Veníamos informando en nuestras notas anteriores que la
burocracia de la AJB se había visto obligada a acompañar
las acciones impulsadas por las bases, no por convicción,
sino por no tener otra alternativa. Simuló ponerse al
frente de la lucha, pero maniobrando por abajo en todo
momento para dividir y alargar las cosas, jugando al
desgaste de los compañeros.
Esta
situación cambió luego que Blasco rechazara el 26% ante la
puerta del Ministerio de Trabajo, y al día siguiente
convocara a asambleas impulsando la aprobación de la misma
oferta que denigraron por insuficiente y no contemplar todas
las categorías. La AJB empezaba abiertamente el operativo
agachada, esperando enterrar la lucha en el Congreso
Extraordinario del viernes 29.
Allí pudimos comprobar que la burocracia había logrado
parcialmente su objetivo: el desgaste y la amenaza de
los descuentos desmoralizó a la mayoría de las
departamentales del interior, y apoyado en eso y el control
que mantuvo sobre San Isidro y San Martín pretendió
cerrar el conflicto.
El activismo y la base para un lado, y la burocracia para otro
Sin embargo el mandato de las asambleas, que representaba
a la mayoría de los judiciales, fue muy claro: rechazar la
oferta y continuar la lucha. Ante esta realidad, sumado a la
presencia militante de más de 200 compañeros de base,
Blasco propuso rechazar por unanimidad lo que en realidad
quería aceptar: les impusimos además, contra su voluntad,
la movilización del miércoles 4,
que demostró
claramente que la mayoría estaba por continuar. Esto quedó
ratificado ya que fue una de las más marchas más numerosas
y con un fuerte espíritu combativo.
Apareció entonces una nueva reunión el lunes 9 con la
Corte y el Ejecutivo, con una condición a la medida de
Blasco: que la AJB levantara las medidas. Y es que este lo
último que quería era repetir su experiencia al salir de
la primera reunión en el Ministerio de Trabajo, donde la
presencia activa de mas de 400 compañeros convocados por
Quilmes, Morón y Lomas lo obligó a convocar a una
movilización provincial ante una nueva dilación del
gobierno.
Algunos
compañeros, equivocadamente, no movilizaron ese lunes
cediendo al argumento de la AJB que si la reunión no se hacía
los que movilizaran cargarían con el costo político de la
suspensión. La realidad es que perdimos la cuenta de las
reuniones canceladas por el gobierno unilateralmente, y es más,
llegamos hasta ese día luchando pese a las presiones,
amenazas, procesos penales y advertencias de la Corte, el
Ejecutivo y la burocracia de la AJB. La única garantía de
triunfo siempre es confiar en nuestras propias fuerzas,
nunca en los “gestos” hacia la patronal.
Lo
demás es conocido: la
“mejora” del 1% aceptado por la mayoría de las
asambleas departamentales (12 a 6), se impuso sobre la
voluntad de la mayoría de los judiciales: contabilizando
los votos de todos los compañeros presentes en las mismas
surge que una minoría del 40% aceptó y una mayoría del
60% la rechazó. Poco le importó a la AJB porque su único
objetivo era levantar, pese a repetir como una letanía
“la porcentualidad”… Eso sí, adornado con la increíble
pretensión de conseguir dialogando lo que no se consigue
luchando.
Es así como la burocracia consumó una traición.
No porque todas las luchas necesariamente triunfen.
Distintas circunstancias y factores pueden provocar
resultados adversos, pero claramente no era este el caso. La
impresionante energía desplegada a lo largo de la provincia
le impuso a la Corte la suspensión de los descuentos, al
Ejecutivo lo obligó a rever un Decreto, y a los medios
masivos difundir un conflicto que taparon durante un mes. El
desgaste al que jugó la AJB se vio reflejado en las
resoluciones de las asambleas que aceptaron, pero aun así, la
mayoría estaba dispuesta a seguir luchando.
