La Cámara
de Casación penal resolvió las apelaciones presentadas por
el fallo en Primera Instancia del 2009. Cambió las carátulas
de los principales imputados en la tragedia. “En primer
lugar, anunció el cambio de calificación de la condena
para Chabán, quien pasó a ser considerado coautor del
delito de incendio doloso –con voluntad de ejercer el
delito– a culposo –delito no intencional o por
imprudencia– que conlleva hasta 11 años de cárcel. El ex
gerenciador, que había sido condenado a 20 años de prisión
en 2009, resultó el más beneficiado con la revisión del
fallo. Se le mantuvo la condena por cohecho activo. La
contracara la personifican los músicos de Callejeros,
quienes en el juicio habían resultado absueltos, y en esta
instancia fueron sentenciados por el delito de ‘incendio
culposo seguido de muerte en concurso real con cohecho
activo’. También fueron condenados la mano derecha de
Chabán, Raúl Villarreal, y el manager del grupo de rock,
Diego Argañaraz. Los tres ex funcionarios porteños
conforman otra de las partes perjudicadas con la resolución
de Casación, ya que a la condena por el delito de omisión
de los deberes de funcionario público se le añadió la de
incendio culposo seguido de muerte.” (Clarín, 20/4/11)
De esta
manera, la causa vuelve al Tribunal Oral en lo Criminal 24,
quien deberá fijar las penas a cumplir.
A Ibarra
(Jefe de Gobierno en aquel diciembre de 2004) y sus
principales funcionarios,
no los alcanzó ninguna revisión porque ya habían
sido desprocesados. Tampoco a efectivos de las fuerzas
policiales acusados de recibir sobornos. Recordemos que a
Ibarra le costó su sillón al frente del Gobierno de la
Ciudad, pero no su libertad ni su carrera política.
¿Más justicia o más impunidad?
El nuevo
fallo reabre la polémica pública sobre las
responsabilidades de la masacre. Y como toda polémica sobre
una resolución judicial que se da alejada en el tiempo de
las movilizaciones de los principales protagonistas (los
pibes que estaban en el recital y sus familias y amigos),
los imputados quedan encerrados en un tubo de cristal,
desarticulados de esos jóvenes dolientes y conmovidos que
atronaron el centro de Buenos Aires con sus gritos de:
“Ibarra, Chabán, la tienen que pagar”.
Más allá
de las pruebas y las investigaciones acumuladas por la
Justicia, fue el reclamo de estas movilizaciones (aunque
sufrieron permanentes tensiones y posteriores divisiones),
las que marcaron el paso de las condenas sancionadas en el
primer fallo.
Hoy, a un
año y ocho meses de finalizado ese primer juicio, el
Tribunal de Casación revé esas medidas “en frío”, con
los pibes desmovilizados y el principal responsable político
en campaña electoral.
¿Un giro hacia dónde?
Aunque
parezca un giro armónico y mesurado, la nueva sentencia
pega un giro de 180 grados respecto de la anterior.
Chabán,
el empresario responsable del boliche, puede seguir
durmiendo tranquilo en su casa, a la que abandonó por un
breve período porque siempre contó con la complicidad de
sus carceleros para aparecer cenando en algún restaurante
aunque estuviera preso.
Callejeros,
la banda a la que fueron a escuchar los pibes que murieron,
pueden ir presos.
Agrava la
pena de los ex funcionarios municipales de cuarta línea
inculpados.
Entre
defensores y detractores, la polémica se centra
fundamentalmente en la culpabilidad del grupo musical.
¿Ellos
aceptaron las condiciones en que cantaban? Seguramente sí.
¿Pero cuáles eran las condiciones declaradas en los
papeles y las reales? ¿Eso los hace responsables de que no
hubiera salidas de emergencia, de los matafuegos vencidos,
de las irregularidades que fueron tapadas entre empresarios
y funcionarios del Gobierno de la Ciudad y de la Policía
Federal para que el boliche funcionara a costa de la
seguridad de los asistentes?
Que ellos
tengan que firmar un contrato para poder actuar, que, por
otra parte, si no lo hacen tienen que hacer música en el
garaje de su casa, no significa que sean responsables del
entramado de corrupción que rodea su contratación.
No
juzgamos sus conductas individuales, sobre las cuales hubo
incluso fuego cruzado entre ellos, ni tampoco los
beatificamos, pero sí vemos en su condena una intención
clara de condenar a las víctimas, no a los victimarios, y
ese es el giro fundamental en la causa.
Víctimas
cuya cara visible son los músicos y los cargos efectivos de
la sentencia son contra ellos. Aunque la culpabilización
social los trasciende: llegó a abarcar a los pibes que
fueron a escucharla, a las madres desalmadas que dejaban a
los chicos en el baño, a los padres irresponsables que
“no saben dónde están sus hijos”.
Para que
la sentencia no quede tan desnivelada, culpan a algunos ex
funcionarios de la Ciudad, manteniendo el sobreseimiento a
Ibarra.
El “amigo” Aníbal
Después
de su destitución, el reciclado Ibarra volvió al ruedo político
con el espacio Diálogo por Buenos Aires. Desde allí apoyó
a Daniel Filmus como Jefe de Gobierno. Y ocupa una banca
como legislador por esa fuerza desde la última elección en
la Ciudad.
Su
reciclaje fue más rápido que el del papel, porque ni
durante la campaña electoral previa ni al asumir, ninguna
de las fuerzas (ni oficialistas ni opositoras) abrieron la
boca para siquiera denunciarlo. Todas obviaron que fue a
juicio político por su responsabilidad en la muerte de 194
personas y el daño a miles.
Tampoco el
“amigo” Néstor ni Cristina objetaron su presentación.
Fueron coherentes con la conducta que mantuvieron ese 30 de
diciembre: se callaron la boca y protegieron a Ibarra.
Ahora este
oscuro personaje se lanzó como candidato a Jefe de
Gobierno. Sin que se le caiga la cara dijo, después de su
presentación, en declaraciones a C5N: “’No creo que
Cromañón sea una cuestión definitiva en mis votos’,
estimó. ‘La política fue por un camino. La sociedad y la
justicia por otro’, sentenció”. (Elintransigente.com,
5/4/11)
Inevitablemente
las tensiones y divisiones entre los familiares y
sobrevivientes se siguen profundizando, entre otras cosas,
porque entre ellos hay familiares de víctimas que pertenecían
al núcleo familiar o de amigos de la banda que estaban en
el recital. Creemos que aquéllos que consideran que hay que
ir a fondo por todos los responsables políticos de la
masacre deben volver a unirse para salir a las calles e
imponer “Cárcel para todos” para lograr justicia para
todos los damnificados y sus familias.
Frente a
la nueva sentencia que reabre las compuertas hacia una
impunidad casi completa, los reclamos de la juventud tienen
que volver a hacer temblar los oídos y las piernas de los
dueños del poder, aquellos que creen poder lucrar con
impunidad sobre la vida y los sueños de los jóvenes.