En la
edición Nº 1133 de Prensa Obrera, Jorge Altamira responde
a las críticas realizadas desde nuestro periódico anterior
(SoB Nº 178) a su discurso del 20 de mayo pasado en el acto
en ocasión de la semana del Bicentenario de la República.
Su respuesta está cargada de adjetivaciones hacia nuestro
partido y al redactor de la crítica. Con su natural
verborragia trasladada al papel, Altamira hace una ensalada
donde se mezclan caracterizaciones, categorías, hechos históricos
y tergiversaciones en defensa de sus palabras. Trataremos de
responder a las cuestiones que nos parecen centrales en esta
polémica.
En
primer lugar, cuando criticamos el enfoque que Altamira hace
de los procesos históricos de fines de 1700 y principios de
1800 comparándolos con el actual proceso de crisis económica
capitalista, Altamira responde: “… toda época de
ascenso es una época de descomposición: entonces estaba en
descomposición el orden feudal o las transiciones entre el
feudalismo y el capitalismo ahora la descomposición
capitalista tiene como contrapartida el ascenso histórico
de la clase obrera (incluso luego de la restauración
capitalista en China y la ex URSS)”. Y da el ejemplo del
surgimiento de la Revolución Francesa por la descomposición
del feudalismo, y que luego el “intento de Napoleón de
sujetar a los estados de Europa” va a provocar
revoluciones y guerras.
Decir que “toda época de ascenso
es una época de descomposición…” no dice nada más que
una generalidad. Y aunque luego plantee el desarrollo histórico
en Europa a partir de la Revolución Francesa, la cuestión
es que los elementos y las tareas que se combinan en la
actual crisis económica capitalista son claramente
diferentes a los elementos que detonaron aquel proceso
revolucionario en Francia. El elemento de clase de
las revoluciones en Europa en 1800 estaba determinado por la
burguesía y no por los “semi-proletarios” que tomaron
La Bastilla como da a entender este señor. En América, en
agosto de 1791, en Haití se inició la revolución de los
esclavos negros, que luego de 12 años de lucha lograron
instaurar el primer Estado negro. El señor Altamira ahora
reconoce: “Para el caso, digamos que Haití, donde triunfó
la revolución de la masa de esclavos negros, acabó en una
sociedad congelada, precisamente porque bloqueó la
posibilidad de cualquier desarrollo capitalista a partir del
mercado internacional. Fue la gran revolución de la época
(la única) y por eso debe ser reivindicada, aunque fue un
fracaso histórico”. Es un avance que Altamira, que ve
procesos revolucionarios en todos lados... reconozca que en
Haití se dio la única revolución realmente social hasta
ese momento en América. Pero su derrotista conclusión
respecto de la única verdadera revolución social de ese
período es que terminó en “un fracaso histórico”. ¿Por
qué? Eso al máximo dirigente del Partido Obrero (PO) no le
interesa. La revolución negra en Haití no prosperó porque
no se pudo extender debido a que la mayoría de los
procesos -desde Venezuela al Río de la Plata- estaban
conducidos por las clases dominantes que vieron con terror
que el fenómeno haitiano se extendiera al resto del
continente. No es casual que realistas y criollos se
unificaran para aplastar las rebeliones de Tupac Amaru y
Tupac Katari, y que el proceso de la independencia haya
tenido, respecto de las masas populares y sus
reivindicaciones, un contenido conservador. En este sentido,
en nuestro país, el movimiento de mayo de 1810, fue un
proceso fundamentalmente superestructural en relación a la
población más pobre. Y por eso también fue prácticamente
el más conservador de todos los que se dieron de la
independencia en la América hispánica.
Patrioterismo y embellecimiento de mayo de 1810
Es a la hora de responder sobre “el
patriotismo que reivindica el Partido Obrero” que nuestro
interlocutor se desliza por la senda de las tergiversaciones
y la confusión política.
Altamira
dice: “…Lo concreto es esto: mientras que la burguesía
busca que olvidemos que Mayo es un episodio revolucionario y
con alcances históricos progresivos, la verdad histórica
es que lo que hoy es Argentina es un resultado
fundamentalmente, de levantamientos, guerras nacionales y
guerras civiles. En oposición a la versión oficial
oponemos el lugar jugado por las masas.”