La AJB y la CTA dividen la lucha contra el techo salarial de Scioli
A
lo largo de todo el conflicto varias preguntas estuvieron
flotando. ¿Por qué el gobierno nos ofrece menos que al
resto de los estatales? ¿Por qué tanta confrontación? ¿Por
qué Blasco-Pérez Guillén no van al frente?
Una
respuesta hay que buscarla en la política económica del
gobierno: Scioli fijó una pauta salarial del 26% con los
gremios más numerosos, y nunca estuvo dispuesto a permitir
que si alguien la sobrepasara esto actuara como ejemplo para
los demás. A los que salieron a cuestionarla, como la CICOP,
la amenazó con quitarle la personería gremial y a nosotros
nos ninguneó durante 45 días. Pero la tan pregonada
redistribución de la riqueza se muestra en los hechos como
un falso discurso, no sólo para los estatales de la
provincia, sino también para el conjunto de la clase
trabajadora argentina: Moyano le regalo a Cristina un techo
salarial del 24% adelantando la paritaria de los Camioneros,
atento a los llamados de la Presidenta a “reclamar con
responsabilidad” en beneficio de la “estabilidad”.
Y
acá entra en escena el juego perverso de la AJB con la recategorización
pasada, que nos dividió en dos sectores. Para el gobierno en todo momento fue parte del aumento salarial, nunca
una deuda pendiente. Al aceptarla por etapas, la AJB
fracciona nuestro reclamo, impide la unidad por objetivos
comunes, que es la fuente de nuestra fuerza, crea malestar
entre los que les toca y los que tienen que esperar, y abona
la falsa conciencia que no somos parte de una misma clase,
sino individuos aislados que se las arreglan como pueden:
“beneficiate hoy y los otros que se arreglen”, cuando en
realidad el “beneficio” de hoy es el origen de una
futura debilidad.
La AJB-CTA, ahora promovió aceptar una nueva división entre
judiciales. Las descalificaciones a los inorgánicos, a
los que se cortan solos, y las continuas invocaciones a la
unidad, a lo mal que estaba plantear diferencias en una
movilización, son en realidad una cortina de humo para
mantener el monopolio de las decisiones y que los que
luchamos sólo hagamos número. La
unidad que nos reclaman no se la exigieron a la CTA, que dejó
a cada sindicato estatal sólo estos últimos años, impidiendo
una pelea unitaria contra Scioli.
Los Mendibil, Blasco y Perez Guillen, han dejado de ser
trabajadores judiciales. Su forma y nivel de vida no
dependen de sus recibos de sueldo. Usan el sindicato como un
trampolín para sus proyectos políticos personales en
partidos patronales, contrarios a los intereses de los
trabajadores, y cínicamente critican a los que militamos en
otros partidos diciendo
“los partidos dividen”.
Lo que nos divide con
estos dirigentes es la realidad: luchamos contra la
patronal por nuestro salario, y en ese marco, mientras
algunos partidos están del lado de los trabajadores,
difunden sus luchas y expresan la necesidad de que éstas se
expresen en el plano político, otros partidos, como los de
Blasco y Guillén, jugando a las escondidas, nos llevan como
furgón de cola de los intereses de la patronal.
Preparar una alternativa independiente para la AJB
La
bronca e indignación que sentimos deben ser el motor que
nos permitan superar a estos dirigentes. La primer tarea
planteada, ahora que la AJB se llena la boca con la Comisión
Negociadora, de la que no saldrá nada, es contraponerle un
proyecto propio sobre la Ley Porcentual a esa reunión de
amigos entre los cortesanos y sus alcahuetes. Es necesario
que sumemos fuerzas para la organización independiente y
clasista de la nueva generación de judiciales, que empezó
a foguearse en este duro conflicto.
En
esa tarea tienen mucha importancia las seccionales
recuperadas de Quilmes y Morón, poniéndose a la cabeza de
la construcción de una agrupación independiente de la AJB-CTA,
donde todo el activismo antiburocrático se reúna para
discutir, decidir y actuar en conjunto y que nos permita
salir con más fuerza todavía.
Manos
a la obra compañeros.