Hace meses que los choferes de la Línea
60 venían con reclamos producto de la mala liquidación de
las vacaciones, el no respeto de los horarios de descanso,
el no pago a los choferes de los feriados nacionales de este
año con derecho al descanso y la alternativa de obtención
de francos compensatorios o, en su defecto, el pago de horas
extras al 100%, la mala condición de las unidades y sobre
todo el no reconocimiento de los delegados por los nuevos patrones. Actas y más
actas firmadas en el Ministerio de Trabajo que quedaban en
letra muerta. Y llegó el día… el lunes18, los
compañeros dijeron basta y la línea paró por tiempo
indeterminado, amenazó con cortar la Panamericana a la
altura de Mazchwitz, se suspendió el corte ante promesas
del gobierno que no llegaron, llegó el corte el miércoles
20 y la marcha desde Constitución hasta el Ministerio de
Alem que paralizó el centro porteño, y llegó… el
triunfo.
Luego de tres días de paro, se
realizó una reunión entre empresarios, delegados del
personal, Fernández de la UTA y el ministro de Trabajo,
Carlos Tomada, y se logró un nuevo compromiso de la
patronal que contempla los reclamos centrales de los
trabajadores. Habrá
que estar atentos al cumplimiento de este nuevo acuerdo por
parte de la patronal.
Un ataque anunciado
A finales del año pasado la línea
MONSA fue comprada por un grupo denominado Unión de
Empresas, en el que participa DOTA, un verdadero pulpo del
transporte que posee cerca de 20 líneas en Buenos Aires y
Rosario y que es fuertemente subsidiado por el gobierno a
través del sucesor del coimero Jaime, Juan Pablo Schiavi.
La MONSA viene en crisis desde hace añares.
De la vieja línea de componentes no queda nada; primero fue
la concentración de unidades entre los componentes más
grandes, que se comieron a los más chicos; luego la división
de ramales enteros que pasaron a otra razón social. A pesar
de todas estas maniobras la línea cayó nuevamente en
quiebra y apareció la DOTA para “salvar las fuentes de
trabajo” de la mano de Fernández. Los nuevos patrones,
además de dejar en sus bolsillos lo que les corresponde a
los choferes, atacan
directamente a los auténticos representantes de los
trabajadores para avanzar en la explotación y en la
imposición de peores condiciones de trabajo. El centro del
ataque patronal es político: desconocer al cuerpo de
delgados independiente de la patronal y la burocracia que
dirige la línea hace años.
La UTA de rompehuelgas y carneros
Los trabajadores de la Línea 60
tienen una trayectoria de lucha importante. Desde hace años
sus delegados son independientes del aparato de la Unión
Tranviaria Automotor (UTA); inclusive uno de sus delegados
fue brutalmente atacado por la patota de Fernández. El año
pasado ganó nuevamente la interna independiente de la
conducción gremial con un amplio y categórico apoyo contra
la lista Celeste y Blanca que responde al burócrata Fernández.
En medio del conflicto, la UTA salió a decir que no apoyaba
el paro y menos
el corte de la Panamericana. Esta burocracia traidora,
chorra y patotera, actuó como perro guardián de los
intereses patronales: su política era seguir esperando y
paseando seis meses más por las oficinas del Ministerio de
Trabajo hasta que los choferes estuviesen cansados y sin
delegados. Es la misma UTA patotera y patronal que ataca a
los trabajadores del subte.
Recordemos que el dirigente histórico
del gremio, Palacios, tuvo que renunciar por una causa donde
se investigaba cómo había hecho para comprar campos por 30
millones de dólares.
Los choferes de la MONSA se suman a
otros sectores que salen a pelear a pesar del verso de
Cristina sobre su gobierno nacional y popular que vela por
los intereses de los trabajadores y los sectores más
empobrecidos. Junto con los docentes y los petroleros de
Santa Cruz y los obreros del pescado marplatenses, muestran la realidad de amplios sectores de trabajadores y el camino a
seguir para enfrentar los acuerdos y los techos de la
burocracia moyanista.