Sobre
el lugar jugado por las masas, lo que dice Altamira es una
pura mistificación: no jugaron ningún rol independiente
en el proceso de la independencia. La idea que da es
como que la Argentina capitalista hubiera sido un
subproducto de acontecimientos revolucionarios de amplios
alcances históricos, los que solamente están en su cabeza.
Además, el carácter efectivamente progresivo de la
independencia de España, casi inmediatamente fue
hipotecado con la renovada dependencia y semicolonización,
primero con Inglaterra y luego, dando la vuelta de página
del siglo XX, con los EEUU.
Por si lo anterior fuera poco, es
falso que el festejo Kirchnerista se hubiera privado de
destacar el carácter “revolucionario” de 1810: esto no
es así, sino que por el contrario, fue usado para intentar
pasar la re-fritada interpretación progresista de esos
eventos, que tiene –por lo demás- varios puntos en
contacto con la que trasmite Altamira, donde lo que se hace
es transformar en fetiche esos eventos
“fundacionales”...
Porque
la testaruda verdad es que la burguesía y el gobierno
kirchnerista utilizaron los festejos del 25 de mayo como
para recrear nuevamente frente a las masas trabajadoras
aquellos símbolos que representan a la “argentinidad”
(la Argentina burguesa), detrás de una versión engañosa
del proceso de la independencia que oscurece el carácter
capitalista y de clase del país que ellos dominan hace
doscientos años y cuyo símbolos patrios son la bandera y
el himno nacional.
Entonces la cuestión es la
siguiente: si está claro que en países semicoloniales como
el nuestro las tareas de la independencia nacional siguen
siendo de primer orden, trasmitir una versión patriotera de
las mismas solo puede servir para oscurecer la conclusión
de que, hoy como ayer, si esta tarea no está en manos de
los explotados y oprimidos, de la clase trabajadora, no
puede tener resolución satisfactoria: este es el abc de
la Teoría de la Revolución Permanente de León Trotsky, y
que su deslizamiento patriotero Altamira termina perdiendo
de vista.
Altamira
se queda de que digamos que “los obreros no tienen
patria”. No lo decimos nosotros: lo dice el Manifiesto
Comunista. Es una definición que apunta no contra el
necesario antiimperialismo en un país colonial o semi-colonial,
sino a combatir al veneno nacionalista y burgués que la
burguesía inocula en la conciencia política de los
trabajadores con el objetivo que afirmar la unidad nacional
y de no permitirles a los trabajadores lanzarse por la vía
independiente de la revolución social, la que, a la vez, es
necesariamente internacionalista.
El propio Manifiesto efectivamente,
luego señala que “la revolución comenzará en los marcos
nacionales, es que para que se inicie en el cuadro nacional
debe haber una experiencia y una lucha política
nacional”. Tal definición es en relación al desarrollo
concreto en cada país. Y aquí es donde el señor Altamira
se pone la corbata y se olvida la camisa en la percha: la
educación socialista es internacionalista porque define
ante todo, la estrategia. Altamira, exagerando los
supuestos alcances “progresivos” de mayo de 1810, embellece
un proceso donde por definición los explotados y oprimidos
no tuvieron arte ni parte, y se desliza peligrosamente a
una concepción del socialismo nacional.
En un acto de oposición al
Bicentenario burgués, con la propaganda oficial taladrando
los ojos y los oídos de los trabajadores con el canto de
sirena de la patria, si hablamos de “apropiarnos de la
Argentina expulsando al capitalismo y llevando al poder a
los trabajadores”, tenemos que marcar a fuego el carácter
de clase e internacionalista de la revolución obrera: no
por nada la tarea es el establecimiento de la Federación
Socialista de Estados Latinoamericanos.
El catastrofismo como método
Por último, queremos aclarar someramente algunas
cuestiones respecto de los dichos de Altamira sobre la
crisis mundial y las posiciones respecto de la misma de
nuestra corriente Socialismo o Barbarie (1). El dirigente de PO escribe: “Ocurre que lo que
caracteriza a las múltiples variantes que vienen del
morenismo, es que han negado, primero, la bancarrota
capitalista todo el tiempo que les fue posible con el
argumento de que el capitalismo se reconstruye en forma
espontánea si no existe, antes, una fuerza preparada para
abatirlo, y segundo, transformaron el reconocimiento de esta
bancarrota en un concepto vacío de contenido, en un
eufemismo, con la afirmación de que esa bancarrota no
desarrolla tendencias de alcance político ni tampoco
revolucionario”.
