Para los activistas y militantes del movimiento
estudiantil, el 24 de marzo nos plantea los debates
alrededor de su significado y actualidad. Está la denuncia
al gobierno K que se llena las manos de sangre con los Insfrán
y los Pedraza, que mantiene a la burocracia sindical cómplice
de la dictadura y a miles de efectivos de la dictadura en
función, que proscribe a la izquierda y judicializa a los
luchadores. Está la pelea por barrer a la burocracia de los
sindicatos, el juicio y castigo a los asesinos de ayer y
hoy, contra la proscripción a la izquierda y por la
libertad de todos los presos políticos. Y está además la
experiencia revolucionaria de la clase obrera que se cierra
con el golpe del 76.
A los revolucionarios nos interesa dar la pelea porque el
movimiento estudiantil se apropie de la experiencia
militante de este período y pueda extraer las conclusiones
políticas que nos permitan avanzar hacia un cambio radical
de la sociedad. Más cuando el gobierno intenta vaciar
de contenido el 24 volviéndolo una fecha testimonial, el
“Día de la Memoria”, y que nos quedemos hablando del
horror de los centros clandestinos de detención… Por todo
esto, queremos señalar algunas discusiones que se dieron en
el marco de la pelea que dimos por afirmar el punto de vista
clasista sobre el 24 de marzo en el IUNA.
La
pelea por la posición clasista del 24
El Encuentro Memoria Verdad y Justicia pidió a los
activistas del IUNA que realizaran una intervención artística
de cara a la movilización del 24. Había entre las
corrientes un acuerdo general en marchar con el Encuentro.
Para realizar la intervención, varios activistas y el PTS
impulsaron una comisión en donde discutieron realizar un muñeco
con tres cabezas de buitres que representaran el Estado, la Iglesia y los
milicos. Más allá de esta iniciativa correcta, vimos
que no había un
pronunciamiento político de conjunto y por eso
decidimos participar en la comisión con la propuesta de
acercar a los estudiantes del IUNA un comunicado alrededor
del significado del 24 de marzo, denunciando la hipocresía
del gobierno K y convocando a marchar con el Encuentro.
En un primer momento nos encontramos con una cerrada
negativa a llevar adelante la discusión por parte del PTS,
que al llegar a la reunión nos dijo: “¿qué hacen acá?”,
“empezamos a trabajar hace dos semanas… ustedes no están
participando”. A pesar de la negativa, impulsamos la
propuesta y terminamos escribiendo el comunicado con
activistas de la sede de Dramáticas y el PTS. Luego lo
llevamos a discusión al conjunto de la comisión y la mayoría
estuvo de acuerdo con lo escrito. En el siguiente Encuentro
la negativa del PTS fue total, al punto de impedir que se
discutiera con los activistas.
Llevamos la propuesta a la Asamblea Interdepartamental
para que se discutiera entre los estudiantes, reafirmando la
posición clasista que expresaba el comunicado y proponiendo
las consignas con las cuales marchar el 24. Frente a esto,
las corrientes (PO, PCR y PTS) sostuvieron que un comunicado
no podía ser discutido en una asamblea y que, como “lo
habíamos escrito nosotros”, teníamos que armar una
comisión de cinco, uno por cada departamento, que redactara
un volante nuevo para darle “una expresión de
conjunto”. En vez de discutir los ejes políticos de la
convocatoria en la asamblea con los estudiantes, se dejó la
iniciativa en manos de una comisión que denunciamos como
burocrática, la cual terminó siendo una “mesa chica”
de las corrientes discutiendo en un bar. Casi al finalizar,
PO sostuvo oportunamente que había que discutir los ejes,
no por la necesidad de dar una expresión política de
conjunto a los estudiantes sino porque “después nos íbamos
a arrancar los pelos entre nosotros”. En esa discusión las corrientes defendieron dejar de lado la
perspectiva clasista del 24 de marzo. Y a la hora de
resolver las consignas por las cuales marchar, el PTS planteó
que no era necesario votarlas porque ya habíamos decidido
ir con el Encuentro, y por eso las consignas eran las
consignas del Encuentro. A esta posición se sumaron las
otras corrientes.
Finalmente, lo que salió de la comisión fue lo mismo
que se había escrito antes pero suprimiendo el punto de
vista clasista: la
referencia a la experiencia revolucionaria de la clase
obrera en los 70 y la postura de que la mejor manera de
recordar a los 30 mil desaparecidos era retomar su lucha por
el cambio radical de la sociedad.
La política oportunista y sectaria del PTS
Si la actividad por el 24 que había surgido por la
propuesta del Encuentro, Memoria, Verdad y Justicia era una
actividad de frente único, y el PTS en su periódico
llamaba a “redoblar el frente único”
con las miles de organizaciones, en vistas del acto del 24, la
acción concreta del PTS en el IUNA fue en un sentido
opuesto, sectario y oportunista. Sectario por su cerrada
negativa a dar la discusión política en la comisión por
el 24, queriendo apropiarse de una actividad de frente único
al poner en duda que nosotros pudiéramos participar porque
no estuvimos desde el primer momento. Y oportunista porque
no sólo no defendieron lo que ellos mismos habían escrito,
diciendo que lo habíamos escrito nosotros, sino porque se
adaptaron a la propuesta de patear la discusión a una
comisión burocrática con tal de que la iniciativa no
saliera de la asamblea.
A esto se suma el accionar por borrar el carácter
clasista del 24 de marzo, con el argumento de que “los 30
mil no fueron todos revolucionarios”. Para
nosotros no se trata
de un problema de números, sino más bien de reivindicar lo
que expresaba la pelea del conjunto de los detenidos y
desaparecidos como parte de un mismo proceso histórico de
la lucha de clases. La postura del PTS sería
consecuente si el PTS caracterizara que el proceso de los 70
no fue un proceso revolucionario. Pero, en una de sus más
importantes elaboraciones teóricas sostienen desde el
primer momento que “La
valoración de la experiencia revolucionaria, decisiva
en la historia argentina que se desarrolló entre el
Cordobazo y el golpe militar de marzo de 1976, no puede
dejar de ser una tarea militante”.
A la luz de los hechos, el PTS no da la pelea por aprovechar
el 24 de marzo para reivindicar la experiencia
revolucionaria de la clase obrera junto a amplios sectores
estudiantiles en los 70 y milita para que ese carácter no
se exprese.
Por último, flaco favor le
hacen al movimiento al decir que no hace falta discutir ni
votar las consignas con las cuales marchar. No basta con que
las cosas ya estén cocinadas “desde arriba”, sino que
una de las obligaciones de las corrientes que se reclaman
revolucionarias es llevar los debates a los estudiantes y
activistas, propiciando la politización y la organización
de los compañeros. El PTS prefiere dejar de lado la discusión
política con tal de realizar una actividad (la intervención
del 24) que le permita justificar una agenda propia para
propagandizarse. Llamamos a los compañeros a revisar este uso instrumental del
movimiento que en nada hace avanzar a los compañeros y
al movimiento estudiantil en un sentido clasista y
revolucionario.
R. Werner, F. Aguirre, Insurgencia
Obrera, “Presentación”.