El
año 2010 fue un año distinto para los estudiantes
cordobeses, puesto que significó su vuelta a las calles, a
la par de los secundarios de la Ciudad de Buenos Aires.
El
reclamo estudiantil era similar: mejores condiciones
edilicias y más presupuesto para la Educación, pero con el
agregado de que en Córdoba el estudiantado en todos sus
niveles se enfrentó al intento de Schiaretti de votar la
nueva Ley de Educación Provincial.
El
conflicto educativo a lo largo del semestre pasado contó
con grandes movilizaciones, una veintena de escuelas de
todos los niveles y algunas facultades tomadas. Las
movilizaciones fueron muy grandes, muy intensas, que incluso
lograron congregar a más de 10.000 personas.
La
votación de la Ley se realizó a mediados de diciembre en
medio de una brutal represión. Tanto el bloque legislativo
del gobernador, como el bloque de legisladores K votaron esa
Ley que adapta, todavía más, la educación pública a las
necesidades de los empresarios y permite la intromisión de
las Iglesias en la educación, lo cual empezó a generar un
debate de cómo se debía seguir.
Que
se haya votado la Ley en diciembre puso un desafío inmenso
al movimiento estudiantil que debía responder a este ataque
ya sin clases y por ende viendo cómo el gobierno provincial
utilizaba el verano para arreglar la mayor parte de las
escuelas que fueron tomadas y de esta forma intentar que el
estudiante no se levante justo en un año de elecciones.
No
obstante el accionar del gobierno, producto de la movilización
estudiantil, aunque sin descuidar el costado electoral, se
convirtió en necesaria la discusión de cómo se logra
frenar la aplicación de esta ley y cómo se la tira abajo.
Cuando
todo parecía que quedaba en el olvido, se vuelve a poner de
pie lentamente la asamblea interestudiantil, que en varias
reuniones en febrero volvió a contar con más de 100
estudiantes de los distintos niveles, y en algunas de las
instituciones que mantuvieron el duro conflicto del semestre
anterior, como la Facultad de Filosofía de la UNC.
Indudablemente
estas primeras reuniones marcan que el estudiante no se dio
por derrotado y tiene intenciones de continuar, que la sanción
de la LEP, y el levantamiento de las tomas no implicaba un
levantamiento de las luchas.
Los
debates hoy giran en torno a la estrategia a seguir de cara
al movimiento estudiantil, si éste debe volver a las aulas
y “volver a conformar conciencia” sobre lo que se quiere
hacer con la Educación, o como venimos propiciando desde el
Nuevo MAS, de sacar balance de la experiencia del año
pasado y ver cómo retomamos el camino de la lucha junto a
los cientos de estudiantes que muestran su voluntad de salir
a pelear.
La UNC “progresista” y su Universidad inclusiva
Desde
que se firmó el acta de mutuo acuerdo con la gestión de
Filo para que se levantase la última toma, se sabía que
desde la gestión de la Universidad y la Facultad no se iba
a hacer mucho para cumplir con ello.
Acorde
a los tiempos que corren, el acuerdo se arrancó para
destrabar el compromiso y aún hoy todavía las promesas
firmadas están en estado de espera o con sanciones que van
en sentido contrario a lo que los estudiantes deseamos.
Indudablemente
que el levantamiento de la medida de fuerza a fines de
noviembre, no daba la posibilidad de mantener la exigencia
de cumplimiento en ese mismo momento por la cercanía de exámenes, el fin de
año y las vacaciones.
En
este tiempo, el gobierno de la Universidad y el de la
Facultad, ambos enrolados dentro de las filas del
progresisimo K, logró
avanzar en una Universidad no tan pública ni tan popular en
varios aspectos:
Se
deja cesante a un docente nucleado en ADIUC (docentes
universitarios) y se llama a concurso a muchas de las cátedras
de los miembros de la directiva del sindicato, que es
opositor a la gestión. Se aprueba un proyecto de Parque
Científico y Tecnológico en el cual la Universidad dispone
de espacio físico y recursos para que empresas se instalen
dentro de la Ciudad Universitaria con mano de obra
conformada por docentes, egresados y pasantías
estudiantiles. Dentro de esta normativa también se
establece que las mismas deben dictar posgrados y pagar cánones
a la Universidad que deben ser destinados al sostenimiento
de este Parque Científico. Junto con esto, se empiezan a
discutir homologamientos de planes de estudio, sobre todo en
Filosofía, acorde los lineamientos del CONEAU, que este año
“visita” la UNC.
