Recordemos, como informábamos
en la contratapa de nuestro número anterior, que esta lucha surgió para
enfrentar la insólita decisión de Scioli de establecer por decreto un aumento del 21% para los salarios de los empleados y
funcionarios judiciales, mientras que a los jueces, que ya ganan fortunas,
les otorgó el 26%. Este miserable 21% lleva el salario inicial a 2.500
pesos, y es el menor de los establecidos en las paritarias de los
estatales.
Después de la derrota de
2005, la burocracia de la AJB venía acostumbrada a administrar conflictos
de “baja intensidad”: Scioli acordaba con los sindicatos docentes en
marzo dejando esa pauta como techo para el conjunto de los estatales,
techo que nos terminaban imponiendo después de algunos paros aislados y
sin ninguna perspectiva. El presente conflicto de los judiciales
bonaerenses no es más de lo mismo, sino que marca un punto
de ruptura con este mecanismo aberrante, marca registrada de la CTA. La irrupción masiva de una nueva generación de jóvenes,
apremiados por un salario real cada vez más deteriorado por la inflación,
ha provocado que la AJB se encuentre ante un nuevo tipo de conflicto,
masivo, con fuertes rasgos asamblearios, con consignas claras, con fuertes
acciones nunca antes realizadas y con un gran cuestionamiento a la
representación de la burocracia, que
se ha visto obligada a acompañar, no por convicción sino por no tener
otra alternativa, maniobrando en todo momento para jugar al desgaste y
así volver al escenario habitual, sin la incómoda presencia de las/los
trabajadores decidiendo.
Pero no es sólo la actitud
combativa de la nueva generación lo que ha marcado este punto de inflexión.
Las seccionales sindicales de Quilmes y Morón, recuperadas por los
trabajadores de las garras de la burocracia de la CTA, vienen jugando un
papel decisivo en el avance y la fuerza del conflicto, junto a la
seccional Lomas de Zamora, donde la burocracia permanece aún en la
directiva pero se encuentra desbordada por las bases, que le
imponen sus decisiones en asamblea. Este proceso pinta a las claras una
vez más que la pelea salarial no avanza por sí sola; hay que organizarse
para enfrentar a conciencia a la burocracia sindical, y no solamente
contraponiendo mociones en los organismos que ellos dirigen, o intentando
“negociar” que le dejen un lugarcito a nuestra “quinta” combativa:
hay que pelearle a la burocracia la dirección de los sindicatos, si es
que no queremos terminar siempre entrampados en ese escenario donde los
directivos tienen el monopolio de las resoluciones, llevándonos año tras
año a perder salario y condiciones de trabajo.
Que se vayan todos, que no
quede ni uno solo
El impacto causado por el
primer bloqueo al edificio de la Suprema
Corte en La Plata, realizado por la asamblea de Quilmes el 12/4,
provocó casi inmediatamente la toma de edificios en toda la provincia,
bloqueando de hecho el acceso de abogados en muchas departamentales. El
paro se mantiene desde entonces, y lleva a la fecha más de dos semana
seguidas paralizando totalmente la actividad judicial en la provincia y dándole
una perspectiva nueva al conflicto.
A partir de allí, la AJB
evitó por todos los medios llamar a acciones provinciales, bloqueando la
posibilidad de que la inmensa energía desplegada a lo largo de toda la
provincia por los compañeros se unificara, acusando por lo bajo de
“divisionistas” y de “cortarse solos” a las asambleas de Quilmes,
Morón y Lomas, que protagonizaron un segundo bloqueo a la Corte el martes
19/4. En realidad, son los burócratas de la AJB-CTA los que apuestan a la
división, al no unificar la lucha y negarse a concentrar las fuerzas
contra Scioli en La Plata.
Estos “abanderados de la
unidad” tuvieron que ser convocados desde la sede del sindicato, donde
seguían desde sus sillones las alternativas del segundo bloqueo realizado
por más de 500 compañeros, para una nueva reunión con los ministros de
la Corte, donde se reabrió la discusión de la suspensión de los
descuentos por los paros.
