Artículos
anteriores |
en
el país
|
|
movimiento
obrero
|
|
ya
basta!
|
|
las
rojas
|
|
por
el mundo
|
|
|
|
|
|
Entrevista a Alejandro Tantanian
“Provocar la colisión con el
pensamiento único o dominante”
“El
derecho al aborto es un reclamo justo y creo
que es necesario que se discuta
en las
próximas elecciones porteñas...”
Alejandro Tantanian
es un destacado actor, director y dramaturgo y es uno de los
primeros firmantes de la campaña por el aborto libre,
legal, seguro y gratuito que está impulsando el Nuevo MAS
para las próximas elecciones porteñas. SoB estuvo hablando
con Tantanian sobre el derecho al aborto y sobre la obra que
en estos momentos está presentado en el teatro Presidente
Alvear, una adaptación de la novela Las
Islas de Carlos Gamerro donde el protagonista, Felipe Félix, ex combatiente
de Malvinas, recorre la historia reciente.
|
Declaración
Por el derecho al aborto, libre, legal,
seguro y gratuito
Presentamos esta
declaración a favor del derecho al aborto que tiene como
uno de sus primeros firmante e impulsores a Alejandro
Tantanian. Para adherirte firma a modo de comentario en el
blog: http://porelabortolibre.blogspot.com/
Casi un año atrás la Ciudad de Buenos Aires fue sede de
las más importantes manifestaciones por el derecho al
matrimonio para personas del mismo sexo, derecho que luego
fue aprobado en el Congreso Nacional. Este logro fue un
triunfo popular que desató un debate a lo largo y ancho del
país cuestionando el conservadurismo de la familia
tradicional. Capas "geológicas" de atraso en
materia de relaciones humanas y la forma familiar patriarcal
quedaron cuestionadas.
Este mismo triunfo, dejó colocada la necesidad y
posibilidad de ir más lejos en una reivindicación más de
fondo aun: el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo: el derecho
al aborto libre, seguro y gratuito.
El hecho es que en la Argentina no es la mujer la que
puede resolver el carácter de sus relaciones
sexo-afectivas: el Estado ordena que las mujeres deben estar
encadenadas a la reproducción. Y hace esto con la
complicidad de la Iglesia Católica, la misma que bendijo a
los represores, que protege a los curas abusadores de
menores, que considera una "enfermedad" a la
homosexualidad.
Es lógico: esta función reproductiva de la mujer se
anuda con la explotación capitalista encadenándola en una
relación de doble o triple opresión: en el trabajo como
asalariada, en la casa a cargo de las tareas domésticas y
reproductivas.
Se podía esperar entonces que Cristina K, que se llena la
boca todos los días de palabras "progresistas", y
es mujer, cumpla con esta demanda. Pero la realidad es todo
lo contrario. Mostrando su complicidad con el orden
establecido, después de aprobado el matrimonio igualitario,
una y otra vez se ha
manifestado contra el derecho al aborto.
Yendo más lejos aun, ha presentado un subsidio a la
maternidad –bajo la forma del tutelaje estatal a las
mujeres embarazadas– como un mecanismo en el fondo antagónico
y opuesto al derecho al aborto. No casualmente fue saludado
por la misma Iglesia que había quedado golpeada el año
pasado.
Lamentablemente, la mayoría de las organizaciones de
mujeres se han adaptado a esta situación: generan falsas
expectativas en los K afirmando que habría que
"esperar" hasta después de la reelección de
Cristina, ahí si se daría curso al derecho al aborto...
Por su parte, desde la oposición patronal de la UCR y el
PRO (e incluso de Pino Solanas) de este tema no se habla en
la campana que ya esta en curso.
En estas condiciones, los abajo firmantes opinamos lo
contrario: que la campana electoral que se avecina en la
Capital Federal puede ser
una excelente oportunidad para usarla como tribuna para
levantar bien alto las banderas por el derecho al aborto.
En ese sentido, apoyamos las listas del nuevo MAS que ha
hecho de esta reivindicación una de las principales
banderas de su campana electoral.
|
SoB: ¿Por qué te
decidiste por esta novela de Gamerro para tu nuevo espectáculo?
Alejandro Tantanian: Hay un motivo personal y otro más político.
En el plano personal el vínculo con Gamerro empieza hace
unos años cuando comenzamos a preparar una versión sobre Hamlet que iba a protagonizar Elena Tasisto. Convoqué a Carlos para
traducir y adaptar
el texto (él es un gran traductor del inglés y profundo
conocedor de la obra shakesperiana). Estuvimos trabajando 8
meses en esa traducción que finalmente no se llevó a
escena. Construimos una relación entrañable y necesaria en
el trabajo y, al fracasar el Hamlet,
le propuse hacer la versión teatral de Las
Islas. Gamerro me dijo que estaba loco, que eso era
imposible debido al grado de complejidad de la novela. Su
argumento, claro, aumentó mi deseo y no fue difícil
convencerlo. Así empezamos.
Y desde el plano político podría decir que cuando leí
la novela, hace unos 3 o 4 años, me
sorprendió profundamente esa zona corrida del pensamiento
único o, mejor dicho, del pensamiento cristalizado de la
política y la historia argentinas.
La novela contiene el intento de plantear lo
argentino como una especie de gran fantasía paranoica
unida a una red infinita de confabulaciones junto a la
desmesura de la fabula o del mito que esas mismas
confabulaciones crean.
