Socialismo o Barbarie, periódico Nº 201, 12/05/11

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Frente a la traición de Mendibil, Blasco y Pérez Guillén

Que la bronca nos sirva para
refundar nuestro sindicato

Por Marcelo Giecco

Veníamos informando en nuestras notas anteriores que la burocracia de la AJB se había visto obligada a acompañar las acciones impulsadas por las bases, no por convicción, sino por no tener otra alternativa. Simuló ponerse al frente de la lucha, pero maniobrando por abajo en todo momento para dividir y alargar las cosas, jugando al desgaste de los compañeros.

Esta situación cambió luego que Blasco rechazara el 26% ante la puerta del Ministerio de Trabajo, y al día siguiente convocara a asambleas impulsando la aprobación de la misma oferta que denigraron por insuficiente y no contemplar todas las categorías. La AJB empezaba abiertamente el operativo agachada, esperando enterrar la lucha en el Congreso Extraordinario del viernes 29.

Allí pudimos comprobar que la burocracia había logrado  parcialmente su objetivo: el desgaste y la amenaza de los descuentos desmoralizó a la mayoría de las departamentales del interior, y apoyado en eso y el control  que mantuvo sobre San Isidro y San Martín pretendió cerrar el conflicto.

El activismo y la base para un lado, y la burocracia para otro

Sin embargo el mandato de las asambleas, que representaba a la mayoría de los judiciales, fue muy claro: rechazar la oferta y continuar la lucha. Ante esta realidad, sumado a la presencia militante de más de 200 compañeros de base, Blasco propuso rechazar por unanimidad lo que en realidad quería aceptar: les impusimos además, contra su voluntad,  la movilización del miércoles 4,  que  demostró claramente que la mayoría estaba por continuar. Esto quedó ratificado ya que fue una de las más marchas más numerosas y con un fuerte espíritu combativo.

Apareció entonces una nueva reunión el lunes 9 con la Corte y el Ejecutivo, con una condición a la medida de Blasco: que la AJB levantara las medidas. Y es que este lo último que quería era repetir su experiencia al salir de la primera reunión en el Ministerio de Trabajo, donde la presencia activa de mas de 400 compañeros convocados por Quilmes, Morón y Lomas lo obligó a convocar a una movilización provincial ante una nueva dilación del gobierno.

Algunos compañeros, equivocadamente, no movilizaron ese lunes cediendo al argumento de la AJB que si la reunión no se hacía los que movilizaran cargarían con el costo político de la suspensión. La realidad es que perdimos la cuenta de las reuniones canceladas por el gobierno unilateralmente, y es más, llegamos hasta ese día luchando pese a las presiones, amenazas, procesos penales y advertencias de la Corte, el Ejecutivo y la burocracia de la AJB. La única garantía de triunfo siempre es confiar en nuestras propias fuerzas, nunca en los “gestos” hacia la patronal.

Lo demás es conocido: la “mejora” del 1% aceptado por la mayoría de las asambleas departamentales (12 a 6), se impuso sobre la voluntad de la mayoría de los judiciales: contabilizando los votos de todos los compañeros presentes en las mismas surge que una minoría del 40% aceptó y una mayoría del 60% la rechazó. Poco le importó a la AJB porque su único objetivo era levantar, pese a repetir como una letanía “la porcentualidad”… Eso sí, adornado con la increíble pretensión de conseguir dialogando lo que no se consigue luchando.

Es así como la burocracia consumó una traición. No porque todas las luchas necesariamente triunfen. Distintas circunstancias y factores pueden provocar resultados adversos, pero claramente no era este el caso. La impresionante energía desplegada a lo largo de la provincia le impuso a la Corte la suspensión de los descuentos, al Ejecutivo lo obligó a rever un Decreto, y a los medios masivos difundir un conflicto que taparon durante un mes. El desgaste al que jugó la AJB se vio reflejado en las resoluciones de las asambleas que aceptaron, pero aun así, la mayoría estaba dispuesta a seguir luchando.

La AJB y la CTA dividen la lucha contra el techo salarial de Scioli

A lo largo de todo el conflicto varias preguntas estuvieron flotando. ¿Por qué el gobierno nos ofrece menos que al resto de los estatales? ¿Por qué tanta confrontación? ¿Por qué Blasco-Pérez Guillén no van al frente?

Una respuesta hay que buscarla en la política económica del gobierno: Scioli fijó una pauta salarial del 26% con los gremios más numerosos, y nunca estuvo dispuesto a permitir que si alguien la sobrepasara esto actuara como ejemplo para los demás. A los que salieron a cuestionarla, como la CICOP, la amenazó con quitarle la personería gremial y a nosotros nos ninguneó durante 45 días. Pero la tan pregonada redistribución de la riqueza se muestra en los hechos como un falso discurso, no sólo para los estatales de la provincia, sino también para el conjunto de la clase trabajadora argentina: Moyano le regalo a Cristina un techo salarial del 24% adelantando la paritaria de los Camioneros, atento a los llamados de la Presidenta a “reclamar con responsabilidad” en beneficio de la “estabilidad”.

Y acá entra en escena el juego perverso de la AJB con la recategorización pasada, que nos dividió en dos sectores. Para el gobierno en todo momento fue parte del aumento salarial, nunca una deuda pendiente. Al aceptarla por etapas, la AJB fracciona nuestro reclamo, impide la unidad por objetivos comunes, que es la fuente de nuestra fuerza, crea malestar entre los que les toca y los que tienen que esperar, y abona la falsa conciencia que no somos parte de una misma clase, sino individuos aislados que se las arreglan como pueden: “beneficiate hoy y los otros que se arreglen”, cuando en realidad el “beneficio” de hoy es el origen de una futura debilidad.

La AJB-CTA, ahora promovió aceptar una nueva división entre judiciales. Las descalificaciones a los inorgánicos, a los que se cortan solos, y las continuas invocaciones a la unidad, a lo mal que estaba plantear diferencias en una movilización, son en realidad una cortina de humo para mantener el monopolio de las decisiones y que los que luchamos sólo hagamos número. La unidad que nos reclaman no se la exigieron a la CTA, que dejó a cada sindicato estatal sólo estos últimos años, impidiendo una pelea unitaria contra Scioli.

Los Mendibil, Blasco y Perez Guillen, han dejado de ser trabajadores judiciales. Su forma y nivel de vida no dependen de sus recibos de sueldo. Usan el sindicato como un trampolín para sus proyectos políticos personales en partidos patronales, contrarios a los intereses de los trabajadores, y cínicamente critican a los que militamos en otros partidos  diciendo “los partidos dividen”.  Lo que nos divide con estos dirigentes es la realidad: luchamos contra la patronal por nuestro salario, y en ese marco, mientras algunos partidos están del lado de los trabajadores, difunden sus luchas y expresan la necesidad de que éstas se expresen en el plano político, otros partidos, como los de Blasco y Guillén, jugando a las escondidas, nos llevan como furgón de cola de los intereses de la patronal.

Preparar una alternativa independiente para la AJB

La bronca e indignación que sentimos deben ser el motor que nos permitan superar a estos dirigentes. La primer tarea planteada, ahora que la AJB se llena la boca con la Comisión Negociadora, de la que no saldrá nada, es contraponerle un proyecto propio sobre la Ley Porcentual a esa reunión de amigos entre los cortesanos y sus alcahuetes. Es necesario que sumemos fuerzas para la organización independiente y clasista de la nueva generación de judiciales, que empezó a foguearse en este duro conflicto.

En esa tarea tienen mucha importancia las seccionales recuperadas de Quilmes y Morón, poniéndose a la cabeza de la construcción de una agrupación independiente de la AJB-CTA, donde todo el activismo antiburocrático se reúna para discutir, decidir y actuar en conjunto y que nos permita salir con más fuerza todavía.

Manos a la obra compañeros.

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