Al finalizar la reunión,
una multitudinaria asamblea le impuso al secretario general Blasco un paro
y movilización provincial
para la semana siguiente, el martes 26.
El último paro provincial
con movilización a La Plata se había realizado el 14 de abril. Con el
cuento de “esperar las novedades” de supuestas reuniones con el
gobierno que nunca se realizaban, fueron postergando y
postergando, lograron que pasara Semana Santa, hasta la aparición
de la salvadora reunión, ahora en el Ministerio de Trabajo el lunes 25.
Tampoco en esta ocasión
convocó la AJB a movilizar. La movilización quedó a cargo de Bahía
Blanca, Morón, Quilmes, Lomas y compañera/os autoconvocadas/os de La
Matanza, San Nicolás, Junín y La Plata. La nueva provocación que
significó el resultado de la reunión, donde no hubo la más mínima
respuesta por parte del gobierno sino sólo la convocatoria a una nueva
reunión para el miércoles siguiente, causó la indignación de los más
de 400 compañeros movilizados contra Scioli y contra la AJB: mientras
Blasco ni siquiera recordaba qué funcionarios habían estado presentes en
la reunión, las recriminaciones por no movilizar a la provincia, las
continuas dilaciones, las esperas, estallaron en el “que se vayan todos,
que no quede ni uno solo” y “pongan huevos la p... que los parió”.
Ya en un ambiente más
“adecuado”, en la sede del sindicato y una vez que se retiraron del
mismo la mayoría de las/los trabajadoras/es, la movilización provincial
que se le había arrancado la semana anterior fue trasladada al miércoles,
día de la nueva reunión.
La burocracia hace cordón frente a los
trabajadores
La movida de hoy, miércoles
27, comenzó con un corte de la autopista a la altura de Quilmes,
efectuado por las seccionales de Quilmes, Morón y otras, durante la mañana.
Desde allí se movilizó a La Plata, donde, mientras duraba la reunión
con el gobierno, se mantuvo cortada la bajada de la autopista.
Esta vez los burócratas
vinieron prevenidos: trajeron al aparato de seccionales del interior de la
provincia, que le hacía cordón al impresentable Blasco cuando bajaba a
informar la marcha de las negociaciones, para defenderlo de las posibles
iras de los trabajadores. Este era el sindicalismo progresista, ¿se
acuerdan?
El gobierno, por su parte,
aflojó un poco su posición: ofreció un 26% para las categorías más
bajas, y la Corte resolvió suspender los descuentos de los días de paro
por este mes. La gente no aceptó, y se quedó en un cuarto intermedio
para mañana.
Las seccionales Quilmes y
Morón volverán a movilizarse a La Plata para continuar la presión en la
reunión de mañana.
Hay que comenzar a
plantearse la disputa de la dirección del gremio en su conjunto
La burocracia de la AJB está
atravesada por la división de la CTA: parte de la directiva está con
Yasky (alineado con el gobierno) y parte con Micheli (aliado de la oposición
patronal). Sin embargo, la política claudicante que aquí describimos es
la de ambas fracciones por igual. Molestos por el ninguneo de Scioli, que
ante su pedido de 35% de aumento respondió con un decreto de 21% sin
siquiera llamarlos a una reunión, tuvieron que ladrar un poco;
presionados por la indignación general de los trabajadores frente al
gobierno y por la acción independiente de las seccionales recuperadas y
los autoconvocados, simulan ponerse a la cabeza de la lucha mientras por
abajo tratan de desmoralizar, dividir y alargar la cosa jugando al
desgaste.
El activismo del gremio
tiene una tarea pendiente: ganar para la organización independiente y
clasista a la nueva generación de judiciales, que empieza a foguearse en
este duro conflicto. En esa tarea tienen mucha importancia las
seccionales recuperadas, que tienen que ponerse a la cabeza de la
construcción de una agrupación independiente de la AJB-CTA, donde todo
el activismo antiburocrático se reúna para discutir, decidir y actuar en
conjunto contra la burocracia, tanto en los conflictos como en la pelea
por la dirección del gremio.