“La democracia burguesa, pese a ser un gran avance
histórico en comparación con el medioevo, sigue siendo
siempre –y no puede dejar de serlo bajo el capitalismo– estrecha,
truncada, falsa e hipócrita, un paraíso para los ricos y
una trampa y un engaño para los explotados, para los pobres”
(V.I.Lenin, “La revolución proletaria y el renegado
Kautsky”).
El sábado 9 de abril se realizó la tercera reunión
de la izquierda para discutir la posibilidad de un frente de
cara a las internas del 14 de agosto y las elecciones de
octubre. En esa reunión, lamentablemente, dominó un
criterio completamente oportunista por el cual una de
las principales organizaciones de la izquierda independiente
en la Argentina, nuestro partido, fue dejada al margen de
ese posible frente. El único criterio fue
la caducidad
de la legalidad nacional de nuestra organización impuesta
por la justicia electoral de este régimen antidemocrático
de la clase capitalista.
¿Divide y reinaras?
Esto es un desastre en varios sentidos. En primer
lugar, por el simple hecho que de esta manera, lo que debería
ser un frente único de lucha contra la proscripción de la
democracia capitalista K queda roto al quedar afuera
una de las organizaciones de la izquierda de nuestro país.
Algo que
resta y debilita en la pelea contra el intento
de proscripción K.
En segundo lugar, por el criterio considerado. Desde el
inicio de las conversaciones nuestro partido insistió en
que dos aspectos debían presidirlas. Por un lado, que era
insoslayable sacar de inmediato una campaña pública del
posible frente que planteara una férrea denuncia a la
avanzada proscriptiva del régimen ,producto de la aplicación
de la ley electoral K. Lamentablemente, el PO y las
fuerzas que lo acompañan, se opusieron cerradamente en las
tres reuniones en las que participamos antes que nos echaran
–en los hechos– de ese ámbito [1].
Por otro lado, la única explicación de esta actitud
es que el PO, IS y el PTS encararon la campaña por su
legalización de una manera estrechamente electoralista,
sin dar una pelea política en regla contra este avance
antidemocrático del régimen contra la izquierda. Un ataque
que es parte de otros como el propio asesinato de Mariano
Ferreyra, la persecución judicial a los delegados obreros
independientes, etcétera.
Un criterio sin principios
Pero esto no es todo. El PO y sus socios se negaron a
llevar adelante una pelea en común contra el intento
proscriptivo –reiteradas veces propuesta desde el nuevo
MAS–
porque privilegiaron el criterio sin principios de
utilizar las legalidades que una u otra corriente podría
alcanzar en función de dirimir las relaciones de fuerzas al
interior de la izquierda.
En vez de dedicar el centro de sus esfuerzos a la pelea
antiproscriptiva, estas corrientes tuvieron el criterio de
alcanzar cada una por separado su legalidad para hacer valer
la falta de ésta a sus adversarios políticos dentro de la
izquierda.
Un criterio propio de la democracia patronal y
una aberración sin principios, ya que al interior de la
izquierda la tradición es la defensa incondicional de la
participación de toda corriente que lo quiera hacer.
Como decía Lenin acerca de qué procedimientos son
admisibles en la izquierda revolucionaria y cuales no: “La
conclusión es clara: negar los compromisos ‘por
principios’, negar la legitimidad de los compromisos en
general, cualesquiera que sean, es una puerilidad que
incluso es difícil de tomar en serio. El dirigente político
que desee ser útil al proletariado revolucionario debe
saber distinguir los casos concretos de compromisos
inadmisibles y que son expresión de oportunismo y de traición; debe dirigir contra tales compromisos
concretos toda la fuerza de la crítica, todo el peso de un
desenmascaramiento implacable y de una guerra sin cuartel
(…)” (V.I.Lenin, El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo).
Desde el nuevo MAS creemos tener el criterio que enseñaba
Lenin. Consideramos que cada corriente tiene el derecho de
buscar su legalización, y que la participación electoral
es una necesidad insoslayable en la medida en que los
trabajadores sigan creyendo en el voto y la democracia
patronal. También
nos parece natural que cada corriente pretenda hacer valer,
hasta cierto punto, frente a las demás, el alcance de cada
partido en materia constructiva en todos los ámbitos,
incluido el reconocimiento legal.