La lectura que hace de lo argentino me parece única. Como argentino uno suele preguntarse
acerca de la
argentinidad, la novela no
lo explica de modo unívoco, tiene la virtud de correrse y
hacer correr al lector de todas las
respuestas oficiales y, para redoblar la apuesta,
se mete con tres décadas tremendas: los ‘70, los ‘80 y
los ‘90.
Se mete con el gobierno militar y con el menemismo y
trabaja claramente en una zona especular, por eso la idea
del dos en la novela es tan fuerte: dos son las islas
Malvinas, dos son las torres de Puerto Madero en donde se
desarrolla gran parte de la acción, como dos son las
decepciones brutales frente a esos dos “sistemas”: con
Malvinas hay una suerte de explosión del régimen militar y
una decepción brutal, así como en el 2001 hay una explosión
/ decepción brutal con el menemato.
Esa concordancia de dos fracasos argentinos (entre muchísimos
otros) funciona como máquina de narrar en la novela.
Y algo muy importante para mí: el discurso de los ‘90
nunca se escuchó en el teatro, al menos no con la violencia
y la precisión con las que creo necesita ser capturado para
poder entenderlo en su totalidad; al menos yo nunca vi en un escenario que
un personaje asuma el discurso –que hoy sigue en pie en
Macri claramente– del
libre mercado, de la situación extrema del capitalismo.
Tamerlán [nombre de uno de los personajes principales de la
obra] es el nombre de un personaje histórico, un
conquistador brutal y asesino, que asume aquí un discurso
también brutal donde reivindica la desigualdad social como
motor de la historia. Un empresario mesiánico, abusador y
cocainómano que quiere llevar adelante, entre otros
delirios mesiánicos, la tercera fundación de Buenos Aires.
Esa enorme mirada política sobre la Argentina era lo que
más me seducía, y esto me llevó a la decisión de que
este espectáculo debía montarse en un teatro oficial para
que el discurso que la obra porta entrara en colisión con
el discurso dominante que tienen los escenarios oficiales
(desde lo estético y lo ideológico, claro: ambos discursos
van de la mano).
Todos los actores y los colaboradores nos pusimos la obra
la hombro. De los procesos que yo tuve éste fue el más
extraordinario: fruto tal vez de la imantación que ejerció
en nosotros la obra. Eso, a su vez, fue lo que nos permitió
sobrevivir al afuera que, algunas veces, supo mostrarse
hostil.
SoB: La obra es una
obra políticamente incorrecta. ¿Buscaste ex profeso
incomodar?
A.T.:
La incorrección me parece necesaria a la hora de
provocar pensamiento. Conviene decir que yo creo que la ficción es uno de los estatutos más revulsivos porque contiene en sí
infinitas posibilidades revolucionarias:: el público
viene a recibir algo
pero nosotros no se lo damos, sino que ese algo
que el público espera viene cargado de otra cosa,
disfrazado de otra cosa, portando otro discurso. Y esto
puede llegar a ser absolutamente revulsivo. Nosotros hacemos
ficción y esa zona de exceso, que tienen tanto la novela
como la obra, nos permite corrernos de los lugares comunes y, así,
despertar en el espectador algunas preguntas. Ejercer desde
la ficción un desacomodamiento de las consignas aprendidas
casi pavlovianamente, valga como ejemplo: alguien dice:
“Las Malvinas…” y cualquier argentino completa: “…
son argentinas.” Contra eso va la novela, contra eso va la
obra, contra eso la ficción puede dar batalla.
Para que ciertas cuestiones políticas puedan surgir en el
arte me parece imprescindible que
colisionen con el pensamiento único o dominante. Hay, en el espectáculo, cierto espíritu brechtiano en la búsqueda
de un espectador activo: hay un intento de bombardear
al espectador con cosas que no pueda procesar rápidamente,
generando, así a veces reacciones adversas (es el riesgo,
claro). Esto, necesariamente, te coloca como espectador en
situación de actividad y muchas veces esa actividad genera
una fricción: ya no se me presenta todo pre digerido sino
que soy yo el que se tiene que tragar la comida o, por qué
no, la basura.
SoB: Firmaste la
declaración a favor de la campaña por el derecho al aborto
que impulsamos desde el nuevo MAS, que es una declaración
políticamente incorrecta, ¿a qué se debe?
A.T.:
Yo no soy un militante pero desde mi lugar, el
pedido que exista una ley que permita el aborto, me parece
absolutamente coherente, lógico y necesario. Y creo que
debe ser atendido. La declaración que estamos haciendo
firmar es absolutamente correcta y no vi en otras campañas
que se enuncie la lucha por este derecho. Desde mi lugar de
extra partidario lo veo como un reclamo justo y creo que es
necesario que se discuta en las próximas elecciones porteñas.
Por ahora no se discute absolutamente nada: parece Gran
Hermano: alguien se queda, alguien se va. Asistimos a una
discusión de candidaturas.
SoB: ¿Por qué
opinas vos que el gobierno de Cristina niega el aborto,
después de la
ley de matrimonio igualitario?
A.T.: Lo que yo aventuro es que es posible leer traes esta
negativa un acuerdo o pacto con la iglesia. Si bien no
aparecen hermanados –como con los militares o con Menem–
en algún punto debe haber un acuerdo con el gobierno. Es
como si la iglesia hubiese dicho: “Bueno, hasta la ley de
matrimonio igualitario aceptamos…” El gobierno, claro,
sacó rédito político con el matrimonio igualitario y lo
usa como plataforma. Pero el aborto no se discute. El
subsidio a las embarazadas es un subsidio que no habilita
discutir el derecho al aborto.
|
|