La rebelión en el norte de África tiene en
Libia un desarrollo desigual al resto de los países como Túnez
y Egipto. En esos países, los trabajadores y las masas
populares, luego de masivas movilizaciones y huelgas
obreras, echaron abajo a los regímenes dictatoriales de Ben
Alí y Hosni Mubarak respectivamente.
La
situación de la lucha entablada en Libia contra el régimen
de Gadafi reconoce actores externos e internos que se mueven
política y militarmente en un marco de acción y reacción.
Esto es: la acción de las masas contagiadas del proceso
abierto con la caída de los dictadores en Egipto y Túnez
colocó la posibilidad de la caída de un nuevo bastión del
imperialismo y la burguesía árabe de la región: la
dictadura de Gadafi.
En
sus inicios, la rebelión ganó rápidamente terreno y se
hizo fuerte en el Este del país, en la llamada Cirenaica,
donde se encuentran importantes puertos petroleros y se
asientan sectores tribales importantes. “Hasta
ayer las ciudades de Dernah, Al Qubaa, Bayda, y El Marj,
entre otras, se mantenían junto con Bengazi en manos de los
opositores. Los reportes son efectivamente como indican los
testigos: el dictador ha perdido la totalidad del control
del Este del país, que es donde se encuentra la mayor
cuenca petrolera, el principal insumo de su balanza
exportadora.” [1]
Los
trabajadores del petróleo y la petroquímica habían
paralizado sus tareas. Y en Tobruk, a 140 km de la frontera
con Egipto, el general Suleiman Mahumad anunció que sus
tropas desconocían la autoridad de Gadafi. En Bengazi, la
segunda ciudad del país y principal bastión de la
protesta, los manifestantes han tomado por completo el
poder, según han podido comprobar reporteros de Reuters.
Miles de personas ocupan las calles de esta localidad,
situada 1.200 kilómetros al este de la capital, Trípoli, y
festejan el fin del poder de Gadafi. “El pasado lunes
–ha explicado un abogado que secunda las protestas– un
comité de seguridad formado por civiles arrestó a 36
mercenarios contratados por el régimen para aniquilar a los
manifestantes. Es uno de los autodenominados "comités
populares" con los que los ciudadanos del este de Libia
están intentando organizar la vida pública.” [2]
En
aquel momento la ofensiva de las masas llegó a los
suburbios de Trípoli, la capital del país. La segunda
ciudad en importancia, Bengazi, fue tomada por los rebeldes
al igual que otras ciudades. Gadafi, que respondió
masacrando a los manifestantes, vio en pocos días cómo se
dividía su ejército y funcionarios de su gobierno se
pasaban a la oposición, hechos que fortalecieron al
movimiento contra el gobierno.
El
imperialismo yanqui y los gobiernos europeos se limitaron,
en un primer momento, a reclamar el cese de la represión.
Pero en ningún momento pidieron que Gadafi se fuera del
gobierno, como ocurriera anteriormente con Ben Ali y con el
propio Mubarak. También amenazaron y reclamaron a la
Organización de Naciones Unidas (ONU) sanciones económicas
para el régimen de Gadafi que nunca se concretaron. A
medida que la crisis política y militar se profundizaba,
los gobiernos de la Liga Árabe solicitaron la intervención
de la ONU. Y Obama y el imperialismo comenzaron a barajar la
intervención militar de las fuerzas del Tratado del Atlántico
Norte (OTAN) En tanto, se constituía en el campo rebelde un
Consejo Nacional Interno de Transición tendiente a dirigir
la resistencia y funcionar como gobierno provisorio.
Las
fuerzas rebeldes no constituyen una fuerza homogénea. Por
un lado, se encuentran los sectores del ejército que
rompieron con Gadafi y por el otro las milicias populares
cuya organización es irregular. Están constituidas por jóvenes
que se agrupan, consiguen armamento, más precario que las
armas del ejército leal a Gadafi, y salen a pelear durante
el día volviendo a sus casas o barrios por la noche sin una
disciplina férrea. El Consejo Nacional opositor, a su vez,
está conformado por sectores que rompieron con Gadafi, e
inclusive hasta hace poco encabezaban la represión de régimen
como es el caso del ex ministro del Interior Mohamed Fatah
Yamis, fundador de las fuerzas especiales de Gadafi. Y
mientras quien encabeza el Consejo Nacional Interno, Mustafá
Abdel Kalhil, tendió a la negociación para la salida del
dictador, el segundo hombre de dicho Consejo, Abdel Hafez
Ahogan, rechazó cualquier tipo de amnistía.
Derrotar la contraofensiva del régimen
La
actual contraofensiva de Moamar Gadafi recuperando ciudades
y puertos que se encontraban en manos de las fuerzas
rebeldes tiene un curso reaccionario destinado a terminar
con la rebelión de las masas libias y aquietar las
turbulencias de la situación política en otros países del
mundo árabe.
“El 28 de febrero, sin embargo, empezó la contraofensiva
del régimen con el sitio de Zawiya y una campaña sobre el
Este a partir de Sirte. Durante casi dos semanas, el
corredor entre los puertos petroleros de Ras Lanuf y Brega
se convirtió en el escenario de avanzadas y retiradas, en
las que los voluntarios rebeldes se las arreglaron para
resistir el ataque de fuerzas muy superiores en términos de
armamento.” [3]
Las
causas de la actual contraofensiva de las fuerzas leales a
Gadafi que están logrando avances importantes al recuperar
terreno se asienta en la hipócrita política imperialista y
sus socios europeos y árabes, y en las limitaciones de la
resistencia popular.
Obama
ha oscilado entre el reclamo del cese de la represión y la
intervención militar.
La
propia Hilary Clinton se reunió el lunes por la noche con
Mahomud Jibril, referente político de los rebeldes. Pero
todo es una mascarada seudodemocrática de los yanquis. Lo
que el imperialismo busca es terminar con la rebelión de
las masas en los países árabes y no echar a los
dictadores. Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos,
fieles a este objetivo, han enviado tropas militares y
policiales entrando a Bahrein, donde la monarquía de Hamad
Ben Issa al Kalifa ha decretado el estado de emergencia para
contener las movilizaciones que allí, desde hace dos meses,
cuestionan también el régimen monárquico. La Unión
Europea se divide entre la intervención de la OEA y el
reconocimiento del gobierno provisorio, como es el caso de
Francia. Pero ninguno de los gobiernos burgueses busca el
triunfo del pueblo libio.
Ahora
más que nunca se hace necesario frenar y derrotar la
contraofensiva de Gadafi y esto solo puede estar en manos de
los trabajadores y las masas libias que lleven adelante una
política independiente. Más que nunca la bandera de ¡Fuera
Gadafi! debe encabezar esta heroica lucha a la cual los
socialistas revolucionarios damos nuestro apoyo.
Notas:
1.
Socialimo o Barbarie Internacional 24/02/11.
2.
Idem.
3.
Témoris Greco, El Periódico 13/03/11.