Con respecto a nuestra visión de la bancarrota
capitalista (2), en verdad, lo que expresa el señor
Altamira, es el catastrofismo político que caracteriza al
Partido Obrero que, como el pastorcito del cuento, viene
durante años anunciando el derrumbe del capitalismo:
el PO solo vuelve a re-fritar una vieja versión de las
corrientes no socialistas revolucionarias del siglo pasado, donde
la caída del capitalismo podría ocurrir sin la intervención
de la clase obrera...
Por nuestra parte, tomamos el método clásico de lo mejor
del marxismo revolucionario, por el cual la crisis crea las
condiciones más “objetivas” de la eventualidad del
estallido revolucionario, pero la resolución de los
procesos y de la derrota del capitalismo no dependen de la
crisis misma, sino de la intervención revolucionaria del
factor subjetivo: la clase obrera. Es decir: confiamos en el
presupuesto revolucionario de la clase obrera para llevar
adelante la lucha por el socialismo. Y lo hacemos poniendo
el mayor esfuerzo en el equilibrio en nuestros análisis:
“Las
reflexiones anteriores nos obligan a volver al terreno
material de la crisis. Como advertimos en estas páginas un
año atrás, ante un acontecimiento de alcances históricos
como la crisis actual, y ante la acumulación de dramáticos
desequilibrios que ésta implica, sería de una ceguera
monumental dar definiciones que cierren prematuramente
procesos abiertos y que están llamados a tener efectos
duraderos sobre la economía, la política y la lucha de
clases a nivel mundial por los próximos años.” (3)
Y en el mismo texto, referido a la crisis actual del capitalismo,
planteamos una perspectiva clara: “Por
otra parte, este hecho objetivo ocurriría en las
condiciones históricas subjetivas creadas por la liberación
de energías que estratégicamente significó la caída del
estalinismo. Y, por tanto, la eventual creación de
condiciones políticas para una acción más autodeterminada
de los explotados y oprimidos, en particular de la clase
obrera, que en determinadas regiones del globo se está
ubicando —si bien todavía lentamente— más en el centro
de la escena.
En conclusión, crisis y lucha de clases seguirán entrelazándose,
realimentándose mutuamente, sobre todo si se verifica que
el actual “respiro” es de corto alcance y que, de una u
otra manera, sólo prepara nuevas recaídas.” (4)
Una
vez más Jorge Altamira muestra su hilacha política a la
hora de querer ganar discusiones. Parafraseando al activista
de FOETRA, que él mismo cita al principio de su nota,
diremos: “El señor no está en el cielo y aquí abajo hay
que saber debatir entre compañeros”.
Notas:
1-
Altamira gusta además de las amalgamas: dice cualquier cosa
de Nahuel Moreno, y al mismo tiempo pretende ocultar los
balances de las corrientes que no somos una iglesia -como la
suya- y hemos sacado conclusiones de la experiencia histórica.
Sin ser morenistas, le hacemos honor a Moreno contra
Altamira cuando este miente sin tupé al afirmar que
corriente morenista, en su Congreso de 1967, llamó a
sustituir la formación del partido por organizaciones
armadas. Lo que caracterizó, en esa etapa al morenismo, más
allá de viajar a Cuba y participar en reuniones de la OLAS,
fue la batalla política contra el militarismo de Santucho,
lucha política que llevó a la ruptura del sector
guerrillero con Moreno como es de público conocimiento.
2-
Respecto de nuestra crítica y reivindicación del Morenismo
y su muy rica experiencia, remitimos al texto “A 20 años
de la muerte de Nahuel Moreno: crítica y reivindicación”,
en www.socialismo-o-barbarie.org.
3-
José L Rojo. Economía mundial: cuando se prepara una recaída.
Revista internacional de teoría y política de la corriente
Socialismo o Barbarie Nº 23/24. Año VII. Diciembre 2009.
4-
Op. cit.