Pero de lo que estamos completamente en contra, y
configura un accionar sin principios que rompe con toda la
tradición del marxismo revolucionario, es considerar ese
reconocimiento de la justicia burguesa como único
criterio para dirimir la pugna al interior de la izquierda.
Esto es un escándalo que reproduce en el seno de la misma
izquierda los argumentos de los kirchneristas:
“No
llegan ni al 2%, no tienen derecho a existir”.
Este criterio crudamente oportunista es una
aberración hasta por el hecho de que ninguna organización
revolucionaria que se precie de tal se va a morir por
carecer en alguna oportunidad de inscripción electoral.
Tampoco se va a resolver ninguna relación de fuerzas por el
aspecto más superestructural de la vida política [2].
Administrando la misma medicina que los k
Así las cosas, lo que ha quedado es una orientación
groseramente oportunista y aparatista, que sólo logra
dividir
el frente único de lucha contra la proscripción.
La interna del 14 de agosto todavía no está
reglamentada. Ni siquiera se sabe si se va a hacer
realizada. Pero lo que sí está claro es que en caso de que
se ratifique, y de que su reglamentación sea el escenario
proscriptivo que se adelanta, la pelea por superar sus límites
proscriptivos se verá debilitada ante esta escandalosa
posición del PO y su comparsa
de “proscribir” ellos,
a su vez, la participación del Nuevo MAS en el eventual
frente.
Todo esto suena más escandaloso cuando los
“proscriptos” somos la única organización de la
izquierda que puso en la calle una campaña política
militante específica contra el intento de proscripción del
gobierno de Cristina. Con afiches, volantes y mesas
colocadas en esquinas y estaciones del gran Buenos Aires y
Capital, nuestros compañeros y compañeras explicaron a
miles de personas el significado reaccionario de la reforma
electoral K, lo que nos permitió la adhesión y/o afiliación
de miles de compañeros jóvenes y trabajadores.
Por nuestra parte, las cosas son claras. El Nuevo MAS
va a redoblar en las próximas semanas la campaña contra la
proscripción y seguirá adelante en la pelea por conseguir
la habilitación del partido, más allá del tiempo que
lleve esta tarea.
Pero, al mismo tiempo, no dejaremos de dar una dura
lucha política en la vanguardia explicando las razones de
este escandaloso comportamiento del PO y el PTS. Una
conducta que es una verdadera marca registrada de
estas organizaciones que sistemáticamente actúan separando,
dividiendo y rompiendo cualquier fenómeno progresivo de
la realidad en función de los intereses de construcción de
su propia secta, nunca los de la clase obrera y la
vanguardia trabajadora en su conjunto. No hace falta ir más
lejos para recordar cómo desconocieron el llamado de la
asamblea de los obreros de FATE a enfrentar de manera
unificada a las dos fracciones de la burocracia de la CTA.
Todavía están a tiempo
De todos modos, hasta el cierre definitivo de los
plazos hay todavía tiempo y mucha agua puede correr bajo
del puente. El PO y sus acompañantes han salido a decir que
el acuerdo que firmaron es “histórico”. Por nuestra
parte pensamos que, como están las cosas, no es más que
una cooperativa electoral. Esto no significa desconocer
que el frente será seguramente bien visto entre sectores de
la vanguardia. Pero también estamos seguros
de que el método sin principios con que se ha
constituido no dejará de tener sus consecuencias.
En todo caso, el PO, el PTS e IS están todavía a
tiempo de retroceder frente a la aberración que están
perpetrando. Deben reabrir la discusión entre ellos y
nuestro partido para ver la posibilidad de no dividir la
pelea contra la proscripción. En caso de no hacerlo, caerá
enteramente sobre ellos la responsabilidad política por
esta bochornosa exclusión del nuevo MAS.
Notas:
1. El PO sólo hizo campaña por “los derechos políticos
del PO”, y el PTS encaró la actividad de afiliación como
mero hecho “administrativo”, sin ninguna consigna política
que la presidiera.
2. El PTS, mientras cacareaba que “las elecciones no nos
interesan”, fue la organización que se comportó de
manera más vergonzosa y electoralista en la negociación.
Llegaron a manifestar que “las organizaciones que no
tuvieran legalidad nacional” ni siquiera podían
inscribir su nombre en la boleta del eventual frente.
Cuatro años atrás actuamos con un criterio diametralmente
opuesto con IS, que no tenía legalidad nacional y participó
en igualdad de condiciones con el PTS y nuestro partido, en
el contexto del Frente.