Esta
política llevada adelante por la kirchnerista Scotto y su
manga de chupamedias, con la complicidad de la Franja Morada
y los ex independientes devenidos K de La Bisagra, quieren
barrer la basura bajo la alfombra, votando una quita de la
contribución estudiantil, que en algunas facultades era
obligatoria y en otras no existía, pasando a una
“contribución voluntaria en todas las unidades académicas”.
La Bisagra quiso presentar estos cambios cosméticos como un
triunfo por la gratuidad de la enseñanza y lo enmarcan
dentro de los logros del gobierno nacional y su aumento
presupuestario. Frente a esto, desde la asamblea de
estudiantes de Filo nos movilizamos, realizamos un corte de
calle en defensa del delegado perseguido e irrumpimos en la
sesión del Consejo Superior que derogaba la contribución,
para mostrar una posición independiente.
Esta
irrupción logró que el debate por la contribución no sea
canalizado 100% por el scottismo, sino que los medios de
comunicación, (presentes en forma masiva frente al
acontecimiento al que calificaron como histórico) hayan
tenido que hacer notar que un sector de la izquierda e
independientes tenían una posición contraria, que no
quieren ni contribución voluntaria, ni contribución
obligatoria y sí una Universidad
financiada íntegramente por el Estado, sin intromisión
de las empresas en la Educación Pública.
Es necesario volver a la lucha
Este
es el escenario con el que nos encontramos de cara al inicio
de clases. Un estudiantado que tras la votación de la Ley y
tras la levantada de la toma no se ha desorganizado y sigue
viendo la forma de enfrentar a una gestión universitaria
que sin querer sacarse la máscara progre sigue avanzando en
ir a fondo con las leyes educativas vigentes.
Esto
en Filo se traduce en distintas conclusiones de lo que se
debe hacer y los debates son muy duros por los distintos
balances que se extrajeron del durísimo conflicto del
semestre anterior.
En
ese sentido, hay organizaciones que plantean que la gestión
de la Universidad y de la Facultad están fuertes y por
consiguiente los estudiantes no saben bien de qué se trató
el conflicto del semestre anterior. Si bien estas no son las
palabras concretas, es el espíritu de lo que viene
planteando un nucleamiento político que tiene como cabeza a
la Agrupación Enrique Barros. Esta agrupación, junta a
otras, viene pregonando distintas actividades para
“concientizar” pero diluyentes a la hora de pensar en cómo
salir a enfrentar al gobierno de la Universidad.
Algo
similar es sostenido por el PTS, que primero decía que
“no se le podía explicar a los ingresantes cómo luchar,
ya que habían participado de la heroica lucha que dieron el
año pasado”, cambiando de la noche a la mañana para
sostener: “los chicos que están entrando a la Universidad
preguntan qué pasó el año pasado, entonces hay que
explicarles”.
Al
parecer para estas corrientes, las movilizaciones de 8.000,
10.000 personas del año pasado se olvidaron tras las
pintadas de las escuelas por parte del gobierno. Tampoco
parecen ver que en estos mismos momentos hay varios colegios
que se han vuelto a tomar por parte de los secundarios
puesto que no se realizaron en esas escuelas
las obras de infraestructura prometidas.
Es
necesario que los estudiantes volvamos a discutir planes de
lucha con acciones concretas que nos permitan recuperar la
iniciativa política y ser nosotros los que marquemos la
cancha a la gestión, con la exigencia de que se cumpla todo
lo firmado, y todo nuestro pliego de reivindicaciones. Al
mismo tiempo que tenemos que ver cómo se incorpora un
programa real para enfrentar la instalación del Parque
Científico y Tecnológico y el avance de las leyes
educativas en la Educación Pública.
Ya
quedó demostrado que ante cada avance nuestro la gestión
tuvo que retroceder, como pasó con el pronunciamiento de la
Universidad frente a la LEP, donde en un momento clave de
cara a la votación de la Ley le arrancamos a la Universidad
un pronunciamiento en contra ésta, a la que siguen
apoyando.
Las
asambleas no decrecen en cantidad de gente, hay una
experiencia acumulada con la gestión, se han incorporado
ingresantes que el año pasado tomaron escuelas: no podemos
volver atrás, tenemos que ver cómo se sigue la lucha,
porque si retrocedemos en este momento estamos
desaprovechando una oportunidad tanto para que se cumplan
los acuerdos firmados como para enfrentar la embestida
actual.