“Como a Barreda les va a
pasar… a donde vayan los iremos a buscar”. Con esa
fuerza más de 200 compañeras feministas irrumpimos en la
Facultad de Derecho de La Plata para denunciar y escrachar
la complicidad de los profesores-jueces con los violadores
de mujeres.
A principios de abril, dos
jueces, que a su vez enseñan a futuros abogados en la
Facultad de Derecho de la Universidad de La Plata, le redujeron la condena a un pastor evangélico
acusado de violación
de menores. El argumento utilizado por los jueces
para favorecer la situación procesal del religioso –y
bajarle la condena casi a la mitad– fue que las víctimas
“viven en comunidades en las que el nivel social acepta
relaciones a edades muy bajas”. Se referían a que las
chicas son pobres. El fallo agrega que “poseían experiencia sexual,
incluso en estar con otros hombres”, lo que permitió la
reducción de la pena, porque absolvieron al abusador del
delito de corrupción de menores. Para estos jueces, el
hecho “no resulta moralmente edificante, pero tampoco un
quehacer aberrante y repulsivo que hiera la integridad
sexual”. ¡Son sus palabras textuales!
Son estos jueces los aberrantes y repulsivos;
para ellos, si una mujer es pobre no tiene derecho a elegir
sobre su sexualidad, está condenada a los abusos y
violaciones. Pero ojalá fueran sólo uno o dos jueces
fascistas los que hacen esta diferencia de clase para negar
u otorgar derechos a las mujeres. Vivimos en medio de esa
aberración: las que se mueren de aborto son las mujeres
pobres; también las condenadas a aguantar la violencia por
no tener dónde vivir o dónde esconderse del golpeador. Lo
más aberrante y repulsivo es que el Estado dirigido por el
gobierno progre, re-progre, súper-progre, perpetúe este
reparto de derechos según la clase social, manteniendo la
clandestinidad del aborto y pretendiendo tutelar a las
madres pobres por medio de un mísero subsidio al embarazo,
en lugar de financiar un verdadero plan de vivienda y
trabajo genuino para las mujeres. Hay que anotar además que
el abusador de este caso convencía a sus víctimas por
medio de la religión. Probablemente este pastor no
recibiera subsidios del Estado, pero sí lo reciben los
curas abusadores, porque el gobierno sigue financiando a la
Iglesia Católica.
Las feministas escrachamos a Piombo
Ante semejante fallo machista, las
organizaciones feministas Las Furiosas, Arde Pandora y la
Coordinadora Justicia por Sandra llamaron a realizar un
escrache. Ni bien recibimos la invitación, Las Rojas nos
sumamos con todo para realizar la actividad. Nos juntamos en
el hall de la Facultad de Humanidades más de 50 compañeras
que nos pusimos a hacer pancartas, carteles con la cara de Piombo y consignas
como “Prof. Piombo cómplice de abusadores, Fuera de la
UNLP”, “Justicia sexista, Escrache feminista”.
Mientras estábamos preparando el escrache nos enteramos de
que Piombo “se había roto una pierna y no iba a dar
clases”. Sin embargo eso no nos frenó. Nos movilizamos
todas las compañeras, que para el momento éramos unas 200
(también se sumaron muchos compañeros). Al grito de “¿Piombo
está?, no está, entonces fuera, fuera Piombo fuera”,
revolucionamos la facultad y logramos que muchos estudiantes
se sumaran al escrache indignados por los profesores que
tienen.
Aunque Piombo no se animó a dar la cara, los
alumnos fueron igual a la cursada. Nuestras voces gritaban
cada vez más fuerte “ay ay ay que risa que me da, cuando
Piombo vuelva a clases lo volvemos a escrachar”, lo que impedía que el
profesor adjunto pudiera dar la clase, por lo que decidió
dejarnos entrar a hablar con los alumnos. La actividad
incluyó la denuncia a la justicia y al gobierno: “Yo sabía
que a los violadores los libera la justicia... de
Cristina”. El escrache contó con la cobertura de medios
de comunicación de La Plata. Finalmente se resolvió elevar
el problema al consejo directivo para que tome cartas en el
asunto.
Estamos muy contentas de haber realizado esta
actividad con otros grupos feministas. Apostamos a seguir
este camino de unidad, como fue en la actividad del domingo
cuando fuimos a escrachar a la iglesia que hacía un
festival contra el aborto. Con la lucha en las calles y no
depositando confianza en ningún gobierno, vamos a avanzar
en nuestros derechos y acabar con todo tipo de violencia.