El
Día de los Derechos Humanos y los sucesos del Parque
Indoamericano fueron el contexto simbólico y político que
enmarcaron la creación del Ministerio de Seguridad y el
nombramiento de la Dra. Nilda Garré al frente de dicho
Ministerio.
Aunque
no pocos problemas le estallaron en los últimos meses (como
el cargamento de cocaína transportado desde la Base Aérea
de Morón), con las últimas medidas tomadas en la Ciudad de
Buenos Aires y sus declaraciones en relación a la Policía
Federal, ella volvió a ponerse en el candelero político.
¿Mano
dura vs. seguridad democrática?
La
disputa política-ideológica sobre el tema seguridad se
circunscribe a estas dos supuestas antinomias.
Los
defensores de la mano dura están representados por
personajes tan “quemados” de la derecha recalcitrante,
que sólo tienen recepción o eco sus propuestas en los
sectores más conservadores y atrasados de la población.
Los defensores de la seguridad democrática, en cambio,
abarcan un amplio espectro social y político, cuya bandera
fundamental es posicionarse “contra la mano dura”.
Para
sellar este bloque firmaron un acta, tanto a nivel nacional
como en la provincia de Buenos Aires se llama “Diez puntos
de acuerdo por la seguridad democrática”. Seguridad
democrática que, en primerísimo lugar, sirve para
preservar las instituciones del Estado. Como declara su
segundo punto (“El engaño de la mano dura”): “Las políticas
de mano dura no han reducido el delito, han aumentado la
violencia y, en algunos casos, hasta han amenazado la
gobernabilidad democrática”. (Página 12, 29/12/09) ¡Ojo!
La represión no puede ser una granada que le estalle en las
manos al propio gobierno. La granada hay que saber tirarla
para que no se convierta en un boomerang.
Los
puntos del acuerdo buscar cerrar filas tras ese objetivo
preciso: la represión es una cuestión de Estado y tiene
que ser prolija para que no se nos vuelva en contra. Lo
refrendaron con su firma todo el arco político del FPV, el
radicalismo, la centroizquierda, los organismos de derechos
humanos y los movimientos de desocupados cooptados por el
gobierno, los Moyano y los Yasky…, y siguen las
adhesiones, todas bendecidas por varias órdenes religiosas.
La receta Garré
Sobre
este acuerdo político se basa la ministra para presentar su
protocolo en la primera reunión del Consejo de Seguridad el
29 de marzo pasado. Fue la reunión cumbre para centralizar
una política de seguridad nacional eficiente para los fines
del gobierno K. Lo hizo ante la presencia de los ministros
de Seguridad de las 23 provincias y de la Ciudad de Buenos
Aires. También estuvieron los jefes de la Policía Federal,
de la Gendarmería Nacional, de la Prefectura Naval, de la
Policía Aeroportuaria, representantes de la Dirección
General de Aduanas y de la Agencia nacional de Seguridad
Vial.
La
receta Garré es la prevención antes que la acción, el diálogo
antes que el garrote. Y cuando se saque el garrote, sea sin
desbordes, con las mínimas consecuencias políticas.
“Todo bien, todo legal”: patrulleros con patente, policías
identificados. Todo bajo el mando de un funcionario político
que esté al frente del operativo. Nada de descontrol que
ocasione problemas posteriores.
La seguridad en campaña electoral
Las
últimas medidas del Ministerio en la Ciudad de Buenos Aires
ponen en tono de campaña electoral la vigilancia en los
hospitales públicos. ¡Como si el problema fundamental de
éstos fuera la falta de policías y no de médicos,
enfermeras e insumos!
El
duro discurso contra la Policía Federal pronunciado por la
ministra Garré secundada por Horacio Verbitsky y ante un
auditorio partidario, es un fuerte llamado de atención para
el que no se cuadre. La ministra quiere borrar cualquier
resabio de opositores de gestiones anteriores que
entorpezcan su conducción política. Opositores de otro
arco político o dentro de la propia interna peronista.
Por supuesto que
tanta dureza no es más que para intentar lavar la cara de
estas repodridas instituciones. Ni por asomo es la intención
investigar y castigar los crímenes y los delitos por ellas
cometidos durante la dictadura y en estos años de
democracia de los ricos. Ni los del Parque Indoamericano, ni
de los que facilitaron la emboscada en que fue asesinado
Mariano Ferreyra.