Desde
que comenzó el año, el activismo de Filo viene llevando
adelante una campaña de denuncia y agitación para que se
vayan los patovicas de la gestión K de Trinchero.
Estos patovas fueron introducidos en 2007 por un
antidemocrático Consejo Directivo, cuya mayoría agitaba el
fantasma de la “inseguridad” (con el mismo discurso de
Blumberg) al mismo tiempo que firmaba cartas de apoyo al
gobierno nacional kirchnerista. En ese momento, este ataque
a la autonomía universitaria no encontró respuesta por
parte de la conducción del CEFyL (en manos de “El
Frente” PCR-MST-PO), e inclusive contó con el voto de
algunos de sus consejeros, que también habían votado al
decano.
Durante los primeros años, los patovicas pasaban
relativamente desapercibidos. Sin embargo, fue
durante el estudiantazo y la toma del 2010 que su presencia
se multiplicó: la gestión comenzó a utilizarlos cada
vez más para amedrentar a los estudiantes movilizados, poniéndolos
a custodiar las sesiones del Consejo Directivo. Luego de
terminada la toma, comenzaron a desempeñar el rol de
guardaespaldas del decano Trinchero, acompañándolo a
dictar sus teóricos.
Mientras el decano desfilaba por 6-7-8 para hablar del
maravilloso estado de la educación pública argentina
(desmentido por las tomas de facultades, secundarios,
terciarios e institutos), reforzaba al mismo tiempo la
presencia de los patovicas en la facultad, poniéndolos en
mayor cantidad, visibilidad y masa física a vigilar la
puerta (sin que parecieran desempeñar ninguna función real
de “cuidado a las personas” dentro de la propia
facultad, como no fuera cuidar a la propia gestión frente a
la ira estudiantil).
Mientras que estos “guardavidas” no evitaron robos que
ocurrieron contra el propio CEFyL, sí se dedicaron, por
ejemplo, a impedir la realización de una actividad cultural
en el patio de la facultad (criterio que no mantuvieron
cuando permitieron la realización de todas las actividades
kirchneristas habidas y por haber). También juzgaron que
era peligroso un estudiante de derecho que venía a usar la
biblioteca de la facultad, porque le veían “aspecto
sospechoso” (la casa se reserva el derecho de admisión),
o los nenes de la calle que pasan su tiempo en la facultad.
En una institución donde se enseñan carreras como Ciencias
de la Educación y Antropología, la única respuesta que
tiene el decanato progresista ante esa lamentable situación
es ¡echar a los nenes! (siguiendo el mismo criterio
kirchnerista por el cual los trabajadores del Ministerio de
Trabajo están precarizados, y tantos otros ejemplos más
del doble discurso oficialista).
La pelea contra trinchero, por echar a los patovas y el triste rol de
“la juntada”
Ante esta situación, los activistas de la facultad (y en
especial la Comisión Anti-represiva) venimos realizando una
serie de actividades para instalar la discusión, objetivo
que en gran parte ya se ha logrado. Esto se evidencia, por
ejemplo, en que la gestión de Trinchero tuvo que sacar un
comunicado –bastante extravagante– defendiendo la
presencia de los patovas (“pequeño grupo de personas
formadas por organismos de derechos humanos para cuidar
vidas”, “compañeros trabajadores”, etc.), sumado a la
bajada de línea de sus profesores adictos en varias
cursadas. La discusión acerca de los patovicas ya atraviesa
a toda la comunidad educativa.
El 7/4, en la primera asamblea del año, desde el Ya Basta
planteamos que era necesario pasar a la acción, y
mocionamos movilizar a la siguiente sesión del Consejo
Directivo para poner un ultimátum a la gestión: o sacan a
los patovicas, o los estudiantes tomamos el Consejo. [1]
Esta moción fue aprobada por la asamblea, aunque no fue
llevada a fondo por la conducción del CEFyL (en manos de la
Juntada –Mella y otros–). No solo no la impulsaron
durante la semana, sino que sus consejeros no plantearon la
expulsión de los patovas hasta que el activismo se lo
recordó… por el contrario, su intervención en el Consejo
fue bastante tibia, aceptando el terreno de discusión que
planteaba el trincherismo: el “problema de la
inseguridad”, en vez de denunciar frontalmente la avanzada
de la gestión como parte de su política adaptada a la
asfixia presupuestaria, sumisa ante la LES-CONEAU, etc. Toda
la agitación en el Consejo corrió por cuenta de los
activistas, independientes o de otras corrientes más
combativas. De esta manera, la intervención de los
consejeros de La Juntada funcionó como paño frío e impidió
preparar a los activistas para exigir más firmemente la
expulsión inmediata de los patovas (cabe destacar que la
sesión del Consejo es tan “amplia” que hasta los
patovicas van).
Lamentablemente, varios compañeros de la comisión anti-represiva
(de la que participamos) no veían tampoco la posibilidad de
llevar adelante esta medida –que ya había sido votada–,
lo cual no ayudó a instalarla entre los estudiantes. Por
otro lado, al mismo tiempo que terminaba la discusión en el
Consejo, estaba por comenzar a realizarse la asamblea de
Historia, por lo cual el activismo estaba dividido entre las
dos actividades.
Por estas y otras razones, no se pudo llevar adelante la
toma del decanato, aunque se siguió adelante con otras
actividades de agitación y difusión. De hecho el lunes
25/4 se realizó una exitosa agitación en la entrada por
Bonifacio. Desde el Ya Basta consideramos que es necesario
seguir preparando esta medida de fuerza para poder torcerle
el brazo a la gestión, con los mismos métodos con los que
se conquistó el año pasado el compromiso de que se va a
construir el nuevo edificio. Para echar a los patovas, para
evitar que se acrediten las carreras ante la CONEAU, para
garantizar el pago de las becas, para conseguir que se
construya el edificio que nos prometieron, ¡tenemos que
tomar el decanato!
¡Fuera
los patovicas de Filo!
Nota:
1.
Mientras desde el ¡Ya Basta! propusimos organizarnos para
dar respuesta inmediata a la intentona de avanzada del
decano kirchnerista Trinchero, el PTS hizo una larga moción
proponiendo que los estudiantes combativos de filo teníamos
que sacar a los patovas… presentando
la denuncia en el INADI (¡¿?!)