Socialismo o Barbarie, periódico Nº 199, 14/04/11

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Ministerio de Seguridad

La política en el puesto de mando

Por Ana Vázquez

El Día de los Derechos Humanos y los sucesos del Parque Indoamericano fueron el contexto simbólico y político que enmarcaron la creación del Ministerio de Seguridad y el nombramiento de la Dra. Nilda Garré al frente de dicho Ministerio.

Aunque no pocos problemas le estallaron en los últimos meses (como el cargamento de cocaína transportado desde la Base Aérea de Morón), con las últimas medidas tomadas en la Ciudad de Buenos Aires y sus declaraciones en relación a la Policía Federal, ella volvió a ponerse en el candelero político.

¿Mano dura vs. seguridad democrática?

La disputa política-ideológica sobre el tema seguridad se circunscribe a estas dos supuestas antinomias.

Los defensores de la mano dura están representados por personajes tan “quemados” de la derecha recalcitrante, que sólo tienen recepción o eco sus propuestas en los sectores más conservadores y atrasados de la población. Los defensores de la seguridad democrática, en cambio, abarcan un amplio espectro social y político, cuya bandera fundamental es posicionarse “contra la mano dura”.

Para sellar este bloque firmaron un acta, tanto a nivel nacional como en la provincia de Buenos Aires se llama “Diez puntos de acuerdo por la seguridad democrática”. Seguridad democrática que, en primerísimo lugar, sirve para preservar las instituciones del Estado. Como declara su segundo punto (“El engaño de la mano dura”): “Las políticas de mano dura no han reducido el delito, han aumentado la violencia y, en algunos casos, hasta han amenazado la gobernabilidad democrática”. (Página 12, 29/12/09) ¡Ojo! La represión no puede ser una granada que le estalle en las manos al propio gobierno. La granada hay que saber tirarla para que no se convierta en un boomerang.

Los puntos del acuerdo buscar cerrar filas tras ese objetivo preciso: la represión es una cuestión de Estado y tiene que ser prolija para que no se nos vuelva en contra. Lo refrendaron con su firma todo el arco político del FPV, el radicalismo, la centroizquierda, los organismos de derechos humanos y los movimientos de desocupados cooptados por el gobierno, los Moyano y los Yasky…, y siguen las adhesiones, todas bendecidas por varias órdenes religiosas.

La receta Garré

Sobre este acuerdo político se basa la ministra para presentar su protocolo en la primera reunión del Consejo de Seguridad el 29 de marzo pasado. Fue la reunión cumbre para centralizar una política de seguridad nacional eficiente para los fines del gobierno K. Lo hizo ante la presencia de los ministros de Seguridad de las 23 provincias y de la Ciudad de Buenos Aires. También estuvieron los jefes de la Policía Federal, de la Gendarmería Nacional, de la Prefectura Naval, de la Policía Aeroportuaria, representantes de la Dirección General de Aduanas y de la Agencia nacional de Seguridad Vial.

La receta Garré es la prevención antes que la acción, el diálogo antes que el garrote. Y cuando se saque el garrote, sea sin desbordes, con las mínimas consecuencias políticas. “Todo bien, todo legal”: patrulleros con patente, policías identificados. Todo bajo el mando de un funcionario político que esté al frente del operativo. Nada de descontrol que ocasione problemas posteriores.

La seguridad en campaña electoral

Las últimas medidas del Ministerio en la Ciudad de Buenos Aires ponen en tono de campaña electoral la vigilancia en los hospitales públicos. ¡Como si el problema fundamental de éstos fuera la falta de policías y no de médicos, enfermeras e insumos!

El duro discurso contra la Policía Federal pronunciado por la ministra Garré secundada por Horacio Verbitsky y ante un auditorio partidario, es un fuerte llamado de atención para el que no se cuadre. La ministra quiere borrar cualquier resabio de opositores de gestiones anteriores que entorpezcan su conducción política. Opositores de otro arco político o dentro de la propia interna peronista.

Por supuesto que tanta dureza no es más que para intentar lavar la cara de estas repodridas instituciones. Ni por asomo es la intención investigar y castigar los crímenes y los delitos por ellas cometidos durante la dictadura y en estos años de democracia de los ricos. Ni los del Parque Indoamericano, ni de los que facilitaron la emboscada en que fue asesinado Mariano Ferreyra.