la falsa dirección
política tanto de los demócratas como de las burocracias
sindicales. Una vez más debemos decir que nuestra tarea
debe ser construir precisamente esa alternativa de dirección
política inexistente, pero necesaria para que luchas
centrales como la que ocurre ahora mismo en Wisconsin no se
difuminen sin resultados